“El hecho de que se haya producido una segunda o tercera ola de contagios en Europa es muestra elocuente de que aún los estados más preparados y capaces tienen enormes dificultades para lidiar con la pandemia”. (Foto: AFP).
“El hecho de que se haya producido una segunda o tercera ola de contagios en Europa es muestra elocuente de que aún los estados más preparados y capaces tienen enormes dificultades para lidiar con la pandemia”. (Foto: AFP).
Martín  Tanaka

Ver el impacto de la pandemia en perspectiva comparada resulta útil para entender mejor su evolución y dinámica, y para evaluar nuestro desempeño y retos. En esta columna, intentamos este ejercicio y del año pasado y resulta de utilidad repetirlo ahora, dada la dinámica cambiante de la pandemia. Hoy vemos en Europa el impacto de la segunda (en algunos casos tercera) ola de contagios y, como sabemos, nuestro país este terrible episodio.

Al inicio de la última semana de enero, según datos del Johns Hopkins Coronavirus Resource Center, Bélgica, Eslovenia, el Reino Unido, República Checa e Italia aparecen entre los diez países con más muertes por 100 mil habitantes. termina su mandato dejando a los como el país peor posicionado de las Américas según ese indicador, seguido, lamentablemente, de nuestro país. Debajo del Perú siguen Panamá, México, Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Bolivia y Ecuador, en ese orden.

El carácter dinámico de la epidemia se evidencia al mirar los cambios en las posiciones relativas de los países. En junio del año pasado, Europa se veía mucho peor que América Latina, y en la región, Ecuador aparecía como el país más golpeado, seguido de Brasil y el Perú. Hoy sabemos que la ola todavía no había llegado y que no fue posible evitarla. En agosto, ya varios países latinoamericanos se veían tan mal como los europeos, y Chile aparecía especialmente mal, seguido por Brasil y México, dos países en los que problemas de liderazgo político parecían explicar su mal desempeño. La mala posición de Chile llamaba la atención dada la fortaleza relativa de su Estado, y la explicación parecía estar en la demora del presidente en adoptar medidas de confinamiento estrictas.

El hecho de que se haya producido una segunda o tercera ola de contagios en Europa, que muchas veces supera ampliamente a la primera de abril y a la de noviembre, es muestra elocuente de que aún los estados más preparados y capaces tienen enormes dificultades para lidiar con la pandemia, en tanto tuvieron que lidiar con la primera ola de expansión global y luego con sus mutaciones o variantes. Resulta razonable especular que en América podrían haberse tenido mejores resultados en los Estados Unidos, de haberse tenido una mejor gestión pública de la epidemia, aunque ciertamente el tamaño, complejidad y desigualdades de ese país intervienen en la capacidad de respuesta.

En nuestra región, con la excepción de Panamá, el tamaño de los países parece contar: Brasil, México, Colombia, Argentina y el Perú somos los países más poblados y más afectados. En el otro extremo, los países más pequeños (y con más porcentaje de población rural), a pesar de tener estados más precarios, han sido impactados mucho menos: Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay. Acaso por esa razón, Ecuador, el país donde inició la pandemia en la región y que fue el más golpeado al inicio, no aparece ahora liderando las tendencias; algo similar podría decirse de Bolivia, aunque también están siendo duramente golpeados por la segunda ola. De otro lado, Chile, que aparecía muy mal en agosto, ahora aparece mucho mejor en términos relativos, algo más acorde a sus capacidades estatales. Finalmente, México aparece mal posicionado y uno pensaría que el mal manejo de la epidemia de puede haber influenciado en el mal resultado, pero también es cierto que muy parecidos en cuanto a desempeño se ven Argentina, Brasil y Colombia, a pesar de sus marcadas diferencias en cuanto a los estilos de liderazgo político presidencial.

Digamos que al inicio se trató de tomar decisiones fuertes respecto a medidas de aislamiento y de implementar una respuesta rápida de los sistemas hospitalarios; luego, de reanudar las actividades manteniendo medidas sanitarias y disciplina en las prácticas de cuidado; ahora, parece clave la capacidad de implementar los . Demás está decir que nuestro país desaprobó todos los exámenes.

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