La que fue poderosa fiscal de la Nación durante los años más oscuros del fujimontesinismo pagó sus delitos con más de seis años de cárcel y, según ha dicho en algún momento, con muchas lecciones aprendidas.
Hoy deben parecerle un sueño irreal aquellos tiempos en que ella, Blanca Nélida Colán, era la mandamás del Ministerio Público y usaba y abusaba de su poder para perseguir a todo aquel que se opusiera al fujimontesinismo y proteger a la mancha de delincuentes que después, poco a poco, fue cayendo y acompañándola en la cárcel.
Cómo no recordar aquella noche en la que apareció, luciendo una entallada minifalda, en un programa de televisión para defender a Vladimiro Montesinos, el cabecilla de la mafia cuyas consecuencias seguimos sufriendo hasta hoy.
En los últimos días se ha ajustado más la cuerda que ata al ministro de Justicia, Daniel Figallo, con el prófugo Martín Belaunde Lossio. Cada vez queda más claro que Belaunde Lossio no es un ‘negociante’ cualquiera, sino uno de los cabecillas de la organización criminal que lidera el preso César Álvarez. Quienquiera que, desde el gobierno, intente protegerlo no hace sino traer el recuerdo de aquellos tiempos horribles y pone más en evidencia que hay algo muy pero muy grave que se está intentando ocultar; igual que entonces.
Por eso se percibe en el ambiente cierto mal olor que va creciendo, ese tufillo que asqueaba durante aquella década que debería habernos servido de lección. Como entonces, primero fueron acciones disimuladas, luego el descaro. Así, el domingo tuvimos otra inolvidable noche de TV: un ministro despidiendo a una procuradora incómoda desde un programa de televisión.
Puede ser cuestionable que una procuradora grabe al ministro y use esa grabación para denunciarlo, tal como hizo Yeni Vilcatoma, pero, me pregunto, ¿qué más podría hacer ante una situación donde quien debe velar por la justicia está, a todas luces, actuando al filo de la justicia y contra el debido proceso?
Que la esposa del presidente, Nadine Heredia, haya salido a tuitear contra la procuradora despierta más suspicacias. Y más inclusive que la estrategia del gobierno para blindar a Figallo sea tan arrolladora. Una vez más: ¿qué asunto tan grave intentan ocultar en el Caso Belaunde Lossio? Este ya había dicho, desde su escondite, que no iría gratis a la cárcel. Es decir, si va, a alguien le va a costar. No es muy difícil seguir el hilo hasta quién podría tener que pagar esa cuenta.
La señora Heredia defiende a Figallo afirmando que este cumplía su función. Pero es todo lo contrario. Este no ha hecho sino intentar beneficiar a un prófugo de la justicia con un régimen de colaborador eficaz que de ninguna manera podía aplicársele. Eso, precisamente, fue lo que la procuradora Vilcatoma le insistió cada vez que Figallo quiso ‘convencerla’ de lo contrario.
Blanca Nélida Colán presionó a sus fiscales para que siguieran las indicaciones de Montesinos. Con él se reunía para echar a suertes el futuro de varios personajes a los que tenían chantajeados o a los aliados que querían proteger. Por algún tiempo tuvieron éxito en sus maniobras ilegales pero, al fin y al cabo, ese tiempo abusivo llegó a su fin y los responsables fueron a parar a la cárcel.
¿No hay un tufillo parecido estos días? Los actores de hoy deben saber que, al fin y al cabo, ese tiempo abusivo llegará a su fin y quienes resulten responsables tendrán que ir a la cárcel. Se suponía que estaban avisados.