A pesar de que constantemente nos dicen que la energía solar y la eólica son actualmente las formas más baratas de electricidad, el año pasado los gobiernos de todo el mundo necesitaron gastar US$1,8 billones en la transición hacia la energía verde.
“El viento y el sol ya son significativamente más baratos que el carbón y el petróleo”, dijo el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para justificar convenientemente el gasto de cientos de miles de millones de dólares en subsidios verdes.
De hecho, el argumento de que la energía eólica y solar es más barata es un meme empleado por lobistas, activistas y políticos ecologistas en todo el mundo.
Desafortunadamente, dicha afirmación es totalmente engañosa.
Las energías eólicas y solar solo generan electricidad cuando brilla el sol o sopla el viento. El resto del tiempo, su electricidad es extremadamente cara y se necesita un sistema de respaldo.
Esta es la razón por la que casi dos tercios de la electricidad mundial siguen dependiendo de los combustibles fósiles, y por la que, según las tendencias actuales, estamos a un siglo de eliminar los combustibles fósiles de la generación de electricidad.
A menudo se dice que las grandes potencias industriales emergentes obtienen más energía de las fuentes solar y eólica. Pero estos países obtienen mucha más energía adicional del carbón. El año pasado, China obtuvo más energía adicional del carbón que de las fuentes solar y eólica. India obtuvo tres veces más electricidad, mientras que Bangladesh obtuvo 13 veces más electricidad a base de carbón que de fuentes de energía verde, e Indonesia la asombrosa cifra de 90 veces más.
Si la energía solar y la eólica fueran realmente más baratas, ¿por qué estos países se lo perderían? Porque la confianza es importante.
Habitualmente, los costos de la energía solar y eólica se miden cuando brilla el sol y sopla el viento, ignorando su falta de fiabilidad.
Según la Administración de Información Energética de los Estados Unidos, la energía solar cuesta 3,6 centavos por kilovatio hora, justo por encima del gas natural, que cuesta 3,8 centavos. Pero si se incluye razonablemente el costo de fiabilidad, los costos reales se disparan: un estudio revisado por pares muestra un aumento de entre 11 y 42 veces, lo que convierte a la energía solar en la fuente de electricidad más cara por mucho, seguida de la eólica.
El enorme costo adicional se debe a la necesidad de almacenamiento. Se necesita electricidad incluso cuando el sol no brilla y el viento no sopla, pero la capacidad de nuestras baterías es lamentablemente insuficiente.
Los estudios muestran que cada invierno, cuando la contribución solar es muy escasa, Alemania tiene una “sequía de viento” de cinco días, cuando las turbinas eólicas tampoco aportan casi nada de energía. Esto sugiere que se necesitarán baterías para un mínimo de 120 horas, aunque la necesidad real será mucho mayor, ya que las sequías a veces duran mucho más y se repiten antes de que pueda completarse el almacenamiento.
Un nuevo estudio sobre los Estados Unidos muestra que, para alcanzar el 100% de electricidad solar o eólica con suficiente respaldo, el país necesitaría poder almacenar casi tres meses de electricidad. Actualmente, cuenta con siete minutos de almacenamiento en baterías.
Solo pagar las baterías le costaría a los Estados Unidos cinco veces su PBI. Además, tendría que recomprar las baterías cuando caduquen al cabo de 15 años. A escala mundial, el costo de disponer de suficientes baterías equivaldría a 10 veces el PBI mundial, con una nueva factura cada 15 años.
La afirmación de que la energía solar y eólica es barata también deja de lado el costo de reciclar las aspas gastadas de las turbinas eólicas y los paneles solares agotados. Hoy en día, una pequeña ciudad de Texas está desbordada con miles de enormes aspas que no pueden reciclarse.
En países pobres de África, los paneles solares y sus baterías ya están siendo desechados, vertiendo sustancias tóxicas en el suelo y en el agua. Dado que su vida útil es de unas pocas décadas y que los grupos de presión climáticos presionan para que se intensifique su uso, la situación solo puede empeorar. Un estudio muestra que únicamente este costo de los residuos duplica el costo real de la energía solar.
Si la energía solar y la eólica fueran realmente más baratas, sustituirían a los combustibles fósiles sin necesidad de un gran impulso por parte de los políticos y la industria.
Para solucionar el cambio climático, debemos invertir mucho más en investigación y desarrollo de energías con bajas emisiones de dióxido de carbono. Solo un impulso significativo en la investigación y en el desarrollo puede propiciar los avances tecnológicos necesarios para reducir la basura, mejorar el almacenamiento y la eficiencia de las baterías, pero también impulsar otras tecnologías –como la nuclear modular– que harán que las fuentes de energía de bajo CO₂ sean realmente más baratas que los combustibles fósiles.
Hasta entonces, las afirmaciones de que los combustibles fósiles ya han superado a la competencia no son más que ilusiones.