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Gran Bretaña quiere reducir la edad de voto a 16 años: otros países que ya lo aplican y cuál es el panorama en nuestra región
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El gobierno del Reino Unido anunció este 17 de julio sus planes de reducir la edad de voto de 18 a 16 años, medida que entraría en vigor de cara a las próximas elecciones generales del país, programadas para el 2029.
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“Es importante que los jóvenes de 16 y 17 años tengan derecho a votar, porque son lo suficientemente mayores como para salir a trabajar y pagar impuestos, por lo que contribuyen”, declaró Keir Starmer, primer ministro del país.
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“Los jóvenes ya contribuyen a la sociedad trabajando, pagando impuestos y sirviendo en el Ejército. Es justo que puedan expresar su opinión sobre los temas que les afectan”, dijo por su parte Angela Rayner, viceprimera ministra.

El cambio homologaría la edad de voto en el Reino Unido, debido a que en Escocia y Gales sí se ha oficializado previamente el derecho a sufragio para los ciudadanos a partir de los 16 años, mientras que en Inglaterra e Irlanda del Norte el sufragio sigue situándose a partir de los 18 años.
Las modificaciones a las reglas electorales que busca aprobar el Gobierno británico también incluyen la simplificación del registro de votantes y una normativa más estricta para los aportes a los partidos políticos, sobre todo los que llegan desde el extranjero.
La propuesta del gobernante Partido Laborista todavía debe ser aprobada por el Parlamento británico.
Rango cambiante
La edad de voto ha evolucionado desde la instauración de los sistemas democráticos modernos y hasta la primera mitad del siglo XX la edad mínima de voto se situaba en los 21 años de forma generalizada.
Hubo un antecedente de introducción de derecho al voto a partir de los 18 años en la República de Transvaal (actualmente parte de Sudáfrica) a fines del siglo XIX, aunque dentro de un marco que favorecía claramente a los descendientes de neerlandeses.
Se suele considerar que el primer país en oficializar el derecho a voto a partir de los 18 años fue la difunta Checoslovaquia en 1946. Durante las décadas siguientes otros países occidentales seguirían esa línea.
Reino Unido redujo la valla a 18 años en 1969 al igual que Canadá, mientras que Alemania lo hizo un año más tarde y Estados Unidos siguió el mismo camino en 1971.
Actualmente la gran mayoría de los países del mundo tienen como edad mínima de votación los 18 años, aunque unos cuantos han conservado el límite de 21 años hasta la actualidad. Entre estos últimos se encuentran estados como Omán, Tonga, Líbano o Singapur.
Brasil introdujo el sufragio desde los 16 años en su Constitución de 1988, aunque este solo es obligatorio desde los 18 años en adelante. En el 2007 Austria fue el primer país europeo en legalizar el voto para los jóvenes de 16 años en elecciones generales.

Hasta el momento los países que permiten el voto desde los 16 años para todas las elecciones nacionales son: Brasil, Austria, Nicaragua, Cuba, Argentina, Ecuador y Malta.
Otros países en que permiten el sufragio desde esa edad con limitaciones son Alemania, Bélgica, Estonia, Suiza y Reino Unido. Por ejemplo, en el caso alemán, los ciudadanos de 16 y 17 años participan en los comicios estatales y locales de varios territorios y pueden hacerlo de forma general en las elecciones al Parlamento Europeo. En estados como Suiza o el mismo Reino Unido, el voto desde los 16 años solo es oficial para comicios en ciertas unidades territoriales, pero no en todo el país.
Promesas y condicionantes
La reducción de la valla etaria para el voto fue una propuesta de campaña del hoy gobernante Partido Laborista en las pasadas elecciones del 2024. Entre los argumentos para la reforma, la agrupación oficialista indica que se busca la “modernización” del sistema democrático y crear nuevos estímulos para combatir un creciente desinterés electoral.
Los comicios del 2024 fueron los de menor implicación ciudadana desde el 2001, con una participación del 59,7% que supuso un descenso llamativo comparado con el 67,3% registrado en las votaciones del 2019.
La modificación de la edad mínima de votación se produce en un contexto de marcado descenso en la popularidad del gobierno laborista y con un escenario político preocupante. Un sondeo de Ipsos publicado a inicios de julio indicaba que solo el 25% de encuestados veía probable que Keir Starmer ganara la próxima elección, mientras que el 29% respondió negativamente al ser consultado sobre la capacidad del primer ministro de unir a su partido.
Enzo Elguera, analista político e internacional y CEO de Imasolu, considera que a pesar de esas circunstancias la gestión de Starmer tiene argumentos para intentar cumplir su promesa electoral en torno a la edad de sufragio.
“La propuesta de reducir la edad mínima de voto a 16 años responde a una combinación de varios factores institucionales, sociales y políticos. Desde un punto de vista institucional se busca dar una homogeneidad al sistema electoral del Reino Unido, donde Escocia y Gales ya tienen el derecho al voto desde esa edad. Por el lado social, se debe mencionar que desde los 16 años los jóvenes británicos ya asumen responsabilidades de adultos: trabajan, tributan o incluso pueden enlistarse en el Ejército”, explica Elguera.

“En el plano político, el Partido Laborista está en el poder y responde a la promesa electoral de impulsar esta reforma y obtuvo una mayoría amplia, pero desde ese entonces la popularidad de la agrupación ha ido disminuyendo. Esto apunta a frenar esta baja en la aprobación, hacer un esfuerzo adicional y mostrarse como un gobierno que cumple con su agenda de campaña y también a ampliar su base a un electorado potencial que pueda ser más receptivo”, añade el especialista.
La reforma planteada por los laboristas no ha sido bien recibida por la oposición, que la califica como oportunista, arbitraria e innecesaria.
“Es un intento descarado del Partido Laborista, cuya impopularidad los está intimidando para que realicen importantes cambios constitucionales sin consulta previa”, dijo al respecto Paul Holmes, legislador del Partido Conservador.
Según medios internacionales como The New York Times, la medida podría tener sentido de cara a un interés por parte del Partido Laborista, debido a que diversas encuestas han mostrado una preferencia de los votantes británicos jóvenes por los partidos de izquierda, aunque dicha situación parece haber empezado a mostrar más matices.
Un estudio de YouGov publicado en enero de este año indicaba que los laboristas lideraban las preferencias de los británicos de entre 18 y 24 años con un 36%, mientras que el Partido Verde los seguía con un 22%. En ese sector los conservadores apenas llegaban al 5%, siendo superados por Reform UK, la agrupación de derecha populista liderada por Nigel Farage, antes llamada Partido del Brexit.
En ese escenario, el Partido Conservador no solo enfrenta la amenaza de la izquierda entre un grupo electoral que se ampliaría, sino también ve la posibilidad de ser desplazado en el espectro de derecha por Reform UK.
Para Enzo Elguera, la respuesta de los conservadores es racional dentro del marco político, pero explica que no solo por razones de voto a futuro, sino también como una respuesta al contexto inmediato.
“Los contrincantes políticos como una medida de estrategia comunicacional pueden sabotear esta reforma y buscar las observaciones. No les faltan argumentos para poder equiparar el nivel de la responsabilidad, que (en los menores de 18 años) es parcial”, explica.
La parcialidad de responsabilidades a la que hace referencia el analista se refiere a las acciones que los jóvenes de 16 y 17 años no pueden realizar: participar en combates militares, contraer matrimonio, comprar bebidas alcohólicas y participar en juegos de azar. Bajo su juicio, quien se oponga a ampliar la base electoral a los más jóvenes podría argumentar que estos no tienen obligaciones plenas con respecto al resto de votantes.
En ese sentido, la oposición a la medida podría haber sido un escenario probable si es que el Partido Laborista hubiera sido oposición en este mismo periodo.
“Por otro lado, es también cierto que el contexto sociocultural de otras regiones vecinas determina o puede terminar siendo una situación aspiracional, pero como medida política la oposición considerarla una debilidad hacia ellos, porque no es una propuesta ni bandera suya y el temor es que finalmente, los laboralistas terminen teniendo algún tipo de capitalización sobre este grupo joven. Lo que queda es evidentemente sabotear esto y si la medida llegaba desde un gobierno de derecha, los socialistas hubiesen tenido que hacer las mismas observaciones”, argumenta Elguera.
Finalmente, para el analista, cualquier margen de ganancia política dependerá a fin de cuentas del éxito y eficiencia del gobierno de turno.
Una investigación de la Universidad de Oxford en el 2021 señalaba que la reducción de la edad de voto no mostraba reacciones negativas en los países que la habían aplicado. Por el contrario, se halló que los jóvenes mostraban mayor interés en la política a partir de su inclusión en el electorado, aunque precisaba que la evolución de la situación política siempre debía ser un factor a analizar en todos estos casos.
¿Es aplicable en nuestra región?
Países como Brasil, Argentina y Ecuador han oficializado el voto a partir de los 16 años, pero a diferencia del caso europeo, en la región la ampliación de la valla electoral ha tenido un trasfondo distinto del europeo.
Una primera diferencia importante se da en torno a las responsabilidades legales y la independencia económica, debido a que los jóvenes no necesariamente tienen obligación de tributación como en el Reino Unido. Según Elguera, esto último y el afán de captar votos sí son mucho más obvios en el contexto latinoamericano que en el europeo.
“En América Latina, evidentemente la situación es diferente porque aquí no hay una propuesta institucional porque estos jóvenes, por ejemplo, no pagan impuestos, pero sí tienen acceso a la votación. En segundo lugar, en América Latina no es una tendencia de reforma porque en aquellos lugares donde se ha implementado ha sido más con afán populista para ampliar la base electoral”, menciona el CEO de Imasolu.
En opinión del experto, sí podría haber coincidencia entre la realidad británica y el contexto sudamericano en que estas medidas no serán relevantes electoralmente si el gobierno que las impulsa tiene una mala gestión.
“Esto al final no necesariamente termina favoreciendo a las agrupaciones políticas porque todos los partidos van a querer captar a estos jóvenes. El partido que les dio la opción de votar puede ser ineficiente en otro tipo de campos como el empleo juvenil, y al final los políticos de oposición pueden ganarse esta base electoral. Nada garantiza que ese grupo de votantes va a favorecer al gobierno de turno o a quienes propongan la medida”.
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