Aunque con menos presencia en Latinoamérica en comparación con Estados Unidos y Europa, Apple TV+ cuenta con un interesante catálogo de series y películas a disposición de sus sunoscriptores. Un inmejorable ejemplo de esto último bien podría ser “Las gotas de Dios”, un drama creado por Quoc Dang Tran, adaptación del exitoso manga del mismo nombre que publicase Tadashi Agi.
Protagonizada por Fleur Geffrier, esta miniserie franco japonesa de ocho episodios cuenta la historia de Camille Leger, una joven hija única, de actitud introvertida, que rápidamente se encuentra con una trágica noticia: la muerte de su padre, el legendario enólogo Alexandre Leger (Stanley Weber).
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Ignorando la férrea oposición de su madre, Camile decide dejar atrás la separación que desde los nueve años tiene con su padre, y viaja hasta Japón para darle el último adiós. Aquella visita significa una oportunidad para conocer de primera mano el mundo en el que su padre se desarrolló con éxito durante gran parte de su vida.
Estando ya en Asia, Camille es notificada de la existencia de un testamento por parte de su padre. El experto en vinos ha dejado su multimillonaria colección de botellas de este licor. Pero no ha optado por cederle esto fácilmente, sino que estableció un reto: debe enfrentar tres pruebas frente a Issei Tomine (Tomohisa Yamashita), el brillante discípulo que Alexander dejó.
“Las gotas de Dios” rápidamente se decanta en dos líneas narrativas. La primera nos cuenta el drama familiar de Camille, una joven que –aunque parece ir sin rumbo por la vida—de pronto se ve frente a una especie de ‘cable a tierra’ que le da un sentido. Pero no se trata solo de los millones de dólares que significan la colección de vinos por la que podría competir, sino que, en el camino a dicho fin, ella tendrá la oportunidad de redescubrir su borroso vínculo paterno.
En dicho propósito, Camille opta por establecerse fuera de casa. Primero conociendo bien el legado de su padre en Japón y luego viajando a aquellos pueblos europeos donde residen los grandes amigos de su papá. Cada uno conserva conocimientos y anécdotas que, por si fuera poco, la terminarán llevando de las narices hacia su también borrosa infancia.
El pasado es algo muy vivo en “Las gotas de Dios”, porque conforme transcurren los primeros episodios iremos descubriendo que Alexander formó –o al menos intentó formar—a su hija en el arte de la enología desde muy pequeña. En esa línea, los flashbacks que veremos no son de una niña jugando al fútbol o a las muñecas, sino ‘catando’ vinos de increíble antigüedad y singulares sabores. Esto, por supuesto, era un riesgo que el padre aceptó seguir, aún incluso cuando la (entonces) niña sufrió un par de accidentes con el alcohol, por lo que terminó autogenerándose un rechazo natural a este.
La segunda línea narrativa tiene que ver con Issei, un joven japonés, tal vez tan reservado como Camille, que intenta sobresalir en una familia dominada por el carácter de su madre. Es esta última quien, en cada oportunidad que tiene, menosprecia su vínculo con la enología, y le propone abrirse rápidamente a caminos más ‘seguros’ como la millonaria empresa familiar.
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Así como Camille parece ir en búsqueda de las raíces paternas, Issei sigue un camino contrario, siempre al borde de huir de casa, aferrándose apenas a la honestidad de un humilde padre que vive doblegado ante los ingentes recursos que tiene su esposa.
De forma tan inesperada como ocurrió con nuestra protagonista, el joven Issei se entera que está nominado a esta particular herencia de las bodegas millonarias. Y así, aunque la serie (al menos en sus primeros tres episodios) no lo muestra estudiando ni perfeccionando sus conocimientos, todos seremos testigos de su increíble capacidad si de vinos se trata.
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Resulta inevitable que aquellos que observan “Las gotas de Dios” relacionen esta serie de Apple TV+ con otros intensos dramas como “El Oso” (Star Plus) o “Hambre” (Netlix). La primera, una serie premiada y que está a punto de estrenar su segunda temporada, cuenta la historia de un joven y brillante chef que se hace cargo de la sanguchería de su padre y la levanta de la verdadera ruina. Mientras que la segunda, nos muestra a una joven tailandesa que es ‘descubierta’ cocinando fideos en el humilde restaurante de sus padres y termina compitiendo cara a cara con el más prestigioso chef del país, quien además es su ‘maestro’.
Aunque la diferencia entre estas dos propuestas es evidente (las primeras son sobre cocina y exigencia, desde los maestros hasta los aprendices), mientras que “Las gotas de Dios” se enfoca en el mundo de los vinos, si algo resulta común en las tres propuestas es que nos ponen frente a tres personalidades férreas, las cuales sometidas al fuego más alto (metafóricamente hablando), develan lo mejor de sí.
Volviendo a “Las gotas de Dios”, la serie dirigida por el israelí Oded Ruskin traza claramente el camino que Camille debe seguir para estar lista y competir de igual a igual con el genio Issei. En dicha senda conoce a Thomas Chassangre (Tom Wozniczka), un joven enólogo e hijo de uno de los mejores amigos de su papá. Entre Camille y Thomas surge una relación de complicidad y amistad que rápidamente se transforma en un amor prohibido, pues el enólogo tiene novia.
Una gran parte de los tres episodios ya estrenados de esta serie contienen lo que podría ser el goce de cualquier fanático de los buenos vinos. Menciones a sabores, aromas y apariencias que van desde las frutas hasta las verduras menos imaginadas. Además de referencias a años de cosecha y maduración. Fue uno de estos varios elementos el que frustró lo que debía ser la primera de las tres pruebas por la herencia.
Ya embarcada en la aventura de retomar ese camino por el que su padre la llevó de muy niña, Camille va perfeccionando sus conocimientos, reforzando sus sentidos, pero sobre todo doblegando aquel trauma que le generó beberse un trago de dicha bebida en su infancia.
Paralelamente a esto, seremos testigos de la forma en cómo la familia de Issei se descompone poco a poco, por culpa del autoritarismo del abuelo y la madre del enólogo, y por la inacción del papá, quien en algún momento decide dejarlo todo para recuperar su frágil autoestima. En sí, una historia familiar por la que resulta imposible no sentir empatía.
“Las gotas de Dios” es una serie intensa, capaz de llevarnos de la mano por dos vidas que terminan frente a frente en las circunstancias más impensadas. Dos mundos contrapuestos (oriente y occidente) luchando por el legado de un hombre que vio en los vinos su forma de trascender y que, gota a gota, busca legarle dicho prestigio a su hija, o tal vez a su más brillante aprendiz.
LAS GOTAS DE DIOS/ APPLE TV+
Director: Oded Ruskin
Elenco: Fleur Geffrier, Tomohisa Yamashita, Makiko Watanabe, Stanley Weber
Sinopsis: Alexandre Léger, creador de la famosa Guía de Vinos Léger y figura emblemática de la enología, acaba de fallecer dejando una hija, Camille, que no ve a su padre desde que sus padres se separaron cuando ella tenía nueve años. Cuando Camille vuela a Tokio y se lee el testamento de Léger, descubre que su padre le ha dejado una extraordinaria colección de vinos. Pero, para reclamar la herencia, Camille debe competir con un enólogo brillante, Issei Tomine, a quien su padre tomó bajo su protección y se menciona en el testamento de Léger como su "hijo espiritual".
Este drama multilingüe en francés y japonés de ocho episodios es una adaptación de la serie de manga japonesa más vendida del New York Times del mismo nombre, creada y escrita por el galardonado Tadashi Agi.
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