Después de haber sido afectados por una caótica gestión que generó un retorno tardío y desigual a la presencialidad, millones de están por fin de vuelta en los colegios, sin las restricciones impuestas por la pandemia. Pero este regreso llega con serios problemas que no parecen ser atendidos.

Esta semana El Comercio reveló que más del 60% del material escolar del no ha sido entregado a los colegios públicos del país. De las 249 UGEL que existen, 31 tienen un avance de 0% (la mayoría en Cajamarca, Cusco y Amazonas) y solo en cuatro regiones se superó el 50% de entrega.

Millones de niños no solo han regresado a escuelas que no tienen libros, sino que tampoco cumplen condiciones básicas. Más del 80% de los locales educativos públicos y privados tienen deficiencias de infraestructura y el 29% se encuentra en riesgo de demolición. Estos se ubican, sobre todo, en Puno, Huánuco, Cusco, Ayacucho, Amazonas, Apurímac y Cajamarca, según ECData.

Y no podemos pasar por alto otra realidad de la que nadie habla. Según el portal SíseVe, solo el año pasado se denunciaron 2.432 casos de abuso sexual en los colegios. El 72% de las víctimas fueron alumnos de secundaria, el 62% de los denunciados fueron trabajadores de las escuelas y hasta la fecha no se han cerrado ni la mitad de los casos.

¿Cómo pretendemos que los niños desarrollen sus capacidades bajo estas condiciones? ¿Es la escuela realmente una prioridad en nuestro país? En alianza con Unicef, El Comercio tiene el programa Corresponsales Escolares, que ya suma más de dos mil alumnos de 22 departamentos. Este mes daremos la bienvenida a la quinta promoción. Ellos son libres de escoger los temas que quieran tratar guiados por más de 30 periodistas del Diario.

En pueden encontrar sus artículos. Verán, por ejemplo, que los chicos del colegio Donayre de Iquitos reciben clases en un espacio sin agua potable, sin ventilación y en aulas de triplay. O encontrarán la crónica de cuatro corresponsales de Paucartambo, quienes narraron cómo los costos de los paquetes de datos para acceder a la virtual agravaron la situación económica de sus padres. Muchos de sus amigos dejaron el colegio y buscaron trabajo en zonas de minería informal de Puerto Maldonado. Nunca más volvieron a clases. Un grupo de estudiantes tacneños realizó una encuesta a 100 compañeros y el 62% reconoció que su rendimiento académico cayó con la virtualidad. Sienten que durante dos años “no aprendieron nada”.

El Perú enfrenta una emergencia educativa desde hace muchos años que se profundizó con el COVID-19 con consecuencias que aún no llegamos a dimensionar. Urge impulsar alianzas público-privadas orientadas a generar soluciones. Y urge actuar ya. El Niño que llegará este año provocará nuevas suspensiones de clases, golpeará la economía familiar y gatillará la deserción escolar. Una generación entera de niñas, niños y adolescentes, que ya sufrió muchísimo, está en riesgo.

Juan Aurelio Arévalo Miró Quesada es el director periodístico de El Comercio