Hace más de un año que los hombres de bata blanca vienen enfrentándose al reto más riesgoso de su carrera: la lucha en primera línea contra el coronavirus. Pero, en paralelo, también lidian con el difícil encargo de dar la cara ante los familiares de los pacientes que se encuentran internados o que han perdido la vida producto de la enfermedad.
Si bien esto es parte de su vida profesional de los médicos, hoy la pandemia ha ocasionado que la intranquilidad y el desconcierto de los familiares se haya acelerado a altos niveles de violencia contra el cuerpo médico.
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Agresión en Puno
A las 8 de la mañana del último 23 de marzo, Eder Sairitupa Flores (34), un médico emergenciólogo, llegó como todos los días a su centro de trabajo en el Hospital III EsSalud Puno. Allí, inició con su ronda de identificación a los pacientes que estaban internados.
Uno de ellos era Francisco Visa Visa (62), quien tenía comprometido el 92% de sus pulmones a causa del COVID-19, un pronóstico grave. Sairitupa procedió a llamar a uno de los familiares para informarle sobre el estado de su pariente.
“El familiar ingresó muy agresivo, alterado, acusándome que no lo había atendido el día anterior, pero le indiqué que ese no era mi guardia. El señor hizo uso de su cargo diciéndome que era policía y que me iba a denunciar”, narra a El Comercio.
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Pese a ello, el médico procedió con mostrarle las tomografías a Rudvel Visa Ñaca, hijo de Francisco Visa. Durante ello, al hospital llegó un paciente a la unidad de shock trauma, lo cuál debió ser atendido por Sairitupa.
“El familiar [Rudvel Visa] no me permite dejar de explicarle para atender al otro paciente que había llegado, sin embargo, con el mejor ánimo le expliqué rápidamente el estado de su pariente, el pronóstico y las posibles complicaciones”, cuenta el emergenciólogo.
A las 10:30 a.m. Eder se dirigió a atender al paciente en shock trauma. Posterior a ello, continuó con su ronda y asistió de inmediato a Francisco Visa quien inició un paro cardiorrespiratorio.
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“El personal médico empezó a estimular al paciente y se le dio la atención básica avanzada. El familiar nos acusó de haber matado a su pariente, y nosotros solicitamos a seguridad que lo saquen”, indica Sairitupa.
Aunque el cuerpo médico hizo todo el intento de reanimar al paciente, este no reaccionó y falleció aproximadamente a las 11:05 de la mañana. Esto fue comunicado a Rudvel Visa Ñaca. Luego de ello, Sairitupa se dirigió a su oficina y fue ahí cuando Rudvel empezó a amenazarlo y acusándolo de haber matado a su padre.
“Cuando intento retirarme, el familiar me empujó contra la pared y después me dio un golpe al nivel del estómago y caí al piso. Perdí un poco la conciencia, cuando caí al piso sentí golpes en mi espalda y cabeza”, recuerda Eder, a quien se le ve en algunas fotografías salir del hospital en una silla de ruedas.
Frente a la brutal golpiza, el personal médico que fue testigo de la agresión se acercó para auxiliar a Sairitupa y lo llevaron hasta la unidad de shock trauma para brindarle atención. En tanto, Rudvel y dos de sus acompañantes, identificados como Franz Elmer Viza Ñaca y Wilber Mamani Mamani, quienes golpearon al galeno, salieron del hospital.
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Eder Sairitupa Flores confiesa que en sus más de 7 años de carrera profesional dedicados a la salud nunca había pasado por una situación como la del 23 de marzo. “Nosotros lamentamos la muerte del paciente, nuestra intención como médico es salvar vidas, pero una agresión no justifica. Es la primera vez que me pasa esto, ahora tengo temor de volver a sufrir otra agresión”, confiesa.
Hoy, el emergenciólogo pasa sus días en reposo en su domicilio cumpliendo los 16 días de descanso médico que le dieron tras la agresión física que recibió por parte de los tres sujetos. A él le diagnosticaron traumatismo abdominal y pulmonar, contusiones en la cabeza con presencia de hematomas.
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El agresor
Según el jefe de la Décima Macro Región Policial Puno, general PNP Marco Antonio Lara Vergara, el suboficial de tercera Rudvel Visa Ñaca labora en la Sanidad de la Policía Nacional, pero se le otorgó descanso médico debido a que había contraído el COVID-19 por lo que tenía que estar en aislamiento.
Sin embargo, el agente hizo caso omiso e incurrió en los delitos de violación de medida sanitaria y propagación de la enfermedad.
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“Siento vergüenza ajena por todo lo que hizo este individuo que viste el uniforme de la Policía Nacional, actos como ese causan indignación y deben ser cortados de raíz”, dijo el general en una radio local.
Indicó, además, que todos los actuados del efectivo policial fueron puestos a disposición del Ministerio Público para que se inicien las investigaciones del caso, y también pidió la intervención de la Inspectoría para determinar la sanción al policía en la vía administrativa.
Otro caso de violencia en Pasco
Una situación similar vivió el doctor Wilfredo Ramos Pando (37) el pasado 25 de julio del 2020 en el Centro de Atención Primaria II Yanahuanca – Essalud Pasco, lugar donde se desempaña como médico general.
Aquel día —según nos narra Ramos— a ese centro de salud llegó, cerca de las 11 de la mañana, el asegurado Abel Hernán Valdivia (39) junto a su esposa y su menor hijo de dos meses para hacerse la prueba de descarte del coronavirus.
Valdivia Morales y su esposa dieron positivo al COVID-19 por lo que se le prescribió un descanso médico por 14 días. Inmediatamente, el asegurado pidió que se les haga la prueba a sus otros dos hijos pese a que no se encontraban en el lugar.
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Ante ello, Wilfredo Ramos le propuso hacer un cerco epidemiológico y que al día siguiente el personal del Ministerio de Salud vaya a su domicilio para hacerles la prueba y dependiendo del resultado hacerle seguimiento a la familia.
“Pese a las posibilidades que le di al señor, él [Valdivia Morales] se alteró, me alzó la voz y empezó insultarme. Lo único que hice fue llamarlo a la cordura y que se tranquilice. Pero no paró, se sacó la mascarilla, me dijo palabras soeces y me lanzó un puñete en la parte derecha del pecho. Me caí en la silla que felizmente estaba ahí”, cuenta a este Diario el galeno.
Pese a que el médico ya había caído, Hernán Valdivia quiso continuar agrediéndolo, pero una mujer intentaba calmarlo. “En ese momento me sentí tan mal, avergonzado, no sabía qué hacer. Simplemente le dije: ‘Quién te crees tú, eres un simple asegurado’. Quizá ese fue mi error. Pedí que no le den el libro de reclamaciones en ese momento y que sea delante de un policía o fiscal”, acota Ramos.
Posterior a la agresión, la cual fue registrada en un video, Wilfredo Ramos se dirigió hacia la comisaría para presentar su denuncia. A la par, Valdivia también llegó hasta el mismo lugar. Allí, el paciente continuó gritando e insultado por lo que procedió a poner la denuncia y se retiró del lugar.
Pero no contento con ello, Hernán Valvidia Morales —cuenta el médico— se presentó en una radio local en la que criticó la labor de Ramos.
“El señor [Valdivia] se presentó en una radio de aquí y prácticamente destrozó mi imagen y habló mal de la institución. Inclusive en el libro de reclamaciones señaló que se le había cobrado 500 soles para la prueba, lo cual es totalmente falso. Él lo va a tener que probar porque es grave lo que ha dicho”, manifestó Ramos.
A la fecha, Wilfredo Ramos Pando cuenta con cuatro denuncias presentadas por Hernán Valdivia. Estas son por falsedad genérica, violación de normas sanitarias, lesiones culposas y omisión de funciones.
“Encima de ser agredido ahora estoy denunciado. Es el colmo”, lamenta Wilfredo, quien además agrega: “Yo tengo todas las pruebas y me voy a defender. Estoy pagando mi abogado con lo que puedo, pero voy a llegar a la verdad y demostraré que lo que el señor [Valdivia] dice es totalmente falso. No es justo. Yo me siento mal por todo esto, nunca he sido denunciado y esto está afectando también a mi familia”.
Hace tres semanas —cuenta el galeno— se enteró de que había sido citado para declarar el 25 de marzo por las denuncias en su contra. Sin embargo, la citación nunca llegó a sus manos, por lo que no asistió. La defensa del médico presentó una solicitud a la Primera Fiscalía de la Provincia Daniel Alcides Carrión en Yanahuanca – Pasco para que se reprograme su declaración.
Para los médicos Eder Sairitupa Flores, de Puno, y Wilfredo Ramos Pando, de Pasco, estas agresiones de los familiares de pacientes afectados por la pandemia responden, en cierta parte, a una falta de recursos en el sector salud que no satisface a las personas y que al contrario alimenta la desesperación de estas, pero —acotan— no es justificable.
“Nosotros lamentamos la perdida de los familiares, pero también entendemos que los hospitales tienen un número limitado de recursos. Hay ausencia de camas UCI, poco personal médico y equipos. Pero esto no debe ser una razón para justificar las agresiones”, señala Sairitupa, opinión con la que coincide Ramos: “Puede haber reclamos y además siempre lo ha habido, pero ahora por la pandemia hasta nos agreden, eso no es aceptable”.
Otros casos de agresión
En enero de este año dos médicos del Hospital de Huánuco fueron agredidos por el hijo de un paciente que falleció de COVID-19 y fueron acusados de no haberlo atendido.
Según se informó, Raúl David Zumarán intentó ingresar al área donde se encontraba internado su pariente y empezó a insultar y lanzar objetos contra los profesionales de la salud. Ante ello, la Policía tuvo que intervenir para calmar al sujeto.
Mediante un comunicado, Essalud negó las acusaciones e indicó, aquella vez, que presentarán una denuncia contra Zumarán por los daños ocasionados.
Situación similar sucedió en San Juan de Lurigancho, en el Hospital Aurelio Díaz Ufano. Allí, un grupo de médicos y enfermeras fueron agredidos por una familia que perdió a su pariente.
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De acuerdo con las imágenes, en las que se aprecian los momentos de tensión que se vivió en el hospital, los familiares en todo momento insultan con lisuras al cuerpo médico. Se conoció que a una enfermera le destruyeron su celular con el que estaba grabando, mientras que otra tuvo que huir del lugar.
Las víctimas pusieron la denuncia en la comisaría Santa Elizabeth.
Frente a los constante casos de violencia, la mañana del 25 de marzo un grupo de cirujanos agremiados al Colegio de Médicos en Puno se agruparon en la plaza principal de esta ciudad y realizaron lavado de mandiles blancos como señal de protesta contra toda agresión física al personal de salud que atiende a pacientes con distintas enfermedades incluido el coronavirus.
Médicos desprotegidos
César Augusto Portella Díaz, secretario del exterior del Colegio Médico del Perú (CMP), detalló a este medio que, en lo que va de la pandemia, más de 10 médicos han sido agredidos por familiares de pacientes con COVID-19.
Al respecto, el especialista dijo: “Nosotros tenemos la Defensoría del Médico que acude inmediatamente a las instancias correspondientes para denunciar las agresiones. Nosotros hemos presentado un proyecto de ley ante el Congreso para penalizar la agresión hacia lo profesionales de la salud”, dijo Portella.
Él lamentó que hasta el momento el Parlamento no haya tocado esta iniciativa de ley. Asimismo, refirió que la penalización de la violencia contra la Policía debería aplicarse también con los médicos.
“En el Colegio Médico estamos pidiendo que en el artículo 121 y 122 del Código Penal haya una modificación donde se incluya a los profesionales de la salud que son agredidos en el ejercicio de sus funciones y que se castigue con no menor de cuatro ni mayor de ocho años de cárcel”, señaló Portella.
El funcionario del CMP asegura entender la “emotividad” que puedan tener los familiares ante la perdida de sus parientes, pero se debe tener claro que no es culpa del médico. “Los pacientes muchas veces llegan en estado grave y creen que no se los quiere atender, cuando no es así”, afirma.
“La capacidad operativa de los hospitales ya rebasó, la demanda es mayor de tal manera que no podemos atender a los pacientes. La brecha de profesionales de la salud a nivel nacional es alta, falta médicos, enfermeras, técnico, por eso hay mucho retraso en la atención por falta de recursos humanos y equipamiento en los hospitales”, concluye.
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