Desde un pequeño juguete hasta un robot o prototipos más complejos. Hoy es posible crear casi todo lo que uno pueda imaginar en un Laboratorio de Fabricación Digital (Fab Labs), espacios especializados en brindar soluciones a través de la tecnología con un impacto social positivo.
En el país varias universidades han venido implementando estos laboratorios en la última década, buscando impulsar la innovación, la creatividad y el desarrollo de proyectos basados en la ciencia y tecnología, como parte del aprendizaje de sus estudiantes.
-Tecnología 3D-
La Universidad ESAN, por ejemplo, posee uno de estos espacios para estimular el aprendizaje práctico, la generación de ideas, la experimentación tecnológica y la fabricación de prototipos. Su Fab Lab funciona de forma integrada con la enseñanza de diferentes cursos de pregrado, a fin de potenciar los objetivos de aprendizaje.
Naldi Carrión, coordinadora general del Fab Lab de esta universidad, explica que este espacio permite a los alumnos aplicar lo aprendido en clase, fortaleciendo su pensamiento crítico y creativo, mientras consolidan sus habilidades blandas al trabajar en equipo y enfrentar los retos que implica pasar del mundo teórico al físico. “Al formar profesionales capaces de proponer soluciones innovadoras y realizables, incrementamos el nivel de emprendimiento y empleabilidad”, asegura.
-Soluciones tecnológicas-
La Universidad de Lima, por su parte, posee un Centro de Innovación Tecnológica (CIT), que funciona como un área de cocreación para articular necesidades reales de la sociedad y la industria con soluciones creativas propuestas por los alumnos, quienes —acompañados por sus profesores— desarrollan prototipos que se convierten en soluciones finales. Este centro cuenta con un Fab Lab con áreas de diseño, ingeniería inversa, electrónica, prototipado y fabricación.
Bertha Díaz, decana de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la universidad, explica que un laboratorio de este tipo promueve la iniciación científica y tecnológica, y fortalece el trabajo en equipo para la generación de ideas. “Por ello, debe ser visto como una extensión del aula”, cuenta.
-Grandes experiencias-
La Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas es otra casa de estudios que posee un Fab Lab, el cual forma parte de su ecosistema de innovación. Fue incluido oficialmente este año dentro del desarrollo académico —a través de cursos— en su Facultad de Ingeniería y Facultad de Diseño.
“A través del Fab Lab hemos logrado grandes sinergias entre las facultades de ingeniería y diseño, quienes han iniciado proyectos interdisciplinarios que permiten presentar al mercado soluciones innovadoras y, en algunos casos, hasta patentables”, explica Janina de Las Casas, directora general de la Facultad de Diseño.
La Universidad de Piura, por otro lado, posee ocho programas que promueven la innovación y el emprendimiento tecnológico. Estos se brindan a través del Hub UDEP —su incubadora de negocios—, que ha ayudado a materializar propuestas de investigación y desarrollo durante los últimos dos años.
Asimismo, la Pontificia Universidad Católica del Perú cuenta con una Sala de Manufactura Digital VEO 3D, que busca introducir la tecnología de fabricación digital en el campus universitario y la industria. En él se ofrecen una serie de cursos y talleres enfocados en fortalecer los conocimientos y las capacidades necesarias para el análisis, el diseño de productos y el desarrollo de ideas.
La mayoría de estas propuestas señalan la utilidad social como uno de sus principales propósitos. Las universidades tienen, finalmente, un compromiso con el desarrollo del país. Y sus laboratorios están dando la primera batalla. //
-MÁS DATOS-
-Los Fab Labs son un importante motor de emprendimientos, además de aumentar la empleabilidad de los egresados.
-Un Fab Lab es un espacio transversal a todas las carreras y sus proyectos forman parte de la currícula de los cursos.
-Varias universidades peruanas han incorporado estos espacios para impulsar la innovación y desarrollar proyectos basados en la ciencia y la tecnología.
-Estos espacios de transferencia de tecnología, conocimiento técnico y científico se convierten en centros de incubación de nuevas formas de pensar.