Isabel II, la monarca más famosa del mundo, alcanza este domingo el hito histórico de 70 años de reinado, en un momento en que sus apariciones pública se hacen menos frecuentes, desde que su salud comenzó a degradarse en octubre.
Única monarca en ejercicio del mundo con tanta longevidad, la reina británica no ha previsto nada especial para la ocasión.
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Tradicionalmente, el 6 de febrero es un día de recogimiento para ella en su finca de Sandringham. Ya que es a la vez la fecha de su acceso al trono en 1952 con solo 25 años y la fecha de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, al que estaba muy unida, a causa de un cáncer de pulmón a los 56 años.
No hay indicios de que este año vaya a ser diferente. No se ha anunciado de momento ningún acto público.
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La soberana, de 95 años, que sigue siendo muy popular, se trasladó discretamente a Sandringham, a tres horas al norte de Londres, el 23 de enero. Suele pasar allí dos meses en torno a Navidad y Año Nuevo, pero este año pospuso su partida del Castillo de Windsor debido a la variante ómicron del coronavirus.
Para celebrar el “jubileo de platino”, es decir los 70 años de reinado, la casa real anunció en enero cuatro días de grandes festejos en todo el país para principios de junio.
El tradicional “Trooping the Colour” o Desfile del Estandarte, que suele conmemorar anualmente su cumpleaños, inaugurará el largo fin de semana -del 2 al 5 de junio- con 1.400 soldados, 200 caballos y 400 músicos.
El 4 de junio está previsto un gran concierto en el Palacio de Buckingham y el 5 de junio unos 200.000 almuerzos del Jubileo, uno de los cuales en Windsor espera batir el récord mundial del mayor picnic, con unos 1.600 participantes.
También se han anunciado un concurso de postres y una reconstitución histórica de sus 70 años de reinado, que mezclará la tradición británica con artistas callejeros.
Pero de momento la reina disfruta de la paz y la tranquilidad de Sandringham donde, según la prensa británica, se instaló en Wood Farm, una casa de campo de cinco habitaciones, que era la preferida de su fallecido esposo, el príncipe Felipe, en lugar de la suntuosa mansión de la finca.
En esa casa, desde la que se ve el mar del Norte, se retiró en 2017 el príncipe Felipe, fallecido el pasado abril, antes de que la pandemia le obligara a volver a Windsor.
Le gustaba pasar los días allí leyendo, pintando y paseando. Y también Isabel II disfrutaba en este lugar, cuando podía, de una vida libre de la habitual pompa real.
Sandringham, un lugar especial
Sandringham siempre ha sido un lugar especial para ella: además de la residencia de retiro de Felipe, fue allí donde murieron su padre, su abuelo Jorge V y la madre de Jorge V, la reina Alejandra.
Desde la degradación de su salud en octubre, cuando sus médicos le aconsejaron reducir sus actividades, las apariciones públicas de la reina han sido escasas.
La última se remonta al mensaje de Navidad grabado que dedicó en gran parte a su “querido Felipe”, reconociendo lo mucho que echaba de menos su mirada “traviesa” y su risa. Estuvieron casados 73 años.
Antes de Isabel II, sólo dos monarcas en la historia alcanzaron los 70 años en el trono: Luis XIV, rey de Francia, que reinó durante 72 años y 110 días desde 1643 hasta 1715, y el rey Bhumibol Adulyadej de Tailandia (70 años y 126 días desde 1946 hasta 2016).
Las últimas semanas no han sido fáciles para la reina. A mediados de enero retiró a su hijo Andrés, a menudo descrito como su favorito, todos los títulos militares y patrocinios, cerrándole la puerta a cualquier regreso a la vida pública.
Después de que un juez se negara a archivar el caso, Andrés se expone a un posible juicio en otoño en Nueva York por agresión sexual hace 20 años a una menor supuestamente proporcionada por el difunto pederasta Jeffrey Epstein.
Una sombra sobre las celebraciones del jubileo, que la reina hubiera preferido evitar.
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