Partiendo del supuesto de que todos los fanáticos de la saga “John Wick” acuden a ver sus nuevas entregas en busca de enfrentamientos, disparos y muertes, ¿qué podría añadírsele a esta franquicia de acción para reforzar la fidelidad que genera, pero, sobre todo, para atraer nuevo público? La respuesta podría estar en darle consistencia a la historia, amparándose en personajes mucho más profundos que los hasta ahora vistos. El guion escrito por Shay Hatten, Michael Finch y Derek Kolstad lo logra, pero es la dirección de Chad Stahelski tal vez la principal responsable de que la cuarta entrega sea la mejor de todas. Y eso es lo que explicaremos a continuación.
Al cierre de la tercera entrega, nuestro protagonista era casi ‘resucitado’ de la muerte por Bowery King (Laurence Fishburne). El ‘señor del mal’, suponemos por el inicio de esta cuarta parte, ha curado, cuidado y alimentado a John Wick luego de que este fuese atacado a balazos por Winston (Ian McShane) y caiga desde la azotea del Hotel Continental en Nueva York.
“John Wick 4″ abre precisamente con un encendido y egocéntrico discurso del ‘señor del mal’ mientras en el fondo se ve a alguien de espalda practicando golpes sobre una base vertical. ¿Es el momento de que nuestro súper héroe de saco y corbata vuelva a aquello que sabe hacer mejor? Aquí viene la primera transición, el primer desplazamiento. Ahora, el sicario va por el desierto atacando a villanos que se la ponen difícil, aunque –como ha pasado siempre—terminan cayendo. Wick ha seguido un proceso de recuperación que lo muestra bastante ágil, pero sobre todo muy preciso al momento de disparar sin que la distancia o el número de municiones sean un problema.
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La cuarta cinta de esta franquicia cinematográfica sigue dos líneas narrativas claras: primero, John Wick busca acabar con todos hasta recuperar su libertad. En segundo lugar, la Alta Mesa ha cedido todo su poder decisorio en un personaje oscuro como el Marqués (Bill Skarsgård). Él funge como vocero de los doce miembros de esta logia, por lo que no cesará en su objetivo de ver a nuestro protagonista muerto. Entre esas dos líneas hay una serie de hechos de importancia, pero sobre todo una valiosa suma de personajes secundarios que, valgan verdades, le aligeran un poco la responsabilidad exclusiva de hacerlo todo a Keanu Reeves.
Uno de los factores en los que no escatima la producción de “John Wick 4″ tiene que ver con las locaciones y los escenarios. Berlín, París, Osaka y la infaltable Nueva York son espacios propicios para persecuciones con ejércitos de diversos tipos. En la ‘Gran manzana’ precisamente tenemos un primer hecho de interés. El Marqués va a cobrarle cuentas a Winston. Su hotel, El Continental, será demolido como represalia por el apoyo brindado a Wick. El breve, aunque intenso diálogo entre estos dos, al que se suma el Conserje Charon, tendrá como colofón un suceso que tal vez muchos fanáticos no esperábamos: la muerte de un personaje emblemático de la trama.
Ver cómo el Continental de Nueva York es detonado por orden de la Alta Mesa es un hecho tan impactante como ver al mismo Hotel, pero en su sede japonesa -- fulgurante con sus luces rojas y motivos orientales-- convertirse en el centro de un mega combate. Aquí damos paso al segundo de los nuevos personajes de esta trepidante cuarta entrega. Se trata de Shimazu (Hiroyuki Sanada), viejo amigo de Wick y administrador del centro de descanso, quien además es asistido por su hija Akira (Rina Sawayama). Como tal vez no sorprende, nuestro protagonista se viene quedando sin posibles aliados, por lo que viajar a Asia es una salida, pero es la joven Akira quien –siguiendo su preciso sexto sentido—advierte que su presencia solo puede traer problemas, por eso le implora a su padre que se deshaga de tan incómoda visita. Aquí es cuando la saga exalta algo que va más allá de las millonarias recompensas (ahora superiores a 20 millones de dólares por la cabeza de Wick): la amistad y la lealtad.
Los guionistas de “John Wick 4″ optaron por no esconder sus cartas desde el inicio. A Shimazu y su hija Akira (además del ya citado Marqués) le podemos sumar tres nuevos entes del mal y un cuarto particularmente oscuro. El primero, por supuesto, es nada menos que Caine (Donnie Yen), un sicario que se creía en el retiro hasta que lo convocan para matar a su viejo amigo y colega John Wick. Mientras que el segundo es tal vez el personaje más atípico y humano de toda la historia: el rastreador (Shamier Anderson), una especie de caza recompensas que, apoyado por su temible pastor belga, está dispuesto a todo por acabar con nuestro protagonista. Siempre por dinero.
El rastreador, más allá de su increíble habilidad para dar con el paradero de los hombres más buscados, apoyado apenas por su libretita de apuntes, comienza a hacerse presente en cada lugar que Wick recurre. Pasa en el Continental de Osaka, en el centro de París, etc. Sobre el personaje interpretado por Anderson –y su perro, al que le grita ‘¡bolas!’ y este muerde en la ingle a cualquier rival—tal vez no se precisa un análisis mucho más profundo. Todo lo contrario, ocurre con Caine, un personaje que con un guion solvente detrás bien podría generar un posible spin off a mediano plazo.
Estamos frente a un sicario invidente que, a diferencia de John Wick, tiene algo que lo ata a esta tierra: su hija, una adolescente que apenas está empezando a vivir los mejores años de su vida. Solo amenazado con que se le puede hacer daño a ella es que Caine acepta someterse nuevamente a lo que pide la Alta Mesa. Este miedo a un poder superior se combina con momentos de humor negro (como verlo comer sopa recostado sobre una pared mientras todos alrededor se matan) que, ciertamente, han sido muy bien logrados por el chino Donnie Yen.
En tercer lugar, sería imposible dejar de lado al chileno Marko Zaror en su rol de guardaespaldas del Marqués. Portentoso como solo él puede ser, estamos frente a un luchador que cumple en todas las escenas donde participa. Le añade, por supuesto, su toque latino al hablar en un par de ocasiones en castellano para desconcierto de los personajes a los que se enfrenta. Finalmente, la trama de “John Wick 4″ nos ha guardado un espacio tan especial como –paradójicamente—grotesco para Scott Adkins en su rol de Killa. Y es que si algo le faltaba a esta franquicia era un gigante como este personaje, adicto a las cartas y estupendamente ágil pese a sus (seguramente) más de 200 kilos de peso. El actor que lo interpreta --conocido ya por cintas como “”Los Mercenarios 2″ ha sufrido una transformación que lo torna ciertamente irreconocible. Nada de esto impide que protagonice junto a Reeves una larga coreografía mortal que no tiene pierde.
Tanto Marko (Chidi) como el rastreador y como Caine (todos maniobrados por el poder del dinero que ostenta el Marqués) se convierten en representantes de un bando que tiene como oposición a Wick y a Shimazu (con su hija). Bajo estos cinco recaerá la responsabilidad de representar durante dos horas y 43 minutos una maratón de golpes, disparos, saltos mortales, apuñalamientos, atropellamientos y caídas cada una más espectacular que la anterior. La dirección de Stahelski –pero sobre todo la coordinación de peleas a cargo de Jeremy Marinas-- es impecable en el desierto, sobre el lujoso Continental asiático o en medio del Arco del Triunfo de París.
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Mención aparte para la serie de osados desplazamientos de cámara, desde arriba (las tomas desde el techo de una casa que muestran a Wick incendiando rivales con balas que explotan al tocarte son insuperables), y desde abajo (cuando Wick debe subir innumerables escalones hacia su destino de pelea final). Y aunque hay recursos que ya vimos en entregas anteriores, como luchar en un inmenso salón de espejos, esta vez hay un añadido ligado a lo humano: cuando Wick tiene a punto de mira al invidente Caine, reprime sus impulsos. Gestos así no son para nada aislados en una película donde, por otro lado, los perros siguen siendo elementos que suman (e importan). Aunque el de Wick aparezca apenas, la ‘mascota asesina’ del Rastreador a ratos enternece para, segundos después, hacernos saltar de la butaca, recordándonos a punta de mordiscones y ladridos para qué ha sido entrenada.
Ninguno de estos detalles extras, sin embargo, debe hacernos perder la perspectiva de aquello que resulta la esencia de esta cuarta entrega y de la saga en general. Estamos frente a la oscura historia de un sicario que busca redención y está dispuesto a acabar con todos los que interfieran en dicho propósito. Así Winston –su mentor, su número dos-- le diga que las cosas no cambiarán porque se elimine al Marqués, pues la Alta Mesa nombrará a su sucesor en un ‘dos por tres’. ¿Logrará John Wick algún día su objetivo? Para aquellos que disfrutamos de esta saga, ojalá falten muchas entregas más para conocer esa respuesta.
JOHN WICK 4/CINES
Director: Chad Stahelski
Elenco: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Lance Reddick, Donnie Yan, Rina Sawayama
Sinopsis: John Wick descubre un camino para derrotar a La Alta Mesa. Pero antes de que pueda ganar su libertad, Wick debe enfrentarse a un nuevo enemigo con poderosas alianzas en todo el mundo y fuerzas que convierten a viejos amigos en enemigos.
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