Según precisa la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la obesidad y el sobrepeso son la acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Se considera sobrepeso cuando la persona tiene un índice de masa corporal (IMC) superior a 25, y obesidad cuando el IMC es mayor de 30. La obesidad es, sin lugar a dudas, uno de los mayores problemas de salud pública que enfrentamos hoy día. Es una epidemia cada vez menos silenciosa.
La Federación Mundial de la Obesidad, con sede en Londres, acaba de publicar su Atlas Mundial de la Obesidad 2024. Y las cifras son escalofriantes. Las estimaciones de los niveles mundiales de IMC elevado sugieren que casi 3.300 millones de adultos podrán padecer obesidad en el 2035, frente a los 2.200 millones del 2020. Esto significa un aumento del 42% al 54% en obesidad en adultos en un lapso de 15 años. En el caso de los jóvenes de entre 5 y 19 años, en ese mismo período la cifra aumentaría del 22% con IMC elevado (430 millones) a más del 39% (770 millones) en el 2035.
Veamos más señales de alerta del citado atlas: de los 41 millones de muertes anuales en adultos como consecuencia de enfermedades no transmisibles (ENT), cinco millones se deben a un IMC elevado. Casi cuatro millones de ellas responden únicamente a la diabetes, los accidentes cerebrovasculares, las cardiopatías coronarias y el cáncer. Un IMC elevado es responsable de más de 120 millones de años-persona perdidos cada año solo por estas cuatro ENT.
De mantenerse estas tendencias, para el 2035 más de 750 millones de niños (de 5 a 19 años) vivirán con sobrepeso y obesidad. Esto equivale a dos de cada cinco niños en todo el mundo. Además, el informe destaca que tres cuartas partes de estas muertes y enfermedades evitables en adultos se producirán en países de renta media. Es decir, las poblaciones más pobres son y seguirán siendo las más perjudicadas por la obesidad.
Por su elevado IMC, estos 750 millones de niños correrán un mayor riesgo de sufrir los primeros síntomas de ENT durante su infancia. Según los mismos cálculos, para el 2035, 68 millones de niños padecerán hipertensión arterial, 27 millones vivirán con hiperglucemia y 76 millones tendrán el colesterol HDL (el colesterol bueno) bajo. Es decir, estos niños ingresarán a su adultez ya encaminados a sufrir accidentes cerebrovasculares, diabetes y cardiopatías.
El documento destaca que, de no adoptar medidas importantes y coordinadas, cada vez más personas morirán prematuramente por obesidad o por alguna de las enfermedades atribuibles a ella. Además, las ENT asociadas a la obesidad, que antes afectaban únicamente a los adultos, serán cada vez más frecuentes en niños.
Para el Perú, según las tendencias actuales, el número de adultos con IMC elevado crecerá 2,3% cada año en el período 2020-2035. Entre los niños, este crecimiento se calcula en 2,1% anual.
Si bien la prevención y el tratamiento de la obesidad demandan una inversión hoy, el costo de no prevenirla y tratarla será mucho mayor. En su edición del año pasado, este atlas advertía que el IMC elevado reducirá la economía mundial en más de US$4.000 millones en el 2035, casi el 3% del producto interno bruto mundial. Esta cifra, señaló, es comparable al impacto del COVID-19 en el 2020.
A inicios de marzo, la prestigiosa revista científica “The Lancet” publicó un estudio que revela que el exceso de peso, factor de riesgo para decenas de enfermedades, ya es la forma más común de malnutrición en la mayoría de países. Señala que entre niños se ha cuadruplicado en tres décadas y en los adultos casi se ha triplicado. La investigación recopila datos de más de 3.600 estudios y analiza la evolución de obesidad y el bajo peso en el mundo entre 1990 y el 2022. Confirma una consolidación de dos fenómenos paralelos: mientras caen las cifras de insuficiencia ponderal –esto es, un bajo peso para la edad de una persona producto de una insuficiente alimentación–, gana terreno la obesidad.
El estudio precisa que el exceso de peso es tan malo como una alimentación deficiente, porque son dos caras de una misma moneda. Y que, mientras la malnutrición está asociada a problemas de salud a lo largo de la vida y la desnutrición supone un riesgo de muerte prematura, la obesidad es un factor de riesgo para enfermedades como el cáncer o la diabetes y la hipertensión, precursora, a su vez, de dolencias cardiovasculares.
Tenemos que entender que la obesidad no es –solo– un problema estético. Es un tema muchísimo más complejo, con causas que van mucho más allá de una correcta alimentación y consecuencias, literalmente, de vida o muerte. Que esta pandemia no nos tome desprevenidos.