Desde hace 40 años, cada 2 de abril los argentinos recuerdan la dolorosa herida que les dejó la Guerra de las Malvinas. Aunque tras la derrota militar ante los británicos, la dictadura buscó borrar la causa y le dio la espalda a los soldados que combatieron, ahora el Estado argentino persiste en su estrategia de reposicionar el tema a nivel diplomático y seguir reclamando la soberanía de las islas.
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A propósito de la fecha central, El Comercio conversó con el embajador Guillermo Carmona, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, quien no dudó en recordar el incondicional apoyo del Perú durante la guerra.
“Guardamos el eterno agradecimiento al acompañamiento del pueblo peruano y de los gobiernos peruanos, que han tenido un nivel de compromiso difícil de igualar, y eso nosotros lo tenemos muy presente”, expresó desde Buenos Aires.
—La conmemoración de los 40 años de Malvinas ocurre en este contexto de guerra en Ucrania y de preocupación mundial por el alza de los precios. ¿La comunidad internacional está siendo receptiva actualmente con la Cuestión Malvinas en medio de esta coyuntura?
Creo que en todo el mundo estamos preocupados por esta guerra que se ha desencadenado en Europa e impactados por lo que está representando internacionalmente, pero también hay un aspecto que es destacable en este contexto: que la mayoría de los países del mundo han reclamado respeto a la integridad territorial de un Estado, en este caso de Ucrania, y entre los países que primero lo hicieron está Gran Bretaña. Pero en el caso del Reino Unido se exhibe un doble estándar porque reclama en Europa que se respete la integridad territorial de Ucrania, y al mismo tiempo viola la integridad territorial de la República Argentina desde hace 189 años. Entonces, esto habla de una doble vara y una posición internacional que resulta reprochable desde todo punto de vista, por lo tanto, el conflicto que está ocurriendo en Europa es para nosotros una ocasión para poner en valor la posición respecto de Malvinas, y vemos que hay una receptividad de parte de muchos Estados en función de exigir que se respete también la integridad territorial de nuestro país.
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—Hace unos días terminó una gira polémica del príncipe William y su esposa en el Caribe, donde se puso de manifiesto la intención de algunos países de ya no ser dependientes de la corona británica…
Sí, hemos seguido con mucha atención los acontecimientos que han ocurrido en el Caribe. El año pasado Barbados decidió salir del Commonwealth, la mancomunidad británica de naciones, convirtiéndose plenamente en una república. Ya era un estado independiente, pero mantenía el reconocimiento a la reina británica como monarca. También hemos visto con mucha atención las reacciones en Belice y recientemente en Jamaica, que dan cuenta de movimientos antimonárquicos que buscan cortar todo tipo de dependencia, aunque sea formal, con el Reino Unido. Creemos que hay un fuerte componente que busca no solamente borrar esos vestigios formales de colonialismo británico que aún subsisten, sino también que plantean una interesante revisión histórica sobre la actuación del imperialismo británico en contra de los pueblos nativos de varios lugares del mundo. El reclamo que se manifestó ahora en Belice y Jamaica respecto a las prácticas esclavistas de los británicos resulta muy significativo. Esto tiene un marco general similar al que Argentina sostiene frente al Reino Unido por Malvinas, porque tengamos en cuenta que en 1833 una invasión británica desplazó a las autoridades argentinas y habitantes originarios para implantar ahí una población británica funcional al colonialismo, y creemos que hay un lazo común. La lucha contra el colonialismo continúa, es una causa justa por el reconocimiento del derecho de los pueblos, a la integridad territorial, son casos muy significativos que tienen que ver con nuestra causa nacional.
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—¿Después de estos 40 años, la sociedad argentina se ha reconciliado con la historia pese a este proceso de ‘desmalvinización’ que se impulsó desde la dictadura?
Tengo la convicción de que Malvinas es una causa nacional que compartimos los argentinos y argentinas, y es una causa que es compartida por muchos en la región y en el mundo que luchan contra los últimos vestigios de colonialismo. Si bien hay expresiones de ‘desmalvinización’ que operan de forma permanente, generalmente proveniente del ‘poder blando’ [o ‘soft power’] del Reino Unido que se expresa en la región. Pero considero que hay una contundente identificación del pueblo argentino, de América Latina y el Caribe, de muchos pueblos en el mundo en esta lucha contra el colonialismo.