Editorial El Comercio

El viernes pasado, el Banco Central de Reserva () publicó su visión sobre las principales variables económicas en el país para este año que acaba y los dos siguientes. En general, el tono del ente emisor dibuja una situación económica en recuperación frente a la caída del 2023, pero aún con incertidumbre en distintos frentes.

En el aspecto positivo, destaca el regreso de la inflación al rango meta –algo que la mayoría de los países comparables de la región aún no logra– luego del fuerte episodio inflacionario global de los tres años anteriores. En particular, Julio Velarde, presidente del BCR, enfatizó que la caída de precios de ciertos alimentos básicos debería haber contribuido a reducir los índices de pobreza durante el 2024. La inflación controlada –junto con un tipo de cambio estable– han sido piedras angulares de la peruana, y esas fortalezas siguen incólumes según la información del último reporte de inflación.

Además, una batería de indicadores muestra crecimientos adecuados. Masa salarial, IGV interno, importaciones de insumos industriales, operaciones con comprobante de pago electrónico, entre otros, todos crecieron por encima de 5% en el tercer trimestre. Eso explica la leve mejora en las proyecciones de PBI para este año. Para los dos años siguientes, el banco espera expansiones cercanas al 3%. En el contexto regional, esta cifra no es mala –sería la segunda más alta entre las seis principales economías en el 2025, solo por detrás de Argentina–, pero sí es insuficiente para acelerar el cierre de brechas de pobreza y vulnerabilidad en el que todavía viven casi 10 millones de peruanos.

Adicionalmente, Velarde advirtió que las expectativas para los siguientes años podrían “descarrilarse” si se implementan políticas populistas. El próximo incremento de la remuneración mínima vital, por ejemplo, podría ser un nuevo desincentivo a la formalidad, en tanto que el déficit fiscal –como comentamos ayer en estas páginas– se convierte en motivo de preocupación por la desidia del Ministerio de Economía y Finanzas y la irresponsabilidad del .

Con este diagnóstico, el Perú parece acercarse, pues, a lo que sería su nueva normalidad en el futuro cercano: inflación controlada, crecimiento de PBI moderado, mayor riesgo fiscal e incertidumbre política. A mediados del 2026, los actores centrales desde el poder público volverán a cambiar y el panorama podría alterarse dramáticamente. Como decía Edmund Burke, político irlandés, el estándar de estadista debe estar en distinguir entre lo que hay que mejorar de lo que hay que preservar. El Perú de hoy tiene mucho de ambos.

Editorial de El Comercio

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