Desde el patio de la que era la casa de sus padres, hoy convertida en museo, Armando Schlaefli busca preservar la historia de los colonos europeos que llegaron a Oxapampa en el siglo XIX.
Desde el patio de la que era la casa de sus padres, hoy convertida en museo, Armando Schlaefli busca preservar la historia de los colonos europeos que llegaron a Oxapampa en el siglo XIX.
/ HUGO CUROTTO / EL COMERCIO
Renzo Giner Vásquez

El tiempo se ha detenido en . Un techo de madera preserva antiguos cuchillos de caza, lámparas hechas con cuernos de animales, una licuadora que funciona a mano e infinidad de fotografías en tono sepia.

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Como parte de la campaña de El Comercio y el BCP, hemos llegado a Oxapampa para conocer a Armando Schlaefli, descendiente de colonos austro-alemanes que ha convertido la casa de sus padres en una auténtica cápsula del tiempo dedicada a preservar la particular historia de esta hermosa ciudad.

Corría mediados del siglo XIX cuando el entonces presidente del Perú, José Rufino Echenique, firmó una ley de inmigración con la que buscaba promover la llegada de ciudadanos europeos al país. Su derrocamiento, sin embargo, hizo que fuese el mariscal Ramón Castilla quien finalmente ponga en práctica dicha norma.

El acuerdo fue alcanzado con el barón alemán Cosme Damián Schütz von Holzhausen. El trato era que cientos de alemanes y austriacos llegaran al país para establecer prósperas colonias en la aún inexplorada selva central.

Estos colonos llegaron a Pozuzo en 1859, después de sortear muchos problemas: algunos se quedaron en Huacho, otros en Acobamba y una parte del grupo murió en el trayecto. La última tragedia que les sucedió tuvo lugar en la quebrada de Santa Cruz, habían llegado en época de invierno, así que hicieron su campamento ahí pero una avalancha cayó sobre ellos. De Europa salieron unos 315 colonos, pero a Pozuzo solo llegaron 110″, relata don Armando.

En ese grupo se encontraba Andreas Jorge Loechle, un colono proveniente de Baviera que, además, era su bisabuelo materno.

En el museo Schlaefli, antiguas fotografías comparten espacio con objetos de la época en la que llegaron los colonos.
En el museo Schlaefli, antiguas fotografías comparten espacio con objetos de la época en la que llegaron los colonos.
/ HUGO CUROTTO / EL COMERCIO

Luego de llegar a Pozuzo se enteraron de que había un asentamiento cercano de españoles y una familia alemana, la del Enrique Böttger, quien ayuda a los colonos a salir de Pozuzo a Huancabamba haciéndoles la mayor cantidad de trocha para que puedan salir a abastecerse y buscar nuevas tierras. Por ese acto y otros más lo consideran el fundador de Oxapampa. Posteriormente, mi abuelo Jorge Loechle formaría parte del grupo que viajaría de Huancabamba hacia Oxapampa”, asegura el fundador de la casa museo destinada a preservar la peculiar historia de esta ciudad.

Desde Huancabamba comenzaron a formarse las primeras familias: Mayer, Loechle, Hassinger, Gustavson, Heidinger, Frey y otras más que hasta hoy viven acá”, agrega.

Conversar con don Armando sobre Oxapampa es como consultar en simultáneo toda la bibliografía que existe sobre esta tierra.

Para mí es una misión de vida, para que no se olviden de la historia de Oxapampa y todo el sacrificio de los colonos para hacer de esta ciudad un ejemplo”, explica.

No queda duda de que, a través de don Armando y su casa museo, la historia de los colonos europeos que hace siglo y medio llegaron a estas tierras seguirá siendo contada por generaciones. Convirtiéndolo así en un verdadero peruano que suma.

La arquitectura oxapampina mantiene hasta la fecha las características de las construcciones hechas por los colonos. Tal es el caso de su emblemática catedral, construida totalmente con madera Diablo fuerte, símbolo de la zona que está actualmente extinta por su extracción desmedida.
La arquitectura oxapampina mantiene hasta la fecha las características de las construcciones hechas por los colonos. Tal es el caso de su emblemática catedral, construida totalmente con madera Diablo fuerte, símbolo de la zona que está actualmente extinta por su extracción desmedida.
/ HUGO CUROTTO / EL COMERCIO

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