"Me imagino que Putin se ha acostumbrado a poner al mundo de rodillas con sus desplantes y amenazas y que, por primera vez, advierte que el resto de la comunidad, es decir el Occidente, reacciona a sus provocaciones con advertencias muy concretas: la de castigarlo con el cierre del suministro de gas a Europa". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Me imagino que Putin se ha acostumbrado a poner al mundo de rodillas con sus desplantes y amenazas y que, por primera vez, advierte que el resto de la comunidad, es decir el Occidente, reacciona a sus provocaciones con advertencias muy concretas: la de castigarlo con el cierre del suministro de gas a Europa". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Mario Vargas Llosa

Vladimir Putin, el hombre que está a punto de sumir a Europa en una guerra de impredecibles resultados, no es un intelectual ni un hombre de libros: la educación que recibió es la de un funcionario de la policía política de la URSS, la KGB. Estuvo algún tiempo en Alemania Oriental, un país que, se decía, era el más próspero de los que conformaban la URSS, una fantasía, pues, cuando ese país salió de la esfera soviética, se descubrió que era bastante atrasado. Han pasado varios años desde que se reintegró a Alemania y todavía es pobre respecto a la Alemania Occidental.

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