Desde el mirador de San Cristóbal, en Cusco, la Ciudad Imperial se aprecia en toda su dimensión: sus calles de piedra, casas, palacios y monasterios de estilo neocolonial se alinean en lo que parece ser un cuadro hiperrealista. También se avizora poco tráfico, algunos comercios abiertos y uno que otro ciudadano extranjero que ha encontrado aquí, en la tierra de los incas, su lugar en el mundo.
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