La primera vez que Emmanuel Macron se enfrentó a Marine Le Pen, en la segunda vuelta de las elecciones de 2017, pulverizó en las urnas a su contrincante.
En aquel momento el actual mandatario logró entrar al Elíseo con un 66,06% frente a un 33,94% de los votos de Le Pen.
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Pero en la presente contienda, en la que ambos se medirán nuevamente el próximo 24 de abril, no será tan fácil para el líder europeo ganarle a su rival.
Las estimaciones de esta ronda muestran cómo el voto táctico reescribió el mapa electoral de Francia.
Al cierre de este domingo, con el 95% de los colegios escrutados, Macron obtuvo el 27,4% de las boletas en la primera vuelta, mientras que Le Pen logró el 24%.
Los electores se reunieron en torno a tres amplios campos: Macron, la extrema derecha y la extrema izquierda. En los últimos días de campaña, muchas personas que consideraban a otros candidatos finalmente decidieron respaldar a uno de los favoritos.
Por lo tanto, hubo una gran transferencia de votos de Éric Zemmour, el periodista nacionalista de extrema derecha, al campo de Marine Le Pen. Es posible que algunos derechistas del Partido Republicano conservador hayan hecho lo mismo.
A la izquierda, los votantes decidieron que ni la socialista Anne Hidalgo ni el verde Yannick Jadot podrían llegar a la segunda ronda. Así que cambiaron masivamente su opción a la de Jean-Luc Mélenchon, simplemente para mantener a un izquierdista en la carrera. Esto, a pesar de que muchos socialistas y verdes no simpatizan con este político de carrera.
Y en el centro, muchos de los que normalmente habrían elegido a Valérie Pécresse, candidata de los republicanos, no le ofrecieron su apoyo. ¿Por qué? Al parecer, temían la fuerza que podrían tener tanto Le Pen como Mélenchon.
Al tener que decidir entre dos opciones en la segunda vuelta, un pequeño margen puede marcar una gran diferencia. La perspectiva de una segunda ronda de Le Pen contra Mélenchon no era del todo descabellada.
Pero, ¿cómo afecta esta realidad a las aspiraciones de Macron? Aquí te lo explicamos.
El crecimiento de los extremos
Para el mandatario debe ser una preocupación que las llamadas "fuerzas de extremos" -sus partidos de oposición- son cada vez más fuertes.
Como dijo el veterano comentarista político Alain Duhamel este domingo, "los partidos antisistema cuentan ahora con la lealtad de la mayoría de los franceses".
Si se suman el voto de Marine Le Pen al de Éric Zemmour y al tercer candidato "soberanista" Nicolas Dupont-Aignan, la extrema derecha tendría el 33% de los votos, siete puntos más que en 2017.
De igual forma, si se suman Mélenchon y los dos trotskistas, suman fácilmente más del 50% de los electores.
Muchas de estas personas terminarán votando por Macron en la segunda ronda por la misma razón que lo hicieron en 2017, porque para ellos ver a la extrema derecha en el poder es inconcebible. Pero habrá otros que se abstengan, voten en blanco o muestren preferencia por Le Pen.
El voto antiLe Pen y el voto antiMacron ahora convergen; el primero bajando y el segundo subiendo.
Los efectos en los partidos tradicionales
El presidente no es el único que quizás pierda el sueño por las elecciones de este domingo. Estos comicios también resultaron en una debacle para los partidos tradicionales de Francia desde 1958: el Partido Republicano, de corte conservador, y el Partido Socialista.
El proceso para erosionar a estas agrupaciones lo comenzó Macron hace cinco años, pero el político completó su misión este 2022.
Los candidatos de ambos partidos, y especialmente la socialista Anne Hidalgo, no alcanzarían el umbral del 5% que les permite recuperar los costos electorales. El precio a pagar será de millones de euros, pero lo peor para estos partidos es la ignominia. Podemos esperar profundos debates internos.
Macron lo ha diseñado de tal manera que la división en la política francesa ahora es definitivamente la que él buscaba: entre su propio "centrismo realista" y "apertura al mundo" y el "extremismo" de sus oponentes. El "extremismo nacionalista" de Le Pen y el "extremismo utópico" de Mélenchon.
Esta división le ha servido muy bien hasta ahora. Le permite agregar las llamadas fuerzas “responsables” de izquierda y derecha, destripando a la oposición principal y manteniéndose como dueño del terreno.