El ex burgomaestre aseguró, en una entrevista con El Comercio en 2013, que su padre le recomendó alguna vez que “cuando ocupara un cargo público, robara con dignidad”. (Foto: Julio Angulo /Archivo)
El ex burgomaestre aseguró, en una entrevista con El Comercio en 2013, que su padre le recomendó alguna vez que “cuando ocupara un cargo público, robara con dignidad”. (Foto: Julio Angulo /Archivo)
Jorge Malpartida Tabuchi

El político Luis Cáceres Velásquez falleció el viernes por la madrugada a los 90 años en el hospital Carlos Alberto Seguín Escobedo de la región . Desde hacía unos días, el exalcalde de Arequipa y , se encontraba internado en este establecimiento de debido a una afección cardíaca.

Tras conocerse su deceso, la Municipalidad de Arequipa envió sus condolencias a sus familiares. El Gobierno Regional de Arequipa también expresó su pesar a los deudos.

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Cáceres Velásquez, luego de ser burgomaestre en la ciudad de Juliaca (Puno), fue alcalde provincial de Arequipa por dos periodos, entre 1987 y 1992. En 1993, postuló a la alcaldía de Lima, pero fue derrotado en las urnas por Ricardo Belmont.

Su carrera pública no estuvo exenta de controversias y procesos judiciales. Luego de su intento de ser burgomaestre de la capital, fue electo congresista por Arequipa en el año 2000, por el Frepap, pero se convirtió en uno de los “tránsfugas” que pasó a las filas del fujimorismo. Cáceres fue condenado a cuatro años de prisión por este caso debido a que fue acusado de recibir US$ 25,000 de parte de Vladimiro Montesinos para cambiarse al oficialismo en el Congreso.

En 2018, también fue sentenciado a una pena de 4 años de prisión por el delito de falsificación de documentos. Sin embargo, debido a su avanzada edad no fue recluido en el penal de Socabaya (Arequipa) y, tras aceptar los cargos, acordó cumplir 205 jornadas de servicio a la ciudad.

En 2013, cuando preparaba una nueva postulación a la alcaldía de Arequipa, Cáceres Velásquez recibió a El Comercio en su vivienda del distrito de Yanahuara, en donde hizo un balance de su vida y contó su peculiar forma de hacer política. A continuación, republicamos el perfil que se elaboró en esa ocasión sobre este político que acaba de partir.

NOTA ORIGINAL [05/01/2013]

“Yo tirano, yo ladrón” es la lectura recomendada de Luis Cáceres Velásquez a las nuevas generaciones de peruanos. Para el controvertido exalcalde de Arequipa las memorias de Augusto B. Leguía, presidente tristemente recordado por endeudar al país y promover un régimen de corrupción durante los años que gobernó al Perú a inicios del siglo XX, son una lección de vida y trabajo.

“Leguía fue un gran presidente ya que arregló los problemas limítrofes del Perú con sus vecinos. No hubo tanta corrupción en su gobierno como la que existe ahora. Esos son inventos de quienes, por odio, alimentaron el golpe de Estado que le dio Sánchez Cerro en 1930”, opina este político juliaqueño que también pasa por agua tibia los delitos cometidos por Alberto Fujimori, a quien justifica diciendo que recibió el país quebrado y con terrorismo pero que aun así ejecutó obras de cemento para generar progreso.

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En esta tarde nublada de diciembre, ‘Lucho’ Cáceres nos abre la puerta de su casa ubicada en el distrito de Yanahuara (Arequipa), donde pasa sus días de retiro momentáneo leyendo sobre historia universal y habla de su particular manera de hacer política con “mano dura”, según él, y “a la mala”, según sus detractores. El sociólogo y comunicador, José Luis Vargas Gutiérrez, indica que Cáceres encaja en el perfil del gobernante que roba pero trabaja. “Se configura como un político pragmático e inescrupuloso que no tiene bandera ni ideología y que se acomoda en función de los escenarios electorales y su conveniencia”.

Cáceres, luego de ser dos veces alcalde provincial de la ciudad y tentar fallidamente el sillón edil de Lima Metropolitana en 1993, fue elegido parlamentario por Arequipa en el 2000 por el Frepap. Sin embargo, fue uno de los congresistas tránsfugas que se pasaron a las filas del fujimorismo y que el día de la juramentación fue recibido con abucheos y una lluvia de monedas.

“Entré a la política para trabajar. Nunca he sido un hombre de partido político, mi partido es el trabajo. Me hubiese unido con el diablo con tal de hacer obras por el pueblo”, dice Cáceres ahora para justificarse. Y es que para Cáceres todo hombre tiene su precio. En su caso, el precio a pagar fue, según cuenta, que Vladimiro Montesinos lo liberase de una sentencia judicial y que Fujimori le prometiera la construcción de la carretera Arequipa – Juliaca.

“El único hombre honrado es el de arriba [dice señalando al techo]. Todos los demás que pisan la Tierra aceptan dinero mal habido en sus bolsillos”, cuenta este hombre que, a sus 82 años no descarta postular de nuevo a la alcaldía y, si la suerte lo acompaña, a la presidencia de la República.

Obras son amores

Para el historiador Mario Arce Espinoza, autor del libro “Alcaldes de Arequipa republicana”, el estilo de gobernar de Cáceres, durante 1987 y 1992, se caracterizó por ser el de un alcalde ejecutivo que prefería enfrentar los problemas violentamente, antes que planificar su resolución.

“Sacó con palo a los comerciantes ambulantes del Parque Duhamel y alrededores del Centro Histórico y los trasladó a la plataforma Avelino Cáceres. También alentó varias obras como el terminal terrestre, la remodelación del pasaje de la Catedral y otros espacios públicos que le dieron mucha popularidad”, recuerda.


Durante su gestión municipal, Cáceres desalojó a los ambulantes del centro de Arequipa y los trasladó a la plataforma comercial Avelino Cáceres.
Durante su gestión municipal, Cáceres desalojó a los ambulantes del centro de Arequipa y los trasladó a la plataforma comercial Avelino Cáceres.

Sin embargo, esta imagen de alcalde exitoso y trabajador, se fue desluciendo por las insinuaciones de corrupción durante su gestión. Aunque no se llegó a probar judicialmente ninguna acusación, ahora, sentado en la sala de su casa Cáceres confiesa que él sí robaba, pero decentemente. “Mi padre me dijo que cuando ocupara un cargo público, robara con dignidad. Eso quería decir que aceptara como regalo una o dos botellas de whisky de un ingeniero que hacía una obra. ¿Para qué más? (…) Si el dinero mal habido se va y luego no se puede disfrutar”.

Hoy en día, el patriarca del clan Cáceres, vive sin estrecheces económica, según dice, gracias al dinero que le dan mensualmente sus seis hijos y al sueldo de 4,500 soles que recibe por presidir la Universidad Andina Néstor Cáceres Velásquez de Juliaca.

Político ‘achorado’

Según Vargas Gutiérrez, Cáceres se caracterizaba por una forma de gobernar prepotente y ‘achorada’ que no consultaba a cuadros técnicos y pasaba por alto las leyes. Para el sociólogo este estilo desordenado y sin una visión clara de desarrollo fue cultivada por algunos alcaldes que le sucedieron como Roger Cáceres Pérez (su hijo), Yamel Romero Peralta (su yerno) y el actual burgomaestre Alfredo Zegarra Tejada, que en el 2012 hizo obras inconsultas en el ex Patio Puno.

Quizás por esta razón, a Cáceres el Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) le parece una tontería. “La mayor parte de mis obras las hice con mi ingenio. Nunca fui a Lima a estirar la mano. El terminal terrestre se hizo con plata de inversionistas. En el Avelino pusieron plata los comerciantes. (…) Con esta herramienta de control se acumulan los proyectos y hay que ir a rogar y sobornar a los funcionarios para que los acepten”.

Luis Cáceres sabe que el pueblo es ingrato (o tiene memoria) y quiere contar su versión de la historia. Por eso ya ha escrito sus memorias, que abordan toda su vida política desde su juventud hasta el año 2000. A ese volumen de 380 páginas que se publicará en los próximos meses le ha puesto de título “La vida de un hombre común y corriente”.

“Cuando uno tiene poder las mujeres se te acercan con el calzón en la mano y los hombres con la escobita. Pero cuando uno está abajo a uno ni lo saludan en la calle”, cuenta soltando una risotada.

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Las razones de su reelección

Luis Cáceres Velásquez y Alfredo Zegarra (2011-2018), han sido los únicos alcaldes provinciales de Arequipa que fueron reelegidos desde que se restauraron los comicios municipales en 1980 hasta que se prohibió la reelección inmediata de autoridades locales y regionales, en 2015.

Según el historiador Mario Arce Espinoza la razón de su popularidad se debe a que venía de una gestión muy exitosa en el municipio de Juliaca, en donde impulsó la construcción de carreteras y mercados. Cabe mencionar que en 1981 el presidente Fernando Belaunde Terry le dio a Cáceres la “Lampa de Oro” por ser el mejor alcalde del Perú por su gestión en ese municipio puneño.

“Se vendió como un hombre emprendedor que prefería los hechos y no las palabras y ganó la aceptación de los arequipeños. Pero su figura ahora no goza de mucha aceptación por apoyar a una dictadura (refiriéndose al gobierno de Fujimori)”, aclara Arce.

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Por su parte, el sociólogo José Luis Vargas explicó en 2013 que Cáceres atraía a los electores porque expresaba un cambio con respecto a la política tradicional de partidos políticos. “Por comodidad funcional preferían a alguien que generara algún cambio en la ciudad, por más que fuera al caballazo”.

En las elecciones municipales del 2010, Cáceres se encontraba entre los favoritos para ocupar el puesto de alcalde provincial de Arequipa, pero un fallo del Jurado Nacional de Elecciones lo sacó de carrera. En 2011 también tentó sin éxito una curul en el Congreso por el partido Cambio Radical. Volvió a postular a la alcaldía de Arequipa en 2014.

Luis Cáceres Velásquez nació en Juliaca en 1930. Perteneció al Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos (Frenatraca). Su libro de memorias se publicó finalmente con el título “Orgullo de raza”.

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