Viene del latín coagulum (que da también coágulo) y designa un fermento que, en el estómago de los mamíferos, sirve para cuajar o coagular la caseína de la leche; en sentido figurado, cuajo es pachorra (o pachocha): ‘paciencia excesiva’. En el Perú se ha avanzado en ese proceso de evolución semántica y cuajo es hoy sinónimo de desfachatez o desvergüenza. La exclamación ¡qué tal cuajo! expresa protesta ante el abuso o la indelicadeza (El Comercio, Lima, 22/02/2007).
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