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La agricultura y el campesino en Perú
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La agricultura y el campesino en Perú

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Cada 24 de junio celebramos el Día del Campesino, fecha que reconoce su labor como impulsor y generador de la riqueza agrícola. Pero ¿realmente los reconocemos? Mientras los campos de agroexportación florecen en la costa, millones de pequeños agricultores en sierra y selva apenas sobreviven, siendo ellos quienes realizan los esfuerzos por mantener alimentada a la población. El campo peruano vive una paradoja: la agricultura representa apenas el 5.6 % del PBI, pero da empleo a más de una cuarta parte de la población. Es decir, sostiene muchas vidas, aunque no siempre con dignidad.

En los últimos 20 años, el país ha construido una historia de éxito agroexportador. Gracias a reformas económicas, beneficios tributarios, y al esfuerzo de agricultores modernos nuestras frutas y hortalizas hoy recorren el mundo. Las divisas del sector pasaron de 643 millones en el año 2000 a casi 9 mil millones en 2021. Pero este boom no ha alcanzado al campesinado que vive del autoconsumo, aislado, sin acceso a fertilizantes, créditos ni mercados.

De los 2.19 millones de unidades agropecuarias, más de 1.5 millones están en situación de subsistencia o infra subsistencia. El 74.7 % requiere intervenciones urgentes, no solo agrícolas, sino multisectoriales: salud, educación, conectividad y financiamiento. De lo contrario, seguirán atrapadas entre la pobreza y el abandono.

Eso sí, hay una franja de pequeños productores —unas 539 mil unidades— con potencial para crecer. Pero incluso entre ellos, más del 80 % no usa semillas mejoradas ni recibe capacitación técnica. ¿Cómo competir así en un mercado global? A ellos hay que apuntar. Mejorar su productividad y conectividad no solo les permitirá salir de la pobreza, sino también arrastrar consigo al resto del mundo rural.

La clave está en los productos transables, aquellos que pueden exportarse y absorber mejoras tecnológicas sin que los precios colapsen. Si se apuesta por ellos y se eliminan las barreras logísticas y financieras, se puede dinamizar la economía rural desde adentro.

Este Día del Campesino, más que discursos, el Perú necesita visión. Una política agraria que abrace la diversidad del territorio y entienda que desarrollo rural no es solo sembrar más, sino sembrar mejor, y sembrar oportunidades. Celebrar al campesino implica garantizarle oportunidades, no solo gratitud. Porque donde hoy vemos pobreza, también hay resiliencia, saber ancestral y una enorme capacidad de transformación. Ese es el reto de la política pública, no celebrar la pobreza sino el desarrollo del campesino.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Daniel De la Torre Ugarte Pierrend es Profesor de Economía e investigador en la Universidad del Pacífico

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