Nuevamente es necesario que aprovechemos esta tribuna para salir en defensa de una minoría que viene siendo estigmatizada y perseguida en nuestro país. Nos referimos a los votantes golondrinos, aquellos que cambian su DNI para votar en un distrito en el cual no viven. Ahí donde la sociedad ve un intento de vulneración de la voluntad popular, nosotros vemos el deseo de disfrutar de la libertad y las bondades de la democracia.
Imagínese, amable lector, que usted viviera en una de las muchas regiones del país donde su presidente regional está preso o prófugo, su alcalde provincial tiene más sicarios que serenos, y su alcalde distrital ya va remodelando tres veces su plaza de armas. Y todos ellos van a la reelección. Y todos ellos son los favoritos. ¿Qué haría usted en esa situación? ¿Se dejaría llevar por la frustración o buscaría una solución para evitar dicho escenario? No por nada el apelativo “voto golondrino” hace referencia a un ave que migra para buscar mejores climas en otras latitudes.
Lamentablemente, en nuestro país no entendemos esta necesidad de “migración electoral” y el voto golondrino se sanciona hasta con 8 años de prisión. ¿Se imaginan tamaña injusticia? Desde aquí esperamos que nuestra legislación sea rectificada. Soñamos con el día en que los electores, frente a un clima político frío y oscuro, puedan desplegar sus alas y buscar libremente opciones electorales más cálidas en otras regiones del país.