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¿Y el Lote 58 para cuándo?
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Han transcurrido más de veinte años desde que se adjudicó el Lote 58, ubicado en la provincia de La Convención (Cusco). Este yacimiento representa una de las mayores reservas potenciales de gas natural del país, con la capacidad de incrementar un 30% las reservas nacionales, y con ello generar beneficios sustantivos para la economía nacional y regional. La concesión actualmente está en manos de la empresa China National Petroleum Corporation (CNPC), que desde el 2005 ostenta la titularidad de uno de los activos energéticos más prometedores del Perú.
Sin embargo, mientras esta riqueza permanece enterrada, Cusco atraviesa una coyuntura económica preocupante: el PBI regional apenas creció 0,8% en el 2024, y acumuló dos trimestres consecutivos de caída, con un desplome del 8% en los primeros tres meses del 2025. Ninguna otra región del país enfrenta una contracción de tal magnitud. La paradoja es evidente: hay recursos capaces de transformar la región, pero permanecen inactivos. Es como tener las llaves del desarrollo en el bolsillo y, aun así, dejar la puerta cerrada. Cusco no carece de potencial, carece de acción. Y mientras sigamos postergando decisiones, también seguiremos postergando en desarrollo regional.
Tanto el Ministerio de Energía y Minas, en abril, como la presidenta Dina Boluarte, en su reciente mensaje a la nación, han anunciado que la producción del Lote 58 comenzaría en el primer trimestre del 2026. Sin embargo, hasta la fecha no se ha hecho pública la aprobación de los permisos ambientales claves, ni se ha difundido un cronograma oficial de ejecución que permita verificar el avance real del proyecto.
Tampoco se han presentado informes técnicos o contratos firmados para la explotación del recurso que permitan conocer el nivel de avance real de las actividades preparatorias. Si bien las empresas privadas no están obligadas a comunicar cada etapa del proceso, en un contexto de expectativa la ausencia de información clara alimenta la incertidumbre y da lugar a interpretaciones erróneas, especialmente en una región muy especial que pide señales concretas de compromiso.
La inversión de US$500 millones que CNPC destinará al Lote 58 la aprovecharían la planta Malvinas de Pluspetrol y el gasoducto de TGP, eliminando gran parte del CAPEX y dejando sin justificación cualquier demora adicional en el inicio de la explotación. Cada día de aplazamiento equivale a millones de oportunidades perdidas para Cusco y el país. Con estos recursos, el PBI regional podría crecer 1,65 % (más de S/460 millones), dinamizando el transporte, hotelería, los servicios técnicos y la logística, y generando empleo, mayor consumo interno y recaudación fiscal.
Para que este proyecto impulse un desarrollo sostenible desde el inicio, es fundamental generar confianza desde ahora. CNPC tiene la oportunidad –y la responsabilidad– de mostrar señales claras de que el inicio de operaciones en el 2026 es un compromiso serio: hitos de obra, cronogramas detallados, permisos ya obtenidos y contratos firmados con proveedores claves. Esa transparencia permitiría alinear expectativas entre comunidades, autoridades, empresarios y ciudadanía, creando un entorno más receptivo. De lo contrario, el Lote 58 seguirá siendo percibido como otro anuncio que nunca se concreta, en un entorno donde la credibilidad está desgastada.
Simultáneamente, el Ministerio de Energía y Minas y Perú-Petro tienen la ocasión de superar el rol meramente técnico y asumir un liderazgo político activo. Una gestión ágil para eliminar cuellos de botella, presencia permanente en el territorio y un canal de comunicación directo con la ciudadanía pueden marcar la diferencia entre una promesa incumplida y una transformación real. Hoy, el desafío no es solo extraer gas, sino cimentar un ecosistema de confianza duradera.
La auténtica prueba de compromiso no yace en los discursos, sino en pozos perforados, cronogramas respetados y el gas fluyendo por la economía cusqueña. CNPC, el Ministerio de Energía y Minas y Perú-Petro tienen en sus manos las palancas para convertir el 2026 en el año efectivo de producción. Que el Lote 58 deje de ser un recurso sepultado y se transforme en el emblema de un nuevo ciclo de confianza y progreso. La pregunta: ¿Y el Lote 58 para cuándo? solo admite una respuesta: ahora.

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