Editorial El Comercio

Ayer, el ministro del Interior, , acudió al Congreso, supuestamente a informar sobre los avances de su gestión. Sin embargo, antes que un balance, su discurso pareció más bien una súplica a los legisladores para que no lo remuevan del cargo, en una intervención en la que combinó la victimización (“nos están saboteando”, alegó) con los llamados a la paz (“no voy a negar que hemos tenido diferencias con la fiscalía, pero, pese a todo, el país no requiere enfrentamientos entre sus instituciones”, expresó, obviando que él mismo ha denunciado a la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, ante el Legislativo).

Por supuesto, razones para que Santiváñez deje el cargo sobran y van desde las denuncias que tiene en contra hasta la incompetencia de su gestión para lidiar con el desborde de la criminalidad con medidas distintas a los manidos estados de emergencia. Por ello, aunque tardío, fue positivo que a inicios de semana ingresaran cuatro mociones para censurarlo y que el Congreso dispusiera que tres de ellas se vean hoy en el pleno. Solo sumando a los congresistas que firmaron dichos documentos (67) se alcanzan los votos para aprobar cualquiera de ellos. Y si añadimos a quienes, sin estampar su rúbrica, han anunciado que apoyarán la censura (como la bancada de Perú Libre), la cifra es todavía más holgada. Sin embargo, puede que el desenlace aún no esté definido.

Hay varias razones para sospechar esto. Para comenzar, no olvidemos que Santiváñez fue respaldado en al menos cinco ocasiones por esta representación nacional, por lo que no podemos descartar que la indignación que los parlamentarios mostraron a inicios de semana por el luctuoso asesinato del cantante Paul Flores se haya desinflado con el transcurso de los días. El martes, por ejemplo, el congresista Juan Carlos Lizarzaburu (APP) retiró su firma de una de las mociones apenas un día después de haberla estampado. Ese mismo día, Ernesto Bustamante (Fuerza Popular) rechazó la censura de Santiváñez, pese a que su bancada ha asegurado que la apoyará. Este Diario pudo conocer por fuentes parlamentarias que, además, muchos legisladores estarían pensando ausentarse de la sesión de hoy viernes para no quedar retratados como cómplices de un blindaje.

La ciudadanía, sin embargo, no es tonta. Y podrá ver hoy si la indignación que los congresistas mostraron públicamente por la crisis de seguridad se traduce, efectivamente, en votos.


Editorial de El Comercio

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