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¿El nuevo Jorge Chávez es entrada o indicio de colapso?
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El nuevo aeropuerto Jorge Chávez, inaugurado el 1 de junio, por todo lo alto con bombos y platillos como símbolo de modernidad que existe en el Perú, terminó siendo, para muchos de nosotros, la gran primera decepción para quienes llegan y salen del país. Lo que debía ser una infraestructura emblemática que represente y deje en lo más alto al Perú terminó por demostrar, desde sus primeros días, los errores más profundos de nuestra planificación estatal y la fragilidad de nuestra institucionalidad.
Diseñado con una apariencia moderna, este parece no reconocer que no solo sirve para trasladar personas a sus nuevos destinos, sino también es una representación del país ante el mundo entero. ¿Dónde está el Perú que se ha prometido mostrar? En vez de eso, los turistas y personas que utilizan este nuevo aeropuerto son recibidos por un entorno lleno de caos, sin conexión directa a medios de transporte y rodeado de estructuras improvisadas exponiendo sus pertenencias y hasta su propia vida.
Más allá de su “moderna infraestructura”, los inconvenientes cada día van aumentando, desde puertas de embarque cambiadas sin previo aviso, largas filas en migraciones, mal manejo de los equipajes, hasta incluso cancelaciones de vuelos por problemas con el suministro de combustible. Todos estos problemas fueron alertados, pero las advertencias no fueron desarrolladas en la prisa por querer llevar a cabo la inauguración lo antes posible.
Nosotros como agentes de cambio, comprometidos con nuestro país, no podemos normalizar el fracaso de las grandes obras públicas. Este aeropuerto no solo es una puerta de entrada, es también un reflejo del país que estamos construyendo. Aún estamos a tiempo de exigir más que apariencias: necesitamos seguridad, eficiencia y sobre todo respeto para quienes llegamos y salimos del Perú.
Por eso, un aeropuerto con un montón de dinero invertido no debería carecer de lo fundamental. Si este es el acceso al Perú, es necesario replantear la imagen que deseamos proyectar. Porque no solo se trata de trasladar personas o exportar bienes, sino de desarrollar una infraestructura que esté a la altura del país que aspiramos ser.

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