Carmen McEvoy

“Hacemos tormentas en un vaso de agua”, señaló la presidenta en un fugaz discurso despidiendo el año de nuestro republicano que, paradójicamente, ha coincidido con una violencia incontrolable (alrededor de 2.000 homicidios/cinco diarios), la prostitución desvergonzada de la política peruana y su consecuencia más preocupante: la implosión de un Estado incapaz de preservar la vida de los ciudadanos. Esta tormenta perfecta, ocurrida en y otras ciudades del , siendo una de las zonas más afectadas, se expresa en los cuerpos descuartizados de compatriotas tirados en tachos de basura, pero, también, en los cientos, si no miles, de trabajadores peruanos extorsionados, algunos asesinados sin piedad, por el crimen rampante cuyo objetivo es copar un Estado que viene siendo penetrado por las vanguardias del sicariato, la y el . Si ello no fuera suficiente, indigna ver lo que ocurre en nuestras fronteras donde se ha cedido el control del territorio a delincuentes, muchos de ellos extranjeros, que aterrorizan a una población inerme que sigue clamando por un apoyo y una justicia que nunca llegan.

Y qué decir de Lima, la ciudad de las balaceras y los ajustes de cuentas cotidianos, donde el asesinato brutal de una trabajadora del abrió una caja de Pandora que nos llevó directamente a la ‘oficina prostitucional’ del Legislativo, donde un forajido descubrió que la prebenda puede extenderse a la satisfacción de los apetitos sexuales de los ahora padrastros de una República que lucha por su vida. Tal como ocurrió, si se tiene en consideración las cuchilladas propinadas en la mano, con el proveedor de Este personaje fue asesinado en medio del escándalo de conservas elaboradas con carne de caballo y fechas de expiración falsificadas. Cabe recordar que dicha entidad estatal, cuyo nombre en castellano significa ‘niña/niño vigoroso’, ha sido copada por una banda de delincuentes. Y es por ello por lo que otra de las incongruencias de una presidenta experta en la trivialización de las tragedias fue referirse a la ‘seguridad alimentaria’ justamente a días de descubrirse que las latas de conservas, adquiridas por el Estado que ella jefatura, atentan contra la salud de miles de niños peruanos.

Lo más surrealista de toda esta historia de palabras huecas y declaraciones absurdas –que muestran la pérdida del sentido de la realidad de la sucesora de – es la nominación del 2025 como Año de la Recuperación y Consolidación de la Economía Peruana. Teniendo como premisa la idea de que las palabras construyen la realidad, Boluarte y sus ayayeros de turno lanzan una suerte de ‘conjuro tiktokero’ que implica una recuperación y consolidación material en medio de la profunda crisis moral que atravesamos. Con una sucesión de presidentes presos o investigados, un Congreso en garras de proxenetas operando en el territorio de las más bajas pasiones y, lo que es más grave aún, en el espeluznante escenario de una república secuestrada por hordas criminales cuya rapacidad no tiene límite. En breve, vivimos en una sociedad carente de ese horizonte de decencia, mérito, justicia y ética pública y privada, con la que alguna vez se soñó. Sin embargo, la historia siempre nos da lecciones potentes y esta vez al viejo intento estatal de lobotomizar nuestra memoria colectiva, eliminando de un plumazo y a dos siglos de su muerte a la figura del Tribuno de la República , se opone una potente memoria municipalista. La de la provincia liberteña de Huamachuco que ha hecho pública su indignación ante la promesa incumplida de un Estado cuya palabra no es solo frívola e indolente, sino que a estas alturas, y para todos los efectos, no vale nada.

Como historiadora y como peruana, me enorgullece la respuesta inmediata de los huamachuquinos, quienes con su alcalde a la cabeza convocaron a las fuerzas vivas de esa heroica provincia que resistió hasta el final en la aciaga “El escenario de lo que se debe hacer está en nuestra provincia”, “la dignidad de la República reside en sobreponer el bien general al bien personal” o la potente idea de “quien no conoce la historia de su pueblo” no puede planificar el futuro son algunas de las frases que me conmovieron. Devolviéndome la esperanza respecto del cambio cultural que el Perú urgentemente necesita. Y que reside, fundamentalmente, en el ejemplo de vida que miles de peruanos nos han dejado como un legado histórico inmortal.

Comparto el podcast sobre la vida y obra de José Faustino Sánchez Carrión:

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.


Carmen McEvoy es Historiadora

Contenido Sugerido

Contenido GEC