El servicio telefónico en Lima es pésimo. Diariamente, El Comercio recibe cartas en las que se da cuenta de que las comunicaciones están muy lejos de cumplir su cometido. Las lluvias que caen diariamente producen estragos en los cables que no están debidamente recubiertos de gutapercha u otro aislante. En la vida moderna, el teléfono no es una comodidad sino una herramienta indispensable para hacer posible la marcha de las más diversas actividades. La presencia del invierno y la lluvia no justifica que el público no pueda contar con los teléfonos limeños. H.L.M.
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