Se entiende que la desilusión ciudadana ante la actuación de los congresistas lleve a castigarlos con la no reelección. Pero no se entiende que pudiendo hacerlo libremente con su voto (hoy se reelige a menos de 3 de cada 10 de ellos), en el referéndum del próximo domingo se quiera limitar la posibilidad de que los pocos que actúen bien, sigan haciéndolo por más tiempo. De hecho ni la naturaleza, la economía, la educación o la política, y en general nada en la vida misma dice que algo así ayudaría a mejorar la democracia. Veamos.
En la naturaleza, la esencia de la evolución de las especies está en que los mejores ejemplares sobreviven y crecen más que los menos fuertes y capaces. Si en la naturaleza no hubiera reelección, y todos los individuos tuvieran la misma oportunidad de sobrevivir independientemente de su capacidad, hoy estaríamos viviendo aún trepados en los árboles.
En la educación pasa lo mismo, pues hay un sistema de selección que premia a los mejores estudiantes y relega a los que no lo son, con lo cual se gradúan de médicos o ingenieros solo los más esforzados y capaces. Ciertamente a veces pasarán algunos no tan buenos, pero si para evitarlos se decide que nadie pase al siguiente nivel educativo, todos quedarían en primaria y no habría profesionales realmente calificados.
Ciertamente la historia de los grandes políticos del mundo se basa también en la capacidad de ser reelegidos, para asumir puestos cada vez más importantes para su nación. Sin reelección Winston Churchill no hubiera podido ser el primer ministro que salvó al Reino Unido, ni tendríamos a esos pocos pero valiosos diputados o senadores peruanos reconocidos en nuestra historia como grandes padres de la patria.
Y en la economía sabemos que la capacidad de selección en un mercado es la base del desarrollo de pueblos y empresas. ¿Qué pasaría si porque 7 de cada 10 productores de refrigeradoras ofrecen malos productos se exija que todos vendan una sola vez y desaparezcan? Ocurriría que en cada campaña futura 7 de cada 10 compradores seguirán siendo estafados, pues no podrán aprender quiénes son malos (para no comprarles) y, sobre todo, quiénes son los buenos que deberían fortalecerse.
En fin, no siendo un especialista en política, como ciudadano me adhiero a los mensajes de Fernando Tuesta y otros pocos líderes de opinión opuestos al muy probable voto mayoritario anti-reelección en el próximo referéndum. Así, teniendo el mismo sentimiento de disgusto de muchos ciudadanos por sus representantes de hoy, lo hago esperando que, casi como un milagro, las personas conscientes busquemos evitar un voto que en vez de ayudar a la democracia limitaría nuestra capacidad de mejorar a las autoridades.