El rey Felipe VI asumió el trono hace exactamente 10 años con la misión de restaurar la imagen de la monarquía española. El contexto era retador en el mundo político, económico y social, pero tal vez más en el familiar. Su padre, Juan Carlos I, había tirado la toalla antes de tiempo, envuelto en escándalos públicos y privados que desencadenaron en su abdicación y posterior destierro. “Una corona íntegra, honesta y transparente” y “una monarquía renovada para un tiempo nuevo” fue lo que prometió el nuevo monarca en su discurso de proclamación el 19 de junio del 2014.
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Con 46 años, el príncipe de Asturias se convirtió en el rey más joven de Europa. Ocurrió 17 días después de que el emérito Juan Carlos I comunicara su abdicación al jefe del Gobierno, Mariano Rajoy. Felipe VI no tenía las canas que hoy pueblan su cabello y su barba, y sus hijas, Leonor y Sofía, aún eran unas niñas. Ya llevaba 10 años casado con Letizia Ortiz, la primera princesa de Asturias sin linaje monárquico.
La crisis política e institucional terminaría marcando el inicio del reinado de Felipe VI. En el 2015, el bipartidismo, sostén de la institución monárquica, sufrió uno de sus peores resultados en las urnas. Podemos y Ciudadanos se consolidaron como fuerzas emergentes y la polarización empezó a crecer.
La turbulencia en la arena política ha sido prácticamente constante en los últimos 10 años. Felipe VI fue testigo de cinco elecciones generales y de diez tandas de reuniones para proponer un candidato, las mismas que convocó Juan Carlos I en casi 39 años, señala la agencia AFP.
Otro duro golpe fue el proceso independentista en Cataluña, que realizó en el 2014 su primera consulta ciudadana, considerada ilegal. La preocupación por la amenaza secesionista ocupó gran parte de la agenda de La Zarzuela. En su discurso sobre el desafío catalán en octubre del 2017, el monarca habló sobre una situación de “extrema gravedad” y denunció la “deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado” de los dirigentes catalanes.
“El desafío catalán ha sido, hasta ahora, el más grave del reinado”, señala el diario español “El País”. Superior, incluso, al que tuvo que afrontar el rey emérito ante el intento de golpe de Estado del 23-F de 1981, según analistas consultados por el medio.
Felipe VI tuvo que hacer frente a estos desafíos en medio de la debacle de la imagen de su padre y que propició su asunción al trono.
La sombra de Juan Carlos I
Juan Carlos I estuvo envuelto en escándalos económicos y amorosos que, junto a su estado de salud, avivaron el debate sobre su sucesión. Uno particularmente embarazoso se descubrió en el 2012, cuando el soberano tuvo un accidente durante una cacería de animales salvajes en Botsuana, lo que reveló que, mientras miles de españoles padecían despidos y desahucios, el rey posaba para las fotos al lado de un elefante muerto.
Por ese entonces ya había estallado el caso Nóos, que investigaba un entramado de corrupción y que significó imputaciones a su hija y su yerno, Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin, quien finalmente fue condenado en el 2017 y enviado a prisión.
El propio Juan Carlos I fue investigado por la fiscalía, que buscaba determinar si el monarca había cobrado comisiones por la adjudicación a dos empresas españolas de un contrato para la construcción de un tren de alta velocidad en Arabia Saudita, en el 2011.
“Los escándalos eran tales que si el rey Juan Carlos no se iba, la monarquía caía. El tema más álgido del momento era la popularidad de la monarquía, había que salvar la institución. Cuando el rey abdica, el nivel de popularidad era muy bajo, hubo manifestaciones en muchas plazas españolas con la bandera de la República”, dice a El Comercio Arnaldo Mera, historiador de la PUCP y experto en realeza.
La fiscalía suiza abrió una investigación en el 2018 por una transferencia realizada en el 2008 de 100 millones de dólares por parte del rey de Arabia Saudita a una cuenta suiza de la cual era beneficiario Juan Carlos I, pero finalmente concluyó que se trató de “un regalo”.
Juan Carlos I se exilió en agosto del 2020 en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) entre sospechas de haber incrementado su fortuna ilegalmente. Dos años después volvió a España para una breve visita.
Otro de los escándalos que terminó de derrumbar la imagen del monarca emérito tuvo como protagonista a la empresaria alemana Corinna Larsen, con quien mantuvo una relación extramatrimonial entre los años 2004 y 2009. La mujer terminó haciendo públicos los detalles de su relación y denunció a Juan Carlos I por acoso ante la justicia británica en el 2020.
La demanda señalaba que, mientras Juan Carlos I fue rey, la amenazó, vigiló y difamó, afirmando que se ella se quedó con 65 millones de euros.
Según la acusación, a Larsen se le transfirió en su totalidad o en parte el dinero que el rey recibió como presunto regalo de Arabia Saudita. En documentos judiciales presentados en el 2022, los abogados de la alemana aseguran que aunque Juan Carlos le entregó 65 millones de euros alegando “un afecto por ella y sus hijos que no podía reflejar en su testamento”, su intención era en realidad ocultarlos al fisco español, usándola como testaferro.
Larsen, además, reveló la existencia de “fundaciones” que gestionaban desde paraísos fiscales una cantidad desconocida de millones de euros. “Una de ellas, Zagatka, tenía como administrador al primo del hoy rey emérito, y desde ella se abonaron viajes privados de la Familia Real española” con fondos cuyo origen se desconocen, señala el medio “elDiario.es”.
El medio recuerda que fue la revelación de que existía una investigación de la Fiscalía suiza sobre la supuesta donación a Larsen la que provocó que Felipe VI decidiera optar por acciones más drásticas.
“El 15 de marzo, cuando el país se sumía en un estado de alarma por el coronavirus de duración incierta, Felipe anunció que retiraba la asignación constitucional a su padre y renunciaba a su herencia. Un medio inglés acababa de publicar que Felipe era beneficiario en esa herencia de una sociedad ‘offshore’ que se había utilizado para canalizar la donación a Larsen”, señala.
Estilo y estrategia propios
Mera resalta que es indudable que Felipe ha logrado reflotar la imagen de la monarquía gracias al equipo que lo rodea y a decisiones fundamentales como marcar distancia de su familia y solo priorizar al núcleo conformado por su esposa y sus hijas.
“Felipe apartó a su hermana, la infanta Cristina, y a su descendencia. Según la Constitución española tienen derecho al trono los hijos de la infanta Elena y los de la infanta Cristina. Pero en estos 10 años han sido ignorados totalmente. No han figurado representando al Estado ninguno de esos nietos del monarca emérito Juan Carlos. El rey ha logrado en estos 10 años que la familia real sea identificada solamente con sus dos hijas. Ha habido todo un mecanismo para que las niñas sean vistas como el futuro”, señala.
Por otro lado, el actual monarca también ha marcado distancia de su padre en cuestiones más simples como la entrega de títulos nobiliarios. El rey Juan Carlos I premió a Mario Vargas Llosa y al exentrenador de la selección española de fútbol Vicente del Bosque con marquesados, algo que no se ha visto en los últimos 10 años.
Pese a esa estrategia, el monarca español aún se enfrenta a problemas familiares no resueltos, principalmente en cuanto a su padre. De hecho, una de las mayores críticas que recibe por parte de los partidos políticos de izquierda es que los temas de corrupción que rodean al rey emérito aún no se han esclarecido.
“Felipe ha podido salir airoso de varios baches políticos, pero por el lado de las polémicas de su padre no se ha podido hacer nada. El exilio de Juan Carlos es un tema que no han podido manejar bien. Jurídicamente el rey es intocable, ese es el problema. Cuando él abdicó no acabaron los problemas. Si bien Felipe renunció a su herencia al inicio de la pandemia, jurídicamente eso no puede darse porque no ha muerto todavía el causante”, apunta Mera.
Los medios españoles coinciden en que Felipe se ha esforzado por labrarse una imagen de persona responsable y disciplinada. “El rey ha sabido sortear los problemas por su personalidad y su carisma. Es un hombre intachable, pero las salpicaduras del padre no se van ni se van a ir”, dice Mera.
Por eso, apunta el experto, si bien el monarca tiene una “imagen impecable”, el propósito es hacer de puente para salvar la institución para que le llegue limpia a su hija, porque las salpicaduras del padre aún le han llegado a él.
Ya a fines del 2023 la princesa de Asturias cumplió 18 años y juró cumplir sus funciones ante la Constitución, lo que la consagró como heredera al trono.