Esta es una historia de amor y odio, que a veces es lo mismo.
Si los 60 fueron la edad dorada de la ‘U’ -fue campeón en 1960, 1964, 1966, 1967 y 1969-, los 90 fueron los años gloriosos. Paso del blanco y negro a colores. De la camiseta sin logo y una U gigante a los nostálgicos modelos Calvo con Anchor. Universitario, el equipo de Carranza y Martínez, de Nunes y Grondona, fue bicampeón y tricampeón en esta década y consolidó una supremacía a nivel local, solo discutida con Sporting Cristal, que en 1997 llegó a la final de la Copa Libertadores. Fueron diez años perfectos para hacerse hincha o, en todo caso, para saber por qué lo eras. Sobre eso, el periodista Carlos de la Puente escribió alguna vez en El Comercio que todo lo que ocurrió en esa década con la ‘U’ se explica con tres ideas: los campeonatos, el Puma Carranza y la Barra Norte. Ya habrá discusión sobre eso luego.
A diferencia de los años 60 con Chale y Cruzado, sobre los 90 hay videos -el eterno YouTube-, testimonios periodísticos -la explosión del diario El Bocón-, y ahora un libro: se llama Los años maravillosos, de Juan Carlos Chávez y allí hay, entre otras crónicas en 335 páginas, detalles de cómo detonó la bomba Juan Máximo Reynoso a la ‘U’.
Todo empezó en la habitación/consultorio de un doctor.
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Sin necesidad de pintarse la cara o prender una bengala, se sabe que Jorge Alva Flores y Antonio García Pye son dos de los hinchas más fanáticos de la 'U'. Sobre el doctor Alva debo decir tres cosas: 1) Es un histórico del club, y uno de los testigos más memoriosos de la campaña de la Copa Libertadores 1972. 2) Fue pieza clave para iniciar la construcción del Estadio Monumental, a inicios de los 90. 3) Fue el médico que le dio calma a mi crisis cuando supe que Mateo, mi hijo, iba a nacer por una imprevista cesárea. Sobre García Pye, una breve y contundente conclusión: todo lo que le ocurrió de bueno a la 'U' en esos años, tiene su astucia en la gestión deportiva y su firma en documentos.
Entre el título nacional de 1992 y el verano de 1993, Alva y García Pye fueron piezas claves para que Reynoso firme por la ‘U’. Y con ellos, un personaje clave en la historia: el tesorero Raúl Montoya.
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¿Quién era Juan Reynoso entonces? Categoría 69 de Alianza Lima, Reynoso era un defensa central elegante que completaba una generación notable de futbolistas, de los que nunca sabremos hasta donde habrían llegado: Casanova, Escobar, Tomassini, Caíco. Tenía juego, panorama, pase seguro, y lo mejor: apenas 23 años y experiencia ya en la Segunda de España y la selección nacional. Luego de la tragedia del Fokker, en 1987, Reynoso recibió un tácito mandato popular: ser el líder aliancista que proteja la transición entre los Potrillos de Marcos Calderón y los que ese 1993 debutaron con el chileno Arrué: Waldir Sáenz, Darío Muchotrigo, Marco Valencia. Las fotos de esos años, Banco Popular como sponsor en el pecho de la camiseta, revelan un detalle que agravó el divorcio Reynoso-hinchas tras el pase a la ‘U’: en su brazo izquierdo llevaba la cinta de capitán.
Juan Máximo Reynoso era el mejor defensa central del país. Y sabía que lo era.
Todos lo sabían. En la 'U', Iván Brzic (1941-2014) había solicitado su incorporación para 1992, aunque el interés se frenó por dos temas igual de urgentes: 1) Reynoso tenía contrato vigente. 2) Existía un pacto de caballeros, no escrito, que impedía a la 'U' y Alianza negociar entre sí con sus futbolistas. Una guerra fría entre clubes que se odian, pero se necesitan. El título crema en 1992 -esa inolvidable vuelta olímpica en el Lolo de tribunas de madera-, la posibilidad de jugar la Copa Libertadores y una suma de discrepancias con la directiva aliancista encabezada por el ingeniero Alberto Espantoso, fueron la gasolina que detonó la bomba.
También una casualidad. La mecha.
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El doctor Jorge Alva estaba concentrado en el hotel El Pueblo de Chosica, a dos horas del Centro de Lima, como toda la selección peruana que el 23 de enero de 1993 iba a jugar contra Venezuela un amistoso. Terminó 0-0 en Ciudad Guyana. El fin de semana previo al viaje, el presidente de Alianza llegó al hotel y buscó muy apurado a Reynoso, el capitán de su equipo, que todavía no firmaba la renovación. La memoria del doctor Alva es un privilegio: recuerda los gestos de fastidio en Espantoso como los miligramos de alguna medicina que receta. En la cuarentena, recuerda así el episodio: U’. “El presidente de Alianza llegó y buscó para conversar a Juan Reynoso. Me pidieron mi habitación para que se reunieran y cuando terminó la charla, Juan me dijo que no habían llegado a ningún arreglo, por lo que le pregunté de su enojo y su decisión”. De inmediato, el doctor Alva llamó por teléfono a Jorge Nicolini y a Alfredo Gonzáles. Esa misma noche, la plana mayor de Universitario se enteró que el defensa no renovaba con Alianza y, en consecuencia, ya era un jugador libre. En horas, el vicepresidente Alfredo Gonzáles, el tesorero Raúl Montoya, el gerente Antonio García Pye y -a la distancia por un viaje de negocios- el presidente Jorge Nicolini redactaron el contrato que le acercarían a Reynoso apenas éste pudiera recibirlos. Eran los días previos al fin de semana del 16 y 17 de enero de 1993. “Tratándose de un crack del fútbol peruano -continúa Alva-, la ‘U’ no perdió la oportunidad de poder entrar a conversar con él y contratarlo. Juan y Asteggiano formaron entonces una zaga central de gran calidad, y lograron gran campaña con la ‘U’.
Un detalle, sin embargo, pudo frustrar la firma. Con Reynoso en condición de libre, con un primer acercamiento hecho por el doctor Alva y las primeras condiciones económicas aceptadas por el back, solo había que discutir un detalle: el famoso pacto de caballeros. En el libro Los Años Maravillosos (Estruendomudo, 2019) se recuerda así el episodio: “García Pye no detuvo la negociación y le advirtió a Raúl montoya que su posición intransigente podía traer graves consecuencias. Entretanto, Gonzáles ejecutó una maniobra desesperada: fue en busco del hijo de Montoya para que intente convencer a su padre de que su posición (sobre el pacto de caballeros) estaba poniendo el peligro el mejor fichaje de la temporada. El joven Montoya (...) le hizo ver a su padre que dejar pasar la oportunidad de fichar a Reynoso sería un error imperdonable para el club. Montoya escuchó con atención y bajó la guardia (...). “Luz verde, vamos para adelante con el fichaje de Reynoso”, exclamó García Pye”.
Ricardo Montoya Arana era un joven de 22 años que admiraba a Reynoso. Quién no. Fue, también un testigo circunstancial: ese verano de 1993 tenía relación cercana con el defensa/volante peruano, a partir de la amistad de una prima con Juan y su esposa, la voleibolista Rocío Cerna. Ricardo Montoya, además, era hijo del tesorero del club, hombre clave en la negociación: escuchaba, miraba, trataba de entender qué estaba pasando. Ahora, con 49 años, recuerda otros detalles del contrato que quizá ayuden a entender la magnitud de la onda expansiva: hasta hoy, casi tres décadas después, nadie deja de polemizar spobre el pase de Reynoso a la ‘U’.
“Llegué a la casa de mis papás, en Surco, por Simón Salguero. Y en la puerta estaba el auto de Juan (Reynoso). Adentro estaba su esposa. En la sala estaba Juan, el doctor Álvarez, abogado y dirigente de la U y mi papá. Era viernes, me parece. En eso llama el Beco Espantoso a mi papá y le pide que por favor no firme contrato hasta el lunes, que él va a hablar con Juan y que lo espere. Para él, era muy importante el pacto de caballeros que existía con Alianza. Con Espantoso eran muy amigos. ¡Pero el contrato ya estaba firmado! Mi papá cortó, volvió a la sala y lo rompió, delante de nosotros. Eso hizo. Imagínate nuestra cara de sorpresa, no lo podíamos creer. Así entendía mi viejo el honor. Ahí se entera el Gordo Gonzáles, pone el grito en el cielo y le dice que cómo Montoya iba a hacerle eso a la 'U'. Nunca hablé yo con Gonzáles. Si hoy lo veo en la calle ni lo saludo".
Ese fin de semana -continúa Montoya hijo-, Jorge Nicolini le dice a mi papá:
-Bajo mi responsabilidad, firmemos el contrato de Juan. Yo me hago cargo de Espantoso.
Luego de esto, con el documento redactado y las cifras puestas en papel -el diario La República habla de 150 mil dólares de prima y 12 mil de salario, en sus notas de 1993-, Juan Máximo Reynoso pasó de Alianza a la 'U'. El nuevo contrato se firmó el lunes 18 de enero en unas oficinas que tenía el Gordo Gonzáles, en la avenida República de Panamá.
¿Cuál fue la reacción desde La Victoria? Dos periodistas vinculados a Alianza Lima coinciden en el orden de las cosas y, sobre todo, en cómo las formas de la última reunión entre Reynoso y Espantoso rompieron la negociación. Pese a la muy buena relación que había entre el padre del capitán íntimo con el presidente, y el esfuerzo que Alianza intentó hacer para mejorar las cifras, las posiciones no pudieron acercarse. Hubo una última conversación entre Espantoso y Reynoso en la casa del dirigente en Miraflores, a solas, y allí acabó todo. O bueno, no: desde Alianza se encargaron de que los símbolos de Universitario caso Martínez o Carranza se enteraran de la oferta económica que la dupla González-Nicolini pagaría por Reynoso. A los días, los referentes del plantel también pidieron aumentos de sueldo.
El pacto de caballeros entre cremas y blanquiazules se rompió para siempre.
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El martes 19 de enero, El Comercio, con un titular que parecía ficción, escribió: “Juan Reynoso es de la 'U'”. Alfredo Gonzáles anunció el fichaje de Jorge Amado Nunes dentro de la nota, pero eso parecía no importarle a nadie. Ese mismo día, en Crack, la revista deportiva del diario Ojo, el periodista Leiter García (Leigaroli), consiguió una exclusiva en el capitán, ahora crema, que tiene estos misiles: “No quiero ser taxista al término de mi carrera”, “La 'U' me ha dado tranquilidad y me entregaré como un profesional que va en pos de sacar adelante a estos colores”, “Que la barra ahora no salga a decir que no soy malagradecido”. En La República también hablaron con Reynoso y el mismo 19, Juan dijo: “El sábado hablé con el presidente Espantoso y le dije que arregle mi situación, que era ahora o nunca y él se molestó”.
A los meses, una bandera en la tribuna popular de Alianza Lima avivó el fuego: “Reynoso, si estuvieran los finados te sacarían la...”.
Reynoso jugó un año en la 'U', salió por primera vez campeón profesional y a mediados de 1994 fichó por el Cruz Azul de México, donde consiguió un nombre para la historia. Dejó en la tesorería del club estudiantil 200 mil dólares por el traspaso. En 2009 volvió a Universitario, ya como entrenador y salió campeón nacional, luego de ganar 1-0 las dos finales, tanto en Matute como en el Monumental. Hoy dirige en la Primera División de México. Hace unos días, en una entrevista en radio Capital, dijo esto: “Yo nací y crecí en Alianza. Cometí el error como jugador, con tantas mentiras que se dijeron por parte de la directiva. Yo me fui por un tema económico, pero antes de esa situación, la gente de Alianza Lima había quedado muy mal".
Más pronto de lo que imaginan, Reynoso será el técnico de la selección nacional.
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Agosto del 2022. “Juan distinto. Ese es el título de la nota, je”. Desde México, donde tiene raíces y afectos, donde nacieron sus hijos, donde creció como jugador y se consolidó como técnico, Juan Máximo Reynoso atiende a El Comercio después de 13 años, una vieja entrevista de cuando empezaba a dirigir a la ‘U’, verano del 2009, ahora ya páginas sepia. “Me acuerdo, claro. Hoy las cosas son distintas”, dice vía zoom, en los primeros días con el cargo más importante de su vida: técnico de la selección. La luz de las mamparas detrás suyo revelan lo que en otro tiempo, habría ocultado: su felicidad. Su sonrisa. Su fe. Es él, Juan, quien explica brevemente la distancia con este diario aunque no fuera necesario. Es él, Juan, quien se ha tomado el tiempo de organizar algunos contactos con medios que necesitamos conocer su proyecto, los detalles, cómo se siente, a quiénes va a citar. Es él, Juan, quien ha iniciado ya una breve gira para conversar con los futbolistas de selección que alguna vez dirigió y ha abierto su WhatsApp hasta altas horas de la noche para intercambiar ideas con quienes todavía no conoce personalmente.
El último gran recuerdo que dejó en el fútbol peruano es su Melgar campeón 2015: fue el que más ganó en el año (17 partidos), el que menos goles recibió (26) y el único invicto jugando en su cancha. Sin ser una aplanadora, ya en las semifinales uno pensaba: “El peor rival es Melgar”. O sea, el mejor.
Ese hombre, Juan Reynoso, cumple hoy 52 años. Es el nuevo técnico de la selección peruana. No es futbolista de Alianza, no es hincha de la ‘U’, no es entrenador de Cristal, pero todos hablan de él.
VIDEO: HISTORIAS DE CLÁSICOS, NUNES VS. KOPRIVA
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