La reina Isabel II ha sido comparada como el pegamento invisible que mantenía unida a Gran Bretaña. Algunos consideran que el reinado de Carlos III verá cómo esos lazos se sueltan, lo que dará un mayor impulso a la búsqueda de independencia de Escocia.
Pero el hecho de que la reina falleciera la semana pasada en el Castillo de Balmoral, en sus queridas Tierras Altas de Escocia, ha puesto a Escocia en el centro de la atención en medio de las conmemoraciones seguidas por el mundo. Esto ha servido como un recordatorio de los profundos lazos de la reina con Escocia y podría ser un impulso para la unión.
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El historiador escocés Tom Devine dijo que por una “serendipia extraordinaria” la reina falleció en Escocia y “fue posible que el mundo apreciara la relación entre la reina y este país”.
La reina tenía un fuerte vínculo con Escocia. Además de pasar sus veranos en Balmoral, su madre, la fallecida reina madre, era escocesa, y cuando era niña, Isabel creció jugando en la residencia de sus abuelos, el castillo de Glamis, centro de Escocia. Escocia, Gales e Irlanda del Norte son parte del Reino Unido, pero tienen historias distintas, y lazos complejos con Inglaterra, que domina el Reino Unido, tanto en población como en política.
Algunos nacionalistas galeses se opusieron a que el título de príncipe de Gales fuera conferido al príncipe Guillermo, un título que se otorga al primero en la línea de sucesión al trono británico tras la conquista inglesa de Gales en el siglo XIV.
Conflicto
El estatus de la monarquía siempre ha sido frágil en Irlanda del Norte, donde hay dos comunidades principales: los unionistas, que se consideran británicos, y los nacionalistas que se ven como irlandeses. Esta separación alimentó las décadas de violencia del conflicto norirlandés, conocido en inglés como The Troubles, y continúa siendo una gran división. Pero en una señal de lo lejos que ha llegado Irlanda del Norte en su camino hacia la paz, representantes del partido Sinn Fein, vinculado al Ejército Republicano Irlandés (IRA, por sus siglas en inglés), asistirán a los eventos conmemorativos de la reina en Belfast.
Escocia e Inglaterra han sido gobernadas por la misma monarca desde 1603, y se unificaron formalmente en 1707. Escocia tiene sistemas educativos y legales diferentes, desde 1999 también tiene su propio Parlamento.
La relación entre el gobierno conservador de Gran Bretaña en Londres y la administración proindependentista de Escocia en Edimburgo, es tensa. El ex primer ministro Boris Johnson, que dejó el cargo la semana pasada, no era popular en Escocia, donde la mayoría se oponía a su proyecto emblema, el Brexit. Johnson encabezó la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea tras un referéndum en 2016 en el que el país apoyó la salida, aunque Escocia votó por permanecer en el bloque.
Devine dijo que el gobierno de Johnson había mostrado “una reducción en su respeto para Escocia como una nación histórica”.
“Esa actitud de falta de respeto molestó considerablemente al electorado escocés en los últimos años’', dijo. “Pero todavía hay un fuerte sentido de que la monarquía, especialmente en la persona de la reina, conserva ese respeto”.
En 2014, Escocia hizo un referéndum para permanecer como parte del Reino Unido. Los votantes rechazaron la independencia por 55% contra 45% en lo que fue anunciado como una decisión única en una generación. El gobierno del Partido Nacional Escocés, en Edimburgo, está impulsando un nuevo plebiscito independentista, argumentando que el Brexit ha cambiado radicalmente el paisaje político y económico.
La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, que se reunió ayer con el rey, prometió realizar esa votación en octubre de 2023. Pero la nueva ministra británica Liz Truss, al igual que Johnson, dice que su gobierno no estará de acuerdo y sin su aprobación, el referéndum no sería vinculante. En medio de este impasse, Sturgeon apeló ante la Corte para convocar a un referéndum propio. El caso será tratado el próximo mes.
Como monarca, Carlos debe permanecer neutral políticamente. Su madre causó revuelo en 2014 cuando dijo que los escoceses debían pensar “muy cuidadosamente” antes de votar, una declaración que fue considerada por muchos opuesta a la independencia.
Pero incluso después de ese comentario, la reina siguió siendo ampliamente respetada por la gente en ambos bandos. Sturgeon elogió hoy a Isabel como “la reina de los escoceses’' y “la gran constante, el ancla de nuestra nación”.
Pauline Maclaran, una experta en cultura de la realeza en el Universidad Royal Holloway de Londres, dijo “está por verse si Carlos puede suscitar la misma lealtad” que su madre.
“Habrá un período de luna de miel para Carlos, creo, en el que todos, por respeto, pero también por sus propios sentimientos, prescindirán de sus demandas de independencia”, dijo. Pero agregó que ese período no durará. “Creo que (las exigencias por la independencia escocesa) volverán. Y creo que la pregunta completa será ¿qué tanto puede construir Carlos sus lazos con ellos?, ¿qué lazos tiene él? Esa será una de sus pruebas, sin duda”, dijo.
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