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Encuentre las siete diferencias
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La semana que termina nos trajo una noticia decepcionante. Hernando de Soto ya no será candidato presidencial o, bueno, precandidato presidencial, que era la condición que realmente ostentaba dentro del partido Progresemos. Tradicional habitante de los suburbios del poder como asesor de gobernantes democráticos o dictadores, el ilustre economista decidió en tiempos recientes probar fortuna en las lides electorales por sí mismo. Lo intentó primero en el proceso del 2021, postulando por Avanza País, pero solo alcanzó un modesto cuarto lugar, con algo más del 11% de los votos válidos. Una ingrata experiencia que él, sin embargo, olvidó casi tan pronto como el nombre del partido.

Sin desanimarse, buscó para competir en los comicios del 2026 una nueva organización fantasmal, cuyo mandamás luciera dispuesto a seguirle la cuerda en todo, y la encontró. La organización fue el ya mencionado partido Progresemos y el jefe hipotéticamente sumiso, su presidente, Paul Jaimes. No tardó en ponerse de manifiesto, no obstante, lo que para cualquier prójimo no tocado por la soberbia habría resultado evidente desde el principio. A saber, que el ciudadano en cuestión era un cuentista y que le había firmado al ilustre economista un compromiso trucho mientras aprovechaba su notoriedad para promocionar la marca de su partido. No se puede dejar de reconocer, empero, el talento que requiere venderle pociones milagrosas a un vendedor de pociones milagrosas… Lo cierto, de cualquier forma, es que el hechizo acuerdo terminó de descoserse algunos días atrás –con apariciones televisivas de los dos personajes en compañía de sus respectivas mascotas– y la consecuencia es que don Hernando ya no postulará a la presidencia. Una circunstancia que en esta pequeña columna lamentamos, pues estábamos convencidos de que su participación en la carrera electoral nos proveería de diversión y solaz. Creemos, sin embargo, haber encontrado, un premio consuelo.
–Siamés–
La imagen del Dr. de Soto acariciando en pantalla a su perrita “Poli” nos trajo inmediatamente a la memoria la del enemigo jurado del super espía de ficción Austin Powers, el Dr. Malito, pues él también asoma frecuentemente en el écran dispensándole mimos a su propio engreído: un gatito siamés. Se nos ocurrió entonces que el ilustre economista podía brindarnos un último entretenimiento antes de alejarse de esta campaña definitivamente. Las estampas de los dos doctorcitos – que aquí exhibimos – se nos antojaron tan similares que intentamos practicar con ellas el conocido juego de las siete diferencias y, en honor a la verdad, nos resultó difícil encontrarlas. Así que ahora les trasladamos el reto a ustedes.
Nacido a principios de los años ‘40 pero conservado en salud gracias a un congelamiento misterioso, el Dr. Malito tiene siempre planes para dominar el mundo que acaban frustrándose porque él cree seguir viviendo en otra época. Las semejanzas que aquí nos ocupan, no obstante, son las visuales y es ese el plano en el que invitamos al amable lector a detectar las siete diferencias. Algunas son obvias, desde luego, como, por ejemplo, la que supone el distinto tipo de mascota que cada uno de los dos caballeros rasca con pereza. Pero hay otras más sutiles, relacionadas con el atuendo o los adornos que llevan o con los esfuerzos de alguno de ellos por ocultar la mano derecha. ¡Pero no más pistas! El entretenimiento que les ofrecemos consiste precisamente en pellizcar los detalles que permitan afirmar que el Dr. de Soto y el Dr. Malito no son idénticos. Las respuestas, por favor, enviarlas a cualquiera de los locales del partido Progresemos, organización a la que trataremos de persuadir de sortear entre los que cumplan el desafío una copia del acuerdo trucho con el que engatusaron al ilustre economista. Autografiada, por supuesto.

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