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Las mentiras de Sheinbaum
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El anterior presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), nunca fue especialmente empático o solidario con el pueblo peruano. Impuso un requisito de visa para los peruanos que quisieran visitar su país, avaló las tropelías del gobierno de Pedro Castillo, intentó protegerlo después de su golpe de Estado y luego difundió narrativas falsas sobre lo que había sucedido aquí. A pesar de que la actual mandataria, Claudia Sheinbaum, fue elegida para continuar con la línea de AMLO, había alguna esperanza de que los despropósitos y desplantes diplomáticos de su antecesor contra el Perú se fuesen moderando.
Esas expectativas han probado estar equivocadas. Sheinbaum, usando la oficina de la Presidencia de México y a nombre de su país, ha decidido seguir con las mentiras de AMLO. La semana pasada difundió una fotografía en sus redes sociales junto con el abogado de Castillo, Guido Croxatto. Acompañaba la imagen un mensaje en el que indicaba que Castillo estaba “injustamente encarcelado” y que se trataba de un “grave precedente de persecución política y discriminación”. “La libertad de Pedro Castillo es también la defensa de la democracia y de la dignidad de nuestros pueblos”, concluía.
Debería ser motivo de vergüenza para un país tan orgulloso y con una tradición diplomática tan seria como México que la presidenta Sheinbaum se preste a compartir bulos en contra del sistema democrático de otro país hermano latinoamericano. La cancillería peruana ha sido contundente al indicar que rechaza absolutamente las declaraciones de la mandataria mexicana, pues “reflejan un desconocimiento total de la realidad peruana, de su Constitución y de su ordenamiento jurídico”. El comunicado de Torre Tagle es firme y oportuno.
Los argumentos de la defensa legal de Castillo son ridículos por donde se les mire. ¿Un golpe de Estado fracasado, impulsado desde la misma presidencia para la captura total del poder, debería solo ignorarse? ¿Al presidente le correspondía, antes de su destitución, ir a defenderse en el Congreso que él mismo había cerrado antes? ¿Eso lo hace un perseguido político? ¿Discriminación? Ese es el nivel de la narrativa que ha comprado el Gobierno de México.
México y el Perú siempre han tenido una relación especial por su pasado compartido y cercanía cultural. Eso hace especialmente penoso que desde lo más alto de la organización política mexicana se le preste tribuna a la diseminación de propaganda golpista y falaz. Pero el tiempo pone las cosas en su sitio. El sitio de las afirmaciones de Sheinbaum será la vergüenza del olvido, y el del expresidente Castillo continuará siendo Barbadillo.

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