Muchas camisetas, pocas lealtades

La cantidad no garantiza la calidad. Nuestro sistema partidario es el mejor ejemplo de la certeza de ese cliché. Vivimos en una democracia en la que coexisten más de 40 partidos, y la proyección es de que lleguen al medio centenar. El próximo año elegiremos a nuestras autoridades nacionales en dos cédulas gigantescas plagadas de símbolos, algunos nuevos y otros conocidos. Las agrupaciones que deseen formar alianzas tienen un plazo ajustado (mayo de este año) para concretarlas e inscribirlas. El proceso electoral aún no ha sido convocado pero el horizonte ya asoma caótico.

En medio de este escenario confuso y conforme avanza la cuenta regresiva electoral, constatamos, como cada cinco años, que son muchos los partidos que tenemos pero pocas las lealtades que estos inspiran. Un informe de los periodistas Alexander Villarroel y Jorge Falen publicado en El Comercio revela que más de 32.000 afiliados renunciaron a partidos y movimientos regionales en la segunda mitad del año pasado. Solo en setiembre del 2024 se registraron 7.000 renuncias diarias en promedio.

¿Cuál es el factor que explica este éxodo? Tras vencerse el plazo para afiliarse a un partido político con miras a participar en las elecciones generales de abril del 2026 (el 12 de julio del 2024) quedaba una opción para aquellos que no lograron cambiar de camiseta a tiempo. El 12 de diciembre del 2024 venció el plazo para que renuncien a sus agrupaciones aquellos que deseen postular al Senado y la Cámara de Diputados como invitados en las listas de otros partido.

Como vemos, no son los principios ni las desconexiones ideológicas los que motivan las deserciones partidarias. Son los vencimientos de las fechas claves del cronograma electoral. Se inicia ahora una temporada de fichajes y ofertas al mejor postor. Ya sabemos que el criterio de selección de los ‘head hunters’ políticos nada tendrá que ver con el talento o las buenas intenciones de los nuevos jales que realicen.