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La verdad de un solo lado
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En los últimos tiempos se ha desarrollado una nueva modalidad de ataque contra la prensa. Las cuentas institucionales del Estado, manejadas por personal pagado por todos los peruanos, han adoptado la costumbre de rebatir las denuncias periodísticas que los comprometen no con argumentos o datos contrastados, sino con ataques directos contra el mensajero.
Cualquier información que no sea del agrado de la entidad involucrada –sea un exhaustivo reportaje o un breve comentario– es replicada en las redes sociales con la palabra ‘falso’, estampada en mayúsculas y con letras rojas. La intención clara es evitar responder sobre un asunto crítico y hacer quedar como un mentiroso ante el público al medio o al reportero que los cuestiona.
Lo que han venido haciendo en los últimos años las instituciones es apropiarse de una herramienta del periodismo denominada ‘fact checking’. Esta tiene como objetivo verificar hechos, contrastar con datos declaraciones de funcionarios o personajes públicos, cotejar sus dichos y combatir la desinformación.
Sin embargo, lo que surgió como un ejercicio periodístico al servicio del ciudadano ha sido distorsionado por el aparato público y convertido en un arma de propaganda oficial. Al imponer su versión de la verdad, el Estado está ejerciendo una forma de represión mediática. Cualquier información incómoda será respondida con la temida palabra en letras rojas, sin ofrecer más datos o argumentos para rebatirla. Esto no es otra cosa que utilizar las cuentas institucionales para intimidar. Es desprestigiar y atacar en público a un periodista que está haciendo su trabajo.
Ello no significa de ninguna manera que todas las denuncias sean una verdad escrita en piedra. Pero para responder a ellas existen otras vías menos prepotentes: comunicados, cartas de aclaración o el diálogo directo con el medio. La apropiación de una herramienta periodística para atacar a los periodistas confirma no solo el mal uso de las plataformas del Estado sino también el poco apego de algunos funcionarios a la transparencia.

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