Iván Alonso

No habían pasado ni 24 horas de la promulgación de la Ley de Modernización del Sistema Previsional Peruano, y ya la congresista Sigrid Bazán estaba presentando un proyecto de ley para derogar una de sus principales reformas: la prohibición para los afiliados que hoy tengan menos de 40 años de retirar el 95,5% de su fondo al momento de jubilarse. Más allá de lo bueno o malo de esa prohibición, la aprobación de este proyecto significaría echar a perder lo más rescatable de la nueva ley, que es la esperanza de que el debate sobre la reforma de haya por fin terminado.

La congresista Bazán quisiera también, como tantos otros, que haya más competencia en el mercado de las –otro de los objetivos de su proyecto–, pero no se da cuenta, quizás, de que reabrir el debate es la manera más efectiva de mantener a raya a los potenciales competidores. ¿Por qué, si no, no han aparecido más en todos estos años? El capital necesario para abrir una AFP no es gran cosa, y la rentabilidad es atractiva si se la compara con la de los bancos y las compañías de seguro. El riesgo del negocio no es grande, pero el riesgo regulatorio sí. Es difícil, sin embargo, que alguien se anime a entrar al mercado cuando se habla, como se viene hablando desde el 2017, si no antes, de sustituir a las AFP por gestores de portafolio contratados por un cuasi ministerio de pensiones mediante una licitación.

La afiliación por defecto al sistema público de los jóvenes que, al cumplir los 18 años, no elijan afiliarse al sistema privado puede ser el punto de partida para que haya más competencia. Esa disposición ha sido criticada por quienes ven en ella una sonda para mantener con vida por muchos años a la ONP, ¿pero cómo podría una ley compelirlos a que se afilien a una entidad privada en particular, la que detenta el privilegio temporal de captar nuevos afiliados? Lo que debería hacer ahora esa AFP es salir a buscar a esos jóvenes y convencerlos de que el sistema privado es mejor para que desde un principio se afilien a él o se trasladen a él apenas comiencen a trabajar.

Ojalá pudieran hacerlo todas las AFP a la vez. Pero lamentablemente se ha perdido la oportunidad de acabar con las malhadadas “subastas” de afiliados, que han reducido la competencia por precios a un día cada dos años.






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Iván Alonso es Economista