Ensayar frases para evadir la realidad se ha convertido en una pobre y vergonzosa herramienta de nuestra quimérica comunicación política. Y esta semana nuevamente hemos sido testigos de ello.
¡Vaya herencia la de esta sucesión presidencial (por si alguien aún cree que estamos ante un gobierno nuevo)! Hemos pasado del “nunca leo los periódicos y no miro la televisión” al “a palabras necias, oídos sordos”; frases usadas por Pedro Castillo y Dina Boluarte, respectivamente. ¿Qué tienen en común sus autores?
Pues ambos coinciden en hacer política ‘off line’ de la realidad y, en un gesto atrevido y osado, han ido más allá intentando vendernos la idea de que las críticas por sus errores les dan igual y que el ruido mediático solo fortalece sus ganas de trabajar por nuestro país.
Un país que rechaza su forma de gobernar y que lo sigue demostrando. Si no, repasemos lo que ocurrió en el norte. Piura ha sido un termómetro más de esa desaprobación que la presidenta no quiere ver. El último jueves, mientras se trasladaba a Sullana para inaugurar un colegio y un centro de salud, fue interceptada por un grupo de pobladores que exigían justicia por la muerte de una niña a manos de delincuentes.
Una de las vecinas gritaba frente al cordón policial: “esa no es nuestra presidenta, en Sullana todos los días matan y la policía [está] de adorno”. Y así podríamos enumerar ejemplos diarios de la frustración real que vivimos frente a la crisis de inseguridad ciudadana. Crisis a la que el Ejecutivo respondió siendo cómplice del Congreso al no observar la nueva ley de crimen organizado y al mantener en el cargo al cuestionado ministro del Interior Juan José Santiváñez, que parece estar dándole sentido a su frase “para subir, todo vale”. Lo que no vale es instrumentalizar el puesto en medio de la desesperación por trabajar y emprender sin ser acechados por la delincuencia. Lo que no vale es que no se entienda que no habrá ‘Amanecer seguro’ para quien la noche anterior murió cuando regresaba a casa, bolsiqueado por delincuentes que disparan a matar por un celular o una mochila. Lo que no vale es ensayar estrategias que solo sirven para el panel publicitario del ministro.
Ha sido una semana más de señales del hartazgo de los principales protagonistas: nosotros, los ciudadanos. Ya se lo habrá contado su ‘wayki’, el gobernador regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, que corrió la misma suerte en Mollepata donde también los pobladores le increparon y abuchearon.
A la presidenta, fiel a su estilo refranero, toca recordarle que: “a lo hecho, pecho”.