Mathías Panizo Arana

La destrucción que se registró en diversas provincias del país a causa de las lluvias intensas durante el 2022 y el 2023 reveló la precariedad en la gestión del riesgo de desastres, tanto en la prevención como en respuesta. Tras la experiencia vivida durante la llegada del ciclón Yaku, el gobierno anunció la adquisición de maquinaria pesada y diversos proyectos de descolmatación de los ríos y quebradas, con el fin de hacer todo lo posible para reducir los daños previstos ante el desarrollo del fenómeno El Niño que se preveía de gran intensidad. El mensaje que el Estado dio en ese entonces era uno: no había tiempo para cambios estructurales.

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