A cualquier observador desapasionado de la escena nacional le resultará fácil advertir que el cumplimiento de leyes, decretos y resoluciones, de cualquier jerarquía y materia, es amplia y disciplinadamente acatado por todos los estamentos y fuerzas vivas de nuestra sociedad.
Este comportamiento, respetuoso de la ley en general, es particularmente verificable en cuestiones de naturaleza laboral, respecto de lo cual no hay día que pase sin que se reconozca a nuevas empresas por su creciente disposición a obedecer todo lo que la normativa dispone. Sea la cuota de empleo de discapacitados, la formación de comités varios de seguridad y salud o la publicación en lugar visible del rol de vacaciones.
Por ello, se ha recibido como un signo de especial consonancia con la realidad del país la ratificación reciente por parte del Congreso peruano del Convenio 183 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), emitido originalmente en el 2000, en Ginebra (ciudad que guarda un paralelismo impresionante con nuestra querida Barranca), y referido al descanso de las trabajadoras por maternidad.
Así, se ha establecido que a partir de abril del 2016, la licencia por maternidad deberá prolongarse, como mínimo, por un plazo de 14 semanas (98 días). El verdadero nuevo plazo lo deberá fijar el Estado Peruano próximamente, pudiendo adoptar la duración que estime más conveniente, por encima de dicho mínimo, extendiendo con ello los 90 días que entre nosotros ya se cumplen escrupulosamente.
Por ello, y como no tenemos mayor problema con el empleo informal, se han empezado a barajar las propuestas sobre la duración que deberá tener en adelante esta licencia, fundamental para reforzar el binomio madre-niño. Personalmente, no me cabe duda: deberíamos adoptar la práctica de Albania, que concede 365 días de descanso a las mamás.
En similar tenor se han expresado ya importantes colectivos de empresarios, como los mototaxistas de Chilca, los comerciantes de la frontera de Tumbes y los tejedores de las islas del Titicaca, todos deseosos de darles a las madres el reposo que se merecen. Por cierto, sin afectar en absoluto otras merecidas consideraciones que ya les brindan, como la licencia adicional por parto múltiple, el permiso por lactancia, el descanso por adopción de menor de edad (para papá y mamá), la implementación de lactarios (se dice que Huacho lidera el ránking a escala nacional), entre otros detalles signados en la misma dirección.
Hay razones fundadas para adoptar este criterio. El Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo ha dicho, por un lado, que bebes alimentados con leche materna son mejores ciudadanos. Y ha recordado, además, que la ampliación de la licencia por maternidad no desalentará la contratación de mujeres. Todo lo contrario. “Está demostrado, ha dicho, que este género [sic] es altamente productivo y muy conveniente para las empresas”. Damas peruanas en edad fértil: ¡prepárense para el ‘boom’ de empleo que se les viene!
Siendo así, no se entiende por qué, de los 185 miembros de la OIT, solo 29 hayan ratificado el convenio. Algo hay que los países más prósperos del planeta no han visto y que Cuba, Mali, Burkina Faso y ahora el Perú hemos comprendido mejor. En fin, ellos se lo pierden.
El único cabo que ha quedado suelto es precisar ahora el período de vacaciones que tendrán en adelante los funcionarios de la propia OIT. Aquí tampoco tengo dudas: que se vayan a su casa hasta nuevo aviso, en su querida ‘business class’.