Hugo Coya

Como si no hubiéramos aprendido nada de la reciente cuya calamitosa gestión convirtió al país en uno de sus epicentros mundiales por el exorbitante número de muertos, la ineptitud y la negligencia siguen campeando en el sector Prueba de ello es la dramática falta de medicamentos esenciales en la red de centros y hospitales públicos, una situación dolorosa que significa la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas.

El ministro del sector, ha atribuido el desabastecimiento a una “campaña orquestada por las farmacéuticas”. En otras palabras, la culpa nunca es de quien ostenta el cargo, sino de aquellos que desde las sombras parecen conspirar contra su “impecable” gestión, en la que militantes o allegados a su partido, , se alternan en puestos claves.

Diversas denuncias de organizaciones que velan por los derechos de los pacientes, así como reportes periodísticos y de ladesmienten categóricamente estas excusas, señalando la gravedad del problema y a su verdadero responsable. De acuerdo con estos informes, más de 8.000 establecimientos de salud atraviesan actualmente una escasez significativa o la falta total de medicamentos críticos para tratar la, el dolor, la hipertensión, la , el , la el y otros problemas de salud. Esta grave situación afecta a por lo menos 25 millones de peruanos.

Según el portal , el , entidad encargada de la compra de medicinas, solo adquirió una pequeña fracción de los fármacos programados para el 2024. Este hecho no solo evidencia una gestión desastrosa, sino también una falta de empatía y responsabilidad con quienes más necesitan estos medicamentos.

El manejo errático de la central de compras se refleja en que, en solo un año, se ha nombrado a cinco directores diferentes de Cenares, afectando gravemente la planificación y la ejecución en la adquisición de medicamentos. Tal como han reconocido altos funcionarios de ese órgano, el presupuesto destinado a cubrir la compra de medicinas ha sido utilizado para saldar deudas, y esa tarea fue relegada a los , que han demostrado nula capacidad para asumir esta responsabilidad.

Las farmacias de hospitales importantes como el y el reconocen no contar con medicamentos esenciales. Además, el ha denunciado el desabastecimiento en regiones como el y , alertando sobre una inminente crisis similar a la vivida durante la pandemia: si no se soluciona urgentemente este problema, el sector privado podría verse desbordado por una demanda insostenible.

Sin embargo, Vásquez prefiere tapar el sol con un dedo e insistir en que todo se debe a “intereses oscuros”. La realidad es que la falta de medicamentos no es un asunto de conspiraciones, sino, a todas luces, de incompetencia administrativa.

En cualquier gobierno medianamente serio, la mandataria ya hubiera solicitado la renuncia del ministro, o al menos una interpelación por parte del, cuyo todavía presidente, ¡oh casualidad!, pertenece al mismo partido que el ministro.

No obstante, la desfachatez se ha convertido en norma y el desprecio por el ciudadano es la única constante, especialmente hacia los más vulnerables. En lugar de mejorar nuestro sistema de salud tras la devastadora pandemia, se sigue perpetuando un sistema fallido. Como escribió Bertolt Brecht en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial: “Cuando los crímenes proliferan, ellos se vuelven invisibles”. En el de hoy, no solo faltan medicinas, sino que también hay tantos casos de incompetencia en la gestión pública que indignan, convirtiendo lo inaceptable en nuestra normalidad.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Hugo Coya es Periodista