Le temíamos. Los hinchas de otros equipos temblábamos cuando él, Claudio Adao (Volta Redonda, 1955), salía a la cancha con esos shorts que en realidad eran hot pants, esos chimpunes sin lustrar que parecían tener filo y ese pasado pesado: el nuevo delantero brasileño que Sport Boys del Callao había contratado para el Torneo Metropolitano de 1990 se había formado en el Santos de Pelé y precisamente O’Rei era su compañero de habitación. “Yo era un muchachito y ya él una estrella”, dice Adao siempre que se lo preguntan. Allí descubrió que Edson Arantes era sonámbulo y que aún dormido, soñaba con el gol.
Ya aprendió.
Ese hombre de 35 años que caminaba por el Mercado del Primer Puerto como si hubiese nacido en Sáenz Peña, y que corría en el Telmo Carbajo como un auténtico pura sangre, marcó 31 goles en 36 partidos y se convirtió en apenas un año en póster definitivo. Estampita. Un Boys de 35 años. Hace 3 décadas llegó al Perú y el 22 de abril de 1990 jugó su primer partido como profesional con equipo de Valeriano, de Campolo, de Kukín. Hizo dos goles y aunque no están en YouTube, se revisan en la memoria. No salió campeón pero él campeonó. Quedarse con el cariño de ese país dentro de un país que es la hinchada de tu equipo, de cierta manera lo es.
En el Callao se decía, con orgullo patrio: tiene cosas de Perico.
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ADAO, Y LAS FOTOS CUANDO ERA REY EN EL CALLAO:
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Quienes cubrieron su partido debut en Lima, esa tarde de abril de 1990, fueron por él. Un breve resumen de su carrera deportiva diría esto. Militó en Santos, su casa, pero también en Botafogo, Vasco da Gama, Fluminense, Portuguesa, Corinthians, Bahía, Bangú, Cruzeiro, Ceará, Santa Cruz, Volta Redonda, Río Branco y Capixaba. Fuera de su país, jugó por el FK Austria, Al Ain de los Emiratos Árabes Unidos y Benfica de Portugal. Pero nada sorprendía más que el rumor hecho noticia en radio Ovación sobre lo que había ocurrido en octubre de 1974. Esa noche era la despedida definitiva de Pelé con la camiseta que le dio status, millones y prestigio, y Adao, su compañero de ataque, el joven delantero que lo escuchaba roncar marcó un gol y se lo dedicó.
En El Comercio fueron más escépticos y así lo delata el archivo histórico. El 24 de abril de 1990, en una esquina de la página 7 de su sección Juvenil, un reportero anónimo escribió este insípido: “Boys ganó fácil al Meteor por 2 a 0”. La bajada del texto era todavía más fría: “Con goles convertidos por el brasileño Claudio Adao, Sport Boys venció 2-0 al Meteor en el segundo de los encuentros jugados ayer correspondientes a la primera fecha del torneo nacional de fútbol, zona metropolitana, que tuvieron por escenario el Estadio Nacional”. Parecía un parte policial. Un mensaje oculto se puede interpretar en el párrafo final, que luego se comprobaría con la jugada que lo hizo inmortal en el Perú: la Paradinha. “Sin bien es cierto que los tres brasileños -Claudio, Carlos Henrique Paris y Marquinho- jugaron un buen partido, pudieron haber mejorado el resultado a favor de su institución si tocaran más el balón con sus compañeros peruanos”. Claudio Adao era un centrodelantero con certero golpe de cabeza, mejor rematador de tiros libres, con patada que noquea, pero sobre todo era un goleador egocéntrico. Jugaba para él. Por él.
Como los buenos.
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Willy Melgarejo es productor de DirecTV Sports, una de las cadenas internacionales de deportes más vistas de Sudamérica. Trabaja los contenidos para Perú. Es hincha del Boys. Ahora que le pregunto sobre por qué Adao se convirtió en inolvidable ídolo de la Misilera, y aún se le festeja, Melgarejo se acuerda de la Paradinha, ese amague copyrigth de Adao que engañaba arqueros y los dejaba en ridículo, como si fuesen hipnotizados por la cintura del brasileño, antes de patear un penal. “Era su jugada. No iba contra el reglamento solo que no pasaba aquí, era una rareza. Una vez Marquinho, que era su compañero en ese Boys, me contó que los árbitros citaron a Adao a una reunión en la Federación para que dejara de patear así. Claudio se mató de risa. ¡Era única en el mundo!”.
Existe un video en el que Juan Carlos Zubczuk, arquero de Universitario ese 1990, compra el sutil engaño de Adao y no cae, se desploma. La 'U' ganó 4-2 pero Adao se fue ganador, celebrando con el puño derecho en alto, un clásico que ese año repitió 31 veces.
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Se dejó ver hacer poco, en el verano peruano sin cuarentena, caminando por la avenida Colonial, saludando a los faites de Atahualpa, haciéndose selfies con los bravos de Néstor Gambetta. Llegó al Perú para La Noche Rosada del 2020 -Boys jugó contra Peñarol de Uruguay- y de las varias notas que dio para los hinchas rosados y las radios partidarias del club porteño, acaso la más entrañable fue la que le dio a Jorge Solari, periodista de América, gran fulbitero, para su proyecto periodístico personal en YouTube llamado “En el Barrio”. “Yo me hice peruano aquí, con los 31 goles en 36 partidos. Estoy muy agradecido a la Torcida rosada, de quienes recuerdo con cariño, y a los jugadores como Anchisi, Flores, Marquinho, Norton, Atoche y tantos otros”, dice Adao en el video, con ese físico que disimula, elegante, lo que exagera su edad: tiene 64 años pero usa jeans pitillos y zapatos de charol en punta. Barbita candado. Y le sigue quedando, como a pocos, el color rosado del Boys.