Roger Hernández Sánchez

Mientras aguardo la nueva carta del bistró sanisidrino que nos convoca esta tarde, una cuestión sospechablemente absurda se apodera de mi atención. Trato de ignorarla, porque sé que es de aquellas interrogantes que rondan por la mente durante cierto tiempo y que, de un momento a otro, desaparecen sin mayor ruido. Sin embargo, esta vuelve a la carga y entiendo que no se irá sin que ensaye una respuesta.