Cada generación del Toyota Caldina combinó la practicidad de una station wagon con la durabilidad característica de la marca japonesa. (Foto: difusión)
Cada generación del Toyota Caldina combinó la practicidad de una station wagon con la durabilidad característica de la marca japonesa. (Foto: difusión)
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¿Por qué los fanáticos de Toyota extrañan al Caldina?: un breve repaso por la historia del popular station wagon
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¿Por qué los fanáticos de Toyota extrañan al Caldina?: un breve repaso por la historia del popular station wagon

¿Por qué los fanáticos de Toyota extrañan al Caldina?: un breve repaso por la historia del popular station wagon

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La década de 1990 fue “dorada” para las marcas japonesas en el Perú. era una de ellas, consiguiendo éxito en la mayoría de sus concesionarios. Pero no eran los únicos. También llegaban , importados por privados. En este último grupo estaba el Caldina y toda su historia, que rápidamente se extendió en la costa, sierra y selva.

El Caldina era un station wagon fabricado para el mercado japonés y estuvo vigente a lo largo de tres generaciones, iniciando la primera en noviembre de 1992 y finalizando la tercera en junio de 2007.

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Una llegada al Perú con turbulencias

Durante el tiempo de vigencia, el Caldina nunca llegó “0 kilómetros” al Perú, salvo excepciones. Esto se debe a que las leyes peruanas lo establecían con los vehículos nuevos, pero con los carros usados no había esa restricción.

La evolución del Caldina refleja cómo Toyota supo adaptar este modelo a distintos públicos, desde familias hasta entusiastas del automovilismo.(Foto: difusión)
La evolución del Caldina refleja cómo Toyota supo adaptar este modelo a distintos públicos, desde familias hasta entusiastas del automovilismo.(Foto: difusión)
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En 1991, el gobierno peruano autorizó la importación de vehículos usados con el timón original al lado derecho, permitiendo que modelos como el Toyota Caldina ingresaran al país. No obstante, la medida fue polémica debido a la falta de reglamentación y fiscalización para supervisar las adaptaciones del volante hacia el lado izquierdo. Tras los cuestionamientos y presiones, el decreto quedó sin efecto, hasta que finalmente, en 1996, el Decreto Legislativo N° 843 volvió a autorizar el ingreso de estos carros usados con timón a la derecha. Pero bajo ciertas condiciones: los Centros de Reacondicionamiento (CETICO) de Ilo y Matarani serían los únicos encargados de adaptar el timón hacia el lado izquierdo. Finalmente, esta autorización se prohibió en 2011.

Este período coincidió con la vigencia del Caldina (1992-2007), de modo que al Perú llegaron sus tres generaciones.

Frente al Corolla

Por aquellos años, un modelo similar que se vendía en los concesionarios era el Corolla. Si bien la versión Wagon tenía casi el mismo estilo de diseño y ambos tenían un corte familiar, solo el Caldina ofrecía una suspensión trasera con eje rígido y muelles. Tenía un andar más duro en la ciudad, pero esos muelles eran capaces de soportar una mayor carga. Otra diferencia, mucho más marcada, fue que únicamente el Caldina tenía una versión con tracción 4WD o tracción integral permanente, haciéndolo más capaz para zonas rurales y el interior del país.

De hecho, basta salir a la periferia de Lima y acercarse a los grandes mercados mayoristas para observar que siguen siendo requeridos para trasladar cientos de kilos. De igual forma, cuando realizamos rutas con vehículos 4x4 en el interior del país, casi siempre nos cruzamos con alguno de estos modelos.

Primera generación (1992 - 1997)
El Caldina debutó como una versión familiar derivada del Corolla, destacando por su practicidad y amplio espacio interior. (Foto: difusión)
Primera generación (1992 - 1997) El Caldina debutó como una versión familiar derivada del Corolla, destacando por su practicidad y amplio espacio interior. (Foto: difusión)
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Primera generación (1992-1997)

El Caldina se presentó en noviembre de 1992 y su nombre está inspirado en el adjetivo italiano (e inglés) “cardinal”, que significa “esencial” o “fundamental”. Se fabricó en las plantas de Tsutsumi y Fujimatsu, además de ser el sucesor del Carina y el Corona, de los cuales heredaba algunos componentes. Ofrecía versiones con motor delantero, tracción delantera y tracción total permanente (4WD). Los motores disponibles compartían la configuración de 4 cilindros en línea y estaban montados transversalmente, con motores DOHC de 16 válvulas, engranaje de tijera “high-mecha” y doble árbol de levas de 1.800 cc y 125 CV o 2.000 cc y 140 CV (135 CV para el modelo 4WD) a gasolina, y un motor atmosférico de 2.000 cc diésel. El Caldina empleaba una suspensión independiente MacPherson en las cuatro ruedas, mientras que la furgoneta Caldina utilizaba un sistema de suspensión trasera de ballesta con eje rígido.

Segunda generación (1997 - 2002)
Con un diseño más moderno y mejores acabados, esta generación fortaleció la reputación del Caldina como un vehículo versátil para familias. (Foto: difusión)
Segunda generación (1997 - 2002) Con un diseño más moderno y mejores acabados, esta generación fortaleció la reputación del Caldina como un vehículo versátil para familias. (Foto: difusión)
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Segunda generación (1997-2002)

La segunda generación del Caldina se lanzó en septiembre de 1997, mejorando su imagen deportiva con la opción de un motor turboalimentado y otras características. Al igual que los modelos de la primera generación, estaban disponibles versiones con motor delantero, tracción delantera y tracción a las cuatro ruedas. La selección de motores de gasolina DOHC de 4 cilindros en línea y 16 válvulas incluía un motor de combustión pobre de 1.800 cc y 115 CV, un motor de doble árbol de levas “high-mecha” de 2.000 cc y 140 CV, un motor deportivo de doble árbol de levas VVT-i de 2.000 cc y 190 CV (para el GT) y un motor turbo de doble árbol de levas de 2.000 cc y 260 CV (para el GT-T). También estaba disponible como opción un motor turbodiésel de 2.200 cc y 94 CV. Todos los modelos incluían una transmisión automática de 4 velocidades, excepto los modelos turboalimentados, que incorporaban los botones Steermatic para cambiar de marcha en el volante.

Tercera generación (2002 - 2007)
La más deportiva y avanzada, con versiones GT-Four turbo de tracción integral que ofrecían un rendimiento digno de rally. (Foto: Difusión)
Tercera generación (2002 - 2007) La más deportiva y avanzada, con versiones GT-Four turbo de tracción integral que ofrecían un rendimiento digno de rally. (Foto: Difusión)
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Tercera generación (2002-2007)

Lanzada en septiembre de 2002, la tercera generación del Caldina se vendió exclusivamente en el mercado japonés. Bajo el concepto “Touring Machine”, el modelo fue renovado para realzar aún más su imagen deportiva. Sus principales características incluían un rendimiento de conducción evolucionado y emocionante, y un diseño interior y exterior que reflejaba la nueva palabra clave de diseño de Toyota: “claridad vibrante”.

La carrocería ensanchada presentaba un estilo agresivo en forma de cuña, con una suspensión trasera de doble horquilla de nuevo diseño. La gama de motores DOHC de 4 cilindros y 16 válvulas con inyección electrónica de combustible (EFI) incluía un motor turboalimentado de 191 kW (260 CV) de 1.998 cc (3S-GTE), un motor D-4 de inyección directa VVT-i de 1.998 cc (1AZ-FSE) con 152 CV (para tracción a dos ruedas) o 150 CV (para tracción a las cuatro ruedas [4WD]), y un motor VVT-i de 1.794 cc y 132 CV (1ZZ-FE). Se ofrecían configuraciones de motor delantero, tracción delantera y tracción total permanente, con tracción total permanente V-Flex como opción para el modelo D-4. Los modelos turboalimentados incorporaban el sistema deportivo secuencial Shiftmatic, mientras que la edición GT-Four N incluía amortiguadores monotubo invertidos y una barra de refuerzo para mejorar la experiencia de conducción.

Caldina como sinónimo de durabilidad

El Toyota Caldina no fue solo un station wagon japonés, fue parte de la vida diaria de miles de familias en el Perú. Su fiabilidad inquebrantable lo convirtió en un compañero de ruta para todo: desde viajes familiares hasta jornadas de trabajo llevando carga en mercados o recorriendo caminos rurales. Pocos autos lograron combinar esa resistencia mecánica con la tranquilidad de saber que nunca te dejaría a medio camino.

Pero lo que más extrañan sus fanáticos es su versatilidad: podía ser práctico, cómodo y espacioso, pero también sorprender con versiones deportivas como el GT-T, que lo transformaban en un wagon con alma de deportivo. Esa dualidad lo hizo inolvidable. Hoy, cada Caldina que sigue circulando en nuestras calles no es solo un auto usado, sino un pedazo de historia que despierta nostalgia y orgullo en quienes alguna vez lo manejaron o soñaron con tenerlo.

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