La ex primera ministra Mirtha Vásquez, en su última entrevista en RPP el lunes en la noche, con generosidad no correspondida, lanzó una coartada para atenuar la responsabilidad presidencial: que Biberto Benerando Castillo León y Beder Ramón Camacho Gadea, entre otros miembros del despacho presidencial (DP) de Pedro Castillo, son quienes llevan al presidente por el mal camino. A ellos habría que culparlos de las peores decisiones del Ejecutivo en los últimos tiempos como, por ejemplo, aceptar la renuncia de Avelino Guillén y dar la entrevista en CNN. O apañar a una mafia que cobra coimas por ascensos y traslados policiales, como denunció IDL Reporteros.
Aquí ya hemos alertado desde el año pasado (“Pedro quiere descansar”, 6/12/2021), de la presencia de ese par que sobrevivió a la caída del secretario general Bruno Pacheco el 19 de noviembre. La variedad de rubros en los que Pacheco había mostrado intereses sospechosos (construcción con Karelim Lopez, hidrocarburos, ascensos militares, lobbies ante Sunat) revelaba tal febril actividad que no podíamos pensar que todo lo había hecho solo y que tras su salida del DP, este quedaría saneado y desinfectado.
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Al reemplazante de Pacheco, Carlos Jaico, Castillo no le dio margen de maniobra para hacerse de un nuevo equipo. Ni siquiera pudo cambiar al subsecretario general Camacho. Este era un viejo conocido del DP; pues fue su jefe de almacen y de trámite documentario. Su rol, por mucho tiempo, fue recibir la papelería de alcaldes, gestores, empresarios, proveedores, gente legítimamente interesada en que el estado trabaje con ellos o para ellos. De allí, fue ascendido a un puesto que requiere habilidades muy distintas a identificar papeles y lanzarlos al conducto correcto: ayudar a organizar la agenda del presidente.
Esto último no tiene nada que ver, ciertamente, con recibir por horas al comandante general de la PNP, Javier Gallardo. Esa sospechosa relación fue considerada en la denuncia de IDL Reporteros, como parte del tinglado que habría sido montado en la policía, con tentáculos en Palacio, para cobrar coimas por ascensos y traslados policiales.
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Por encima de Camacho, no en jerarquía sino en habilidades discursivas, ha estado Biberto Castillo, asesor favorito del presidente. Con la cómoda etiqueta del FAG (Fondo de Apoyo Gerencial, una bolsa de técnicos que maneja el MEF y los asigna a pedido); este Castillo hacía y deshacía en el DP, encimando a Jaico. Rodolfo Idrogo, por ejemplo, respondía a ellos antes que a Jaico. Cuando se fue Auner Vásquez de la jefatura del gabinete técnico de asesores, propusieron a Wilson Pretel. También lograron nombrar a Rodolfo Ramírez Apolinario en un cargo de nombre enrevesado: secretario del consejo de ministros del despacho presidencial.
Biberto Castillo tiene un historial digno de atención. Fue asesor del ex congresista humalista Álvaro Gutiérrez, quien apoyó con fervor y luego denunció con igual pasión a Ollanta Humala y Nadine Heredia. Toda una escuela de la intriga política, asumida como tal. Castillo también fue enlace parlamentario del MEF, lo que le permitió conocer el sistema de colaboración que mejor funciona en la política nacional, el que tiene a congresistas por bisagra entre las demandas de las autoridades locales y la capacidad ejecutora del MEF y de otros ministerios. También tentó hacer política, sin suerte, lanzándose de candidato a alcalde de Los Olivos por Perú Patria Segura en el 2018. En el 2011 fue investigado por falsedad genérica, estafa y peculado; en el 2020 fue acusado de lesiones culposas y, mucho antes, en el 2008, de hurto agravado.
Ampay, gente
Cuando a inicios de la semana pasada, el grupo se vio cuestionado por el resultado fatal de la entrevista con Fernando del Rincón en CNN, sintió que su estabilidad peligraba. Una de las reacciones distractivas fue culpar a Jaico. Filtraron denuncias contra él, acusándolo de una reunión subrepticia con Repsol, de usar indebidamente un auto oficial y hasta de empujar a Castillo a dar la entrevista fatal.
El bullying a Jaico provocó el contraataque de este a punta de memorandos. En uno, le pide explicaciones a Camacho por el orden en el manejo de vehículos, haciéndolo responsable de irregularidades en esa área. En otro, lo acusa ante la oficina de control interna, de recibir a Gallardo, consignar de forma equívoca la reunión en el registro de visitas y no informarle a él, que es su jefe. En el memorando más filudo, acusa, también a control interno, a Biberto Castillo de cometer irregularidades para forzar el nombramiento de Daniel Salaverry en Perú Petro. El ministro de Energía y Minas, Eduardo González Toro, citó ese argumento en su defensa ante el pleno el día martes.
El contragolpe hacia Jaico lo ejecutó el propio Pedro Castillo en una entrevista en el diario La Noticia, hecha por su director Martín Valdivia, casi sin repreguntas. Según el registro de visitas, el entrevistador estuvo apenas 27 minutos en el despacho de Castillo. Allí, Castillo anuncia que probablemente prescindirá de su secretario. El lunes, Jaico hizo un último memorando contra sus enemigos. Dispuso el fin del contrato de Biberto Castillo. Con Camacho no pudo hacer algo similar, pues necesitaba una resolución suprema. El martes, el presidente le pidió su renuncia. Jaico murió matando. No sabemos aún si el nuevo premier habrá puesto como condición, la disolución del grupo mal llamado en la carta de renuncia de Jaico, ‘gabinete en la sombra’, concepto que nació en Gran Bretaña para hablar de la oposición, no de la entraña torcida del oficialismo.
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