El está desarrollando una encomiable labor de rescate de figuras notables de nuestra vida republicana, algunas de las cuales han estado prácticamente olvidadas. Se trata de personajes que nos pueden enseñar a construir, con perspectiva histórica, una sociedad mejor. Así, se ha presentado la exposición virtual “21 intelectuales peruanos del siglo XX”, que incluye a once mujeres que, además de sus méritos intelectuales o artísticos, supieron poner de relieve lo valioso del aporte de la mujer en un contexto tan distinto del nuestro. Como toda selección es muy difícil de hacer, en estas líneas quisiera “rescatar” a una duodécima mujer intelectual, a la que considero –entre otros méritos– la primera historiadora del Perú del siglo XX.

En el Perú del siglo XIX y de inicios del XX abundaban los aficionados a la historia, que escribían textos divulgativos, o meras narraciones, sin mayor aporte original. Sin embargo, si por historiador entendemos a un autor e investigador que sigue ciertas reglas metodológicas, que llega a conclusiones a partir del estudio y la valoración de fuentes diversas, y que presenta un aparato crítico, hablamos de menos personas. En ese sentido, considero que Zoila Aurora Cáceres (1872-1958) –hija, por cierto, de Andrés Avelino Cáceres– es la primera mujer a la que podemos calificar de historiadora en el Perú.

En 1921 –hace exactamente cien años– Zoila Aurora publicó en Lima una muy rigurosa investigación histórica: “La campaña de la Breña. Memorias del Mariscal del Perú D. Andrés A. Cáceres. Narración histórica escrita por Z. Aurora Cáceres (Evangelina)”. A pesar de lo que pudiera pensarse por el título, los recuerdos del mariscal Cáceres constituyeron solo una de las muchas fuentes que ella utilizó para preparar su texto, en el que presentó una historia integral de la campaña de la Breña –aunque circunscrita solo al año de 1881– durante la . Para ese proyecto hizo una prolija investigación en archivos de diversas entidades públicas peruanas, y analizó documentación privada, al igual que fuentes periodísticas. Llegó a conclusiones a partir del cotejo de las fuentes, indicó también la lista bibliográfica en la que se apoyó y presentó notas a pie de página brindando sus fuentes o haciendo aclaraciones. En definitiva, fue un trabajo metódico-documental en el que notamos también la influencia positivista, recibida probablemente en los años en los que vivió en Francia. Además de las casi quinientas páginas de su texto, añadió otras tantas con transcripciones de documentos. En su trabajo demuestra su afán por ser objetiva y ponderada: “No me asiste otro sentimiento […] sino el deseo de que se conozca la verdad”. Obviamente, no manejaba un cuerpo teórico como un historiador de nuestros días, pero era consciente de la importancia de los criterios metodológicos.

Evangelina –que fue el seudónimo con el que generalmente se conoció a Zoila Aurora– fue también una notable creadora literaria: escribió cuentos, novelas, ensayos y crónicas de viajes. Mujer cosmopolita, vivió en diversos países de Europa durante muchos años. A inicios del siglo XX vivió en París, y probablemente haya sido la primera mujer hispanoamericana graduada en la Universidad de la Sorbona, en su Escuela de Altos Estudios Sociales (1906). Allí se casó con el célebre escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, aunque el matrimonio duró muy poco. Se vinculó con intelectuales de primera importancia, como lo demuestra el hecho de que Rubén Darío le prologara uno de sus libros y Amado Nervo, otro.

En su producción intelectual destaca su defensa de la mujer. Mención especial merece su libro “Mujeres de ayer y de hoy” (París, 1909), ensayo histórico en el que resaltó el rol de la mujer a lo largo del tiempo, exaltó el feminismo y afirmó que a las mujeres les correspondían “las mismas prerrogativas civiles y políticas” de los hombres. En la primera década del siglo XX participó en el Congreso Nacional Feminista de París y entre 1940 y 1945 representó al Perú en la Comisión Interamericana de Mujeres, con sede en Washington. Tanto en Europa como en el Perú desarrolló una influyente labor –como conferencista o animando la creación de agrupaciones diversas– en defensa de los derechos de la mujer. Además, durante muchos años fue colaboradora de este Diario. Por todo ello, considero muy oportuno destacar la importancia de su figura.

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