Un hueso duro de roer le ha tocado a Liam Neeson para el registro de su película número 100. El actor irlandés de 70 años protagoniza “Sombras de un crimen”, título en castellano correspondiente a “Marlowe”, la adaptación cinematográfica de la novela “La rubia de ojos negros”, escrita por Benjamín Black –seudónimo del célebre John Banville—siguiendo el legado del mítico autor de novela negra Raymond Chandler.
Ambientada en Bay City, California, en 1939 (aunque rodada en las europeas Dublín y Barcelona), “Sombras de un crimen” nos adelanta rápidamente la historia presentándonos a Clare Cavendish (Diane Kruger), una rubia y millonaria mujer que toca la puerta del detective Philip Marlowe (Liam Neeson). El cúmulo de pequeños detalles al interior de esa primera escena nos permite, en líneas generales, percibir el universo que el director Neil Jordan aspira a representar en su largometraje.
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Pantalón marrón, camisa blanca, chaleco y corbata por parte del investigador. Vestido a un solo color por parte de la visitante y sombrero cerrado. Cigarrillos que no dejan de expulsar humo y, por supuesto, Whisky puro. Unas persianas protegen el cubículo donde se desarrolla el diálogo del inclemente sol que castiga Los Ángeles.
Ya en el diálogo, plagado de gestos de caballerosidad de una parte y de coquetería de la otra, Cavendish le dice a Marlowe que, tras recibir buenas referencias suyas, ha decidido buscarlo porque quiere que descubra el paradero de su último amante: Nico Peterson (François Arnaud). Valiéndose de su experiencia como investigador, Marlowe intenta sacarle a su clienta una serie de revelaciones sobre las posibles circunstancias que propiciaron la desaparición de Nico. Y no necesita más que este diálogo para emprender su trabajo.
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Para aquellos que esperaban encontrarse frente a 110 minutos de acción del querido protagonista de la saga “Búsqueda implacable”, toca darles una mala noticia: la película dirigida por Jordan no es lo que buscaban. Descrita en distintas ocasiones como una cinta de detectives, “Sombras de un crimen” es, efectivamente, un relato sobre el mundo de muchos negocios ilícitos que ya asolaban Los Ángeles (y varias otras zonas de Estados Unidos) a mediados del siglo pasado.
Pero, claro, suponemos que la tentación de cualquier director de un thriller con Neeson en el rol principal es ponerlo a lanzar puñetes y disparar armas de todo calibre. Aquí esto ocurre y, en lo que podría considerarse uno de los primeros aciertos de la cinta, pasa de forma sobria, con escenas de pelea siempre cortas, enfrentamientos alejados de lo espectacular, y apenas dejando para el final una feroz balacera.
Fuera de los tres o cuatro enfrentamientos que tiene a lo largo de la trama, el detective Marlowe no parece muy preocupado en ocultar el paso del tiempo. Sus movimientos son lentos inclusive para apagar la colilla de un cigarrillo con el zapato sobre un terreno de piedras. Lo mismo pasa cuando intenta subir escaleras o inclusive en el momento que le toca aplicar una ‘llave durmiente’, que si bien fracasa luego logra equilibrar lanzando a su rival contra un inmenso tubo de fierro.
Dejando de lado estos detalles, y porque una película no es solo su guion sino fundamentalmente la forma en cómo se ejecuta, “Sombras de un crimen” presenta un desarrollo lento, a ratos caótico, y en el que la gran cantidad de personajes y giros (para una historia que debía ser supuestamente solo la de la búsqueda de un tipo perdido) le terminan haciendo daño.
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Porque Clare Cavendish no está sola. Detrás está, primero, su madre Dorothy Quincannon (Jessica Lange), una vieja actriz que ocultó haber tenido una hija hasta que esta cumplió 15 años solo porque en sus roles debía ser siempre “virgen”. Dorothy aparece en medio del vínculo contractual que Cavendish y Marlowe mantienen, y le roba el protagonismo a la primera casi en la mitad de la cinta, a punta de elucubraciones y diálogos oscuros en los que intenta convencer al investigador de trabajar para ella.
Ya manos a la obra, el detective acude al Club Corbata, donde supuestamente fue atropellado y muerto Nico Peterson. En un ‘golpe de suerte’ encuentra un rastro de sangre frente al portón de entrada. A partir de aquí empieza a desplegar todas sus habilidades como detective para descubrir las circunstancias de la supuesta muerte. Pero es en el manager del local, Floyd Hanson (interpretado por un notable Danny Huston) donde encuentra un peligroso escollo.
Pero Hanson no es ni de cerca el único rival al que se enfrenta Marlowe, que, si algo tiene a diferencia de la agilidad que el actor que lo interpreta mostraba años atrás en “Búsqueda implacable” o “Riesgo bajo cero” o inclusive “Venganza implacable”, es valentía de sobra. Tal vez por eso cuando empiezan aparecer villanos, uno más poderoso que el anterior, nuestro protagonista jamás retrocede. No parece hacerlo por el dinero (en ningún momento se ve una transacción de billetes) sino fundamentalmente porque conserva ese espíritu propio de los detectives de ayer, que enfundados en un limpísimo sobretodo y sin mayor ayuda que un automóvil de colección, llegaban a donde fuera necesario para descubrir la verdad.
Continuando con las falencias de “Sombras de un crimen”, toca ahondar en dos detalles. El primero (ya citado antes) tiene que ver con los giros que samaquean la trama hasta casi las últimas escenas. Luego de la primera hora hemos pasado de un detective buscando a un supuesto amante furtivo por pedido de una enamorada mujer a una mescolanza delictiva construida por factores como el tráfico ilícito de drogas (con un añadido que muestra a México, una vez más, como parte del problema), la prostitución, y hasta la mafia de millonarias apuestas.
Pero también hay elementos interesantes, aunque poco explotados. Esa búsqueda de un supuesto muerto que mutó en un entramado ilegal tiene como eje a ‘El embajador’ (dueño del Pacific Film Studios, productora para la que trabajaba Dorothy Quincannon y gran ambición de Clare Cavendish) cuyas apariciones son inversamente proporcionales a su real poder en la historia. Lo mismo podríamos decir de los ‘socios’ en la búsqueda de la verdad que tiene Marlowe: una pareja de policías que le colaboran en todo lo que les pide, y quienes terminan usándolo para cumplir el trabajo sucio pues ellos temen perder “la pensión” de fin de mes. Por último, la situación se repite con Cedric (Adewale Akinnuoye-Agbaje) el chofer que saltó de casi verdugo a socio del detective, y que le otorga un innegable aire de naturalidad a una historia de misterio y crimen.
En algún momento de la película todo parece muy desordenado como para seguir la idea inicial por lo que lo más seguro es aferrarse a la convicción de un detective de raza como Marlowe. “Sombras de un crimen” resulta herida, además, por diálogos casi teatralizados, y largos desplazamientos en los ya mencionados automóviles clásicos. Tal vez esto último, sumado a todo lo vinculado al vestuario y a la ambientación muy de época, son los puntos mejor logrados de una propuesta débil y que ni siquiera la hoja de vida de su actor protagónico terminan salvando.
SOMBRAS DE UN CRIMEN/ CINES
Director: Neil Jordan
Elenco: Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, François Arnaud
Sinopsis: Liam Neeson da vida a Philip Marlowe, un detective privado que está envuelto en malos negocios y una vida solitaria. Su suerte cambiará con la llegada de Clare Cavendish (Diane Kruger), una hermosa mujer que le contratará para encontrar a su ex amante. Este acontecimiento resultará ser sólo una pequeña parte de un gran misterio por resolver.
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