Buena noticia. Se inició el debate sobre el tema de la bicameralidad. Las funciones de las cámaras, centralmente legislativas y de control político, no deben dejar de observar que el Parlamento es, por excelencia, la institución representativa de los regímenes políticos modernos. En consecuencia, se debe organizar primero la discusión sobre cuántos y cómo se elige a los representantes en cada cámara. Es decir, el sistema electoral.
La Cámara de Diputados, tradicionalmente la cámara política, nace de la representación poblacional. Es decir, un parlamentario representa un número de electores. ¿A cuántos debe representar? No hay una ecuación que lo determine. Sin embargo, sí existe una relación que permite reconocer que, a mayor número de electores de un país, le corresponde un mayor número de diputados. Número que por cierto va creciendo, conforme crece la población. Por eso, en 1829, teníamos 70 diputados; en 1872, 137; en 1929, 110; y en 1990, 180 diputados. Para este último caso, un diputado por cada 55.598 electores. En la actualidad, un congresista representa a 176.923 electores. Somos, pues, un país subrepresentado. Tanto así que países con poblaciones y electores menores que el nuestro, como Bolivia, Chile o República Dominicana, tienen 130, 155 y 190 solo diputados, respectivamente.
Una Cámara de Diputados que represente a los peruanos debe estar compuesta por lo menos por los 230, que permiten que un parlamentario represente a cien mil electores. Menos atentaría con una adecuada representación política. Si la elección es por departamento, la distribución sería en proporción a la población electoral. Sin embargo, Lima debería dividirse, como toda aquella circunscripción que pase de tres escaños, para permitir una mayor cercanía entre representantes y representados.
En el caso del Senado, debería tener una representación territorial. Los países federales, como Estados Unidos (100), Brasil (81), México (128), Argentina (72), tienen un número de senadores igual por cada unidad política subnacional. Pero ahora también los unitarios, como Chile (50), Bolivia (36), asumen esa regla. En nuestro caso, cada región, más Lima, debería tener dos senadores, por lo que dicha cámara tendría un total de 52 miembros. Para evitar problemas futuros, la Constitución no debe colocar el número de miembros de cada cámara y así evitar una reforma constitucional cada vez que sea necesario modificar esa cantidad.
Un aspecto fundamental es el período de mandato. La Cámara de Diputados debe elegirse cada cinco años, coincidiendo con la segunda vuelta presidencial y renovarse la mitad, cada dos años y medio. Igualmente, el Senado. Pero para no tener una seguidilla de elecciones, que fatiga al electorado, debería ampliarse el mandato de las elecciones regionales y municipales a cinco años con una reelección y coincidir en esa fecha. Es decir, tendríamos elecciones en el 2021 presidencial, diputados y senadores, en el 2023 mitad de diputados, mitad de senadores, así como gobernadores y alcaldes. En el 2026, se inicia nuevamente el ciclo.
Muchos temas para discutir y relacionar sus variables y efectos, con el propósito de tomar una decisión adecuada para nuestro país. Por eso ha hecho bien el Congreso en iniciar el debate y no dejarse presionar por los prejuicios y temores que rondan este tema.