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El centenario del retorno de Tarata
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El centenario del retorno de Tarata

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Al conmemorarse el centenario del retorno de la provincia de Tarata al Perú, es oportuno reflexionar sobre el valor del pueblo tarateño y el rol del Servicio Diplomático de la República en defensa de los intereses del Estado peruano, honrando a quienes con dignidad y firmeza reafirmaron nuestra identidad como nación unida y resiliente. Esta efeméride evoca un acto de justicia histórica e invita a valorar nuestra diplomacia, siempre comprometida con la protección de nuestra soberanía.

Cuando se creó el departamento de en 1875, estaba conformado por tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. Luego de que en el Tratado de Ancón de 1883 se dispusiera la posesión temporal del Gobierno Chileno sobre las provincias de Tacna y Arica por un plazo de diez años, al cabo del cual un plebiscito decidiría el destino de ambas, Tarata también fue ocupada –indebidamente– por Chile. Este plazo venció en 1893, sin que se celebrara el plebiscito.

Durante casi 30 años, el Perú denunció el incumplimiento chileno del tratado y la ocupación indebida de Tarata. En la década de 1920, Estados Unidos asumió un papel decisivo al convocar las Conferencias de Washington de 1922, en las que el Perú y Chile decidieron someter tres cuestiones al arbitraje del presidente estadounidense: la viabilidad del plebiscito, sus condiciones y el destino de Tarata.

En sus alegatos, Chile argumentó que el territorio sujeto a plebiscito también comprendía la parte de la provincia de Tarata que se encontraba al sur del río Sama –la cual venía ocupando desde 1883–, porque el fijaba este curso de agua como la frontera norte del territorio de las provincias de Tacna y Arica.

La delegación peruana replicó que en el tratado solo se previó la posesión chilena sobre las provincias de Tacna y Arica, y no sobre Tarata. Asimismo, demostró geográficamente que el río Sama no podía servir como frontera norte, haciendo inviable el alegato chileno. Finalmente, subrayó que en el tratado las partes no acordaron la posesión chilena sobre todo el departamento de , conformado por tres provincias: Tacna, Arica y Tarata.

El presidente Calvin Coolidge acogió los argumentos peruanos en su laudo de 1925: concluyó que la intención de las partes en el Tratado de Ancón era clara y solo se refería a las provincias de Tacna y Arica, y declaró que la descripción del río Sama era geográficamente inexacta. Por ello, decidió que ninguna parte de Tarata estaba incluida en la posesión temporal chilena, y que esta solo alcanzaba a Tacna y Arica.

El 1 de setiembre de 1925 se concretó el retorno de la provincia de Tarata, con el izamiento del pabellón nacional en su capital, un acto solemne cargado de emoción. Tras décadas de incertidumbre, luego de una guerra no deseada y no buscada por el Perú y que además intentó impedir con la misión Lavalle, los tarateños celebraron el reencuentro con la patria a la que habían anhelado retornar. La ceremonia animó un profundo sentimiento patriótico en todo el país: el gobierno dispuso que en todos los colegios se izara nuestra bandera, se entonara el himno nacional y se dictara una lección sobre la historia de Tarata.

Hoy, la memoria de Tarata nos recuerda que la soberanía se defiende con firmeza, diálogo y respeto al derecho internacional. Este retorno es símbolo del temple del pueblo peruano y del profesionalismo de su diplomacia, que supo sostener, con sólidos argumentos jurídicos, un derecho irrenunciable.

La conmemoración del retorno de Tarata constituye un homenaje a la resistencia indoblegable del pueblo peruano –que ha transformado la memoria histórica en orgullo nacional– y a su profundo compromiso con la defensa de la soberanía y la construcción de un futuro de paz, unidad y desarrollo al servicio de la grandeza del Perú.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Elmer Schialer Salcedo es ministro de Relaciones Exteriores.

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