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La imprudencia de siempre
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La imprudencia de siempre

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Los durante las celebraciones de finales de año en nuestro país han dejado de ser accidentes para convertirse en una trágica costumbre. Son manchas que empañan lo que debieran ser jornadas de celebración, y que para muchos peruanos terminan siendo más bien días de pérdidas y angustia. Hace casi 24 años, el 29 de diciembre del 2001, el Perú vivió una de sus peores tragedias en Mesa Redonda, cuando el fuego arrasó una de las zonas más congestionadas de la capital y dejó casi 300 fallecidos. Un cuarto de siglo después, pareciera que nunca aprendimos las lecciones de aquel siniestro.

Durante la reciente Nochebuena y en las primeras horas de la Navidad, los bomberos reportaron más de 40 emergencias en Lima, el Callao y otros puntos del país. En la capital, los dos incendios que concitaron mayor atención se reportaron en San Juan de Lurigancho y San Luis. En el primero de ellos, una fábrica de Tecnopor empezó a arder sobre la 1 a.m. de ayer, y obligó al despliegue de 18 unidades de bomberos y unos 60 efectivos. Al parecer, las llamas se habrían originado por la quema de fuegos artificiales. Mientras que, en San Luis, una vivienda se prendió en fuego en la noche del último miércoles, generando preocupación entre los vecinos de la calle Ollanta.

Como dijimos líneas arriba, este tipo de siniestros no ocurren de manera aislada. Según información del propio Cuerpo General de Bomberos del Perú, los incendios registrados entre el 24 y el 25 de diciembre han ido aumentando en los últimos años: 104 en el 2022, 116 en el 2023 y 130 el año pasado. Y se deben, en buena parte, al uso irresponsable que se hace de los fuegos artificiales por estas fechas, pero también a las malas conexiones en las propias viviendas, donde se saturan tomacorrientes para encender luces navideñas o se hace uso de extensiones y equipos en mal estado.

Es gracias al trabajo de los bomberos, más bien, que este tipo de emergencias no terminan en tragedias humanas. Pero no se trata solo de reconocer su esfuerzo y entrega; hay que darles una mano, y la mejor manera de hacerlo es evitando generar nuevos incendios por culpa de nuestra falta de conciencia.

En unos días, el país celebrará la llegada del nuevo año. Seamos conscientes de la enorme responsabilidad que tenemos entre manos para que estas fechas sean esos momentos de festividad que siempre debieron ser y no, por el contrario, un mal recuerdo con el que cargar por el resto de nuestras vidas.

Editorial de El Comercio

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