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El auge de los juegos de mesa en el Perú: por qué conquistan a miles de jóvenes y las historias de los creadores que impulsan la escena local
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Un sábado de noviembre, un conocido bar de cervezas artesanales en La Molina parece haber cambiado por algunas horas de rubro. En todas las mesas, más que vasos y chopps, hay tableros extendidos, cartas barajadas y grupos que discuten reglas como si resolvieran un enigma colectivo. En el primer piso, un grupo de amigos ríe mientras juega a “Fantasma Blitz”; en otra mesa, dos personas negocian recursos en el popular “Catán” como si una simple oveja fuera cuestión de Estado. Hacia el fondo, varios curiosos ajustan sus celulares mientras prueban “Red Carpet”, un nuevo juego que combina tablero y cámara del celular y convierte la mesa en una alfombra roja improvisada.
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Estamos en la primera edición peruana del Devir Fest, el festival de juegos de mesa que la editorial multinacional Devir organiza desde hace años en distintos países y que por fin ha aterrizado en Lima. La intención es tomarle el pulso a una comunidad que continúa apasionada por este tipo de juegos, que funcionan como un encantador refugio analógico en medio del ruido digital. Eric Calderón, representante de Devir para Perú y Bolivia, ha visto de cerca este despegue. “El ‘boom’ empezó en pandemia. La gente buscaba desconectarse de las pantallas; el juego de mesa fue la forma de reencontrarnos en casa”, explica. En esos años, Eric cuenta que el consumo llegó a crecer alrededor de 40% de un año a otro. Hoy la curva sigue en ascenso: “Entre enero y setiembre, los juegos modernos han crecido cerca de 15% frente al mismo período del año pasado”.
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‘Boom’ de juegos peruanos
Andrés Paredes, creador peruano y fundador de la editorial Nave Espacial, experimentó ese cambio en carne propia. Para él, la cuarentena redefinió por completo el lugar de los juegos de mesa en los hogares. “Realmente, fue una época donde los juegos salvaron mi economía —pasaron de ser un ‘side business’ a mi ingreso principal— y, además, le dieron a las familias y amigos un pretexto para conversar cara a cara cuando todo ocurría por Zoom”, cuenta. Abrir una caja, desplegar un tablero, mover fichas, aprender a ganar, perder y leerle la piconería al rival: ese ritual físico es, para Paredes, un respiro frente a la saturación de pantallas y un ejercicio de socialización que estructura a los más pequeños y devuelve tiempo compartido a los adultos.

Esa energía impulsa ahora el Cuarto Encuentro Peruano de Juegos de Mesa, que se realizará el 7 de diciembre. Será, según Paredes, la mayor reunión del sector en años: veinte editoriales nacionales mostrando sus catálogos, una veintena de creadores presentando prototipos y lanzamientos que anticipan lo que viene para 2026. Una de las novedades que presentará Nave Espacial, la editorial que dirige desde 2013, es Sipán, un juego diseñado por Hugo Leno. “Es un juego donde varios clanes escalan una pirámide moche para cumplir una misión secreta mientras la estructura comienza a inundarse nivel por nivel. Cada poder usado incrementa la ira del dios Aiapaec, y cuando llega al límite, el agua arrasa la base”. Es un ascenso estratégico contra el tiempo y los rivales.

En el panorama de creadores peruanos hay nombres imposibles de pasar por alto, como Javier Zapata, quien con su editorial Malabares es autor del archiconocido Presidente, una sátira política que en tiempos electorales revive con particular fuerza. Otro creador que apareció casi en paralelo —aunque con una trayectoria menos constante— es Javier Salinas. Arquitecto y diseñador, su vínculo con los juegos de mesa comenzó hace más de dos décadas con Coleccionista, un juego que en su mejor época se vendía en tiendas como Wong.
La idea nació después de una noche de juegos de mesa con amigos que terminó en un pleito entre la pareja anfitriona. “Quise crear un juego donde todos participaran a la vez y las reglas evitaran discusiones”, recuerda. Así diseñó Coleccionista, un título de subastas en el que los jugadores pujan por piezas de arte —pintura, arqueología, música, literatura— acompañadas de breves reseñas. La propuesta fue tan particular que en 2001 El Comercio le dedicó una nota, y a partir de ella ocurrió algo impensado: el propio grupo invitó a Salinas a encargarse del crucigrama del diario “Perú21”, labor que cumpliría durante más de veinte años. Entre encargos y cierres, la creación de juegos quedó en pausa hasta la pandemia.

Con más tiempo disponible, Salinas volvió al tablero y creó Al Rescate del Rey, su nuevo juego. Esta vez decidió que la cultura fuera parte central de la mecánica. “Me he preocupado de que el juego refleje lo que era la sociedad medieval”, explica Salinas, vestido para la ocasión con las ropas de un rey de la Edad Media. Sus cartas incluyen personajes como el bufón o el verdugo, además de armas reales como la catapulta. Nada es inventado.
Estas son solo dos historias dentro de un ecosistema que hoy crece con fuerza, impulsado por grandes editoriales que traen al país las últimas tendencias del mundo y por creadores locales que inventan universos de cartón desde sus casas. A ese movimiento se suma un público —cada vez más joven— que ha redescubierto la mesa como un lugar para reunirse y jugar, no solo para comer. Para llevarle la contra a lo que decían algunos mayores: “En la mesa sí se juega”. //










