El pelito a lo Jim Morrison, zurdo rebelde como Maradona e ícono de Rosario como Messi. Nunca fue tendencia hasta hoy, que murió, pero igual resumió una época: Tomás Felipe Carlovich murió hace unas horas, de la forma más cruel en que un futbolista talentoso puede morir: se le apagó el cerebro.
Los cables de las agencias de noticias lo explican así: el Trinche Carlovich, esa leyenda de la que no hay videos completos, solo memoria, falleció a los 74 años por un derrame cerebral tras el golpe que sufrió en un robo. El crack invisible, como lo llama Clarín de Argentina. Anoche intentaron operarlo, pero no resistió. Era ya un anciano para las fotos de los diarios, los ojos grandes, la panza que le nace justo donde empieza el ombligo, pero un muchacho irresponsable que jugaba al fútbol como pocos -o como nadie-, que hizo su vida futbolística en Rosario, Argentina, y que le arrancó elogios a Maradona, Valdano, Bielsa y a Pelé, que lo querían/envidiaban/admiraban por su talento. Un irresponsable sin malicia. Era, en consecuencia, un eterno joven.
Carlovich era bueno, sabía que era bueno, pero nunca dijo en voz alta que era bueno. Así ocurría en los 70, la última resaca del amateurismo. Así nomás era. En el Perú -Walter Daga, Piticlín Palacios, Kukín Flores, Reimond Manco- también hay ejemplos.
Toda Argentina -y todos los que oyeron del zurdo místico que usaba la 5 y se parecía, según testigos a Fernando Redondo- se rindió en las últimas horas a sus pies. Un vuelto de lo que entregó, cuando era futbolista. O mejor, cuando amaba ser futbolista y nada más.
Estas son algunas de esas frases que lo definen. Más abajo, el Informe Robinson, ese documental fantástico sobre deporte y fútbol, y el programa que le dedicó.
“Su leyenda es un lugar común en Rosario. Se convirtió en símbolo de un fútbol romántico que ya prácticamente no existe”. Jorge Valdano en el Informe Robinson.
“Carlovich es un mito. Un jugador fantasma. Casi no existen registros en la revista”. Diego Borinski en la revista El Gráfico.
“Tengo un recuerdo imborrable de él”. José Néstor Pekerman en el Informe Robinson.
“Un jugador de potrero, de esos que tienen tierrita en el bolsillo”. Kike Wolf, ex futbolista y conductor de Simplemente Fútbol.
“Los movimientos que hacía en el campo, iba en contra de la ley de la gravedad”. Carlos Aimar, ex futbolista y ex técnico.
"Parecía que la pelota lo llevaba a él. Una pelota inteligente, que disfrutaba de ser bien tratada. Carlovich tenía una enorme facilidad para jugar al fútbol y para entenderlo. Era un jugador típicamente rosarino”. César Luis Menotti, quien en 1976 lo citó para llevarlo al Mundial del 78. No quiso el Trinche: se fue a pescar, aunque luego lo negó.
“Era un fenómeno, hacía cosas que nadie esperaba. Era habilísimo y le pegaba a la pelota, además de fuerte, con una variedad de golpes fabulosa. Coincido con los que dicen que fue uno de los mejores jugadores argentinos”. Roberto Fontanarrosa, escritor argentino.
“Noooo, nada de eso, era el mejor. Bielsa y yo dejábamos de practicar para ir a ver al Trinche”. Jorge Sampaoli en entrevista con Jorge Valdano.
“Buen jugador (desde lo técnico bastante más que eso), en sí bastante raro, porque era grandote, corpulento, y tenía un dominio prodigioso del balón. Era un típico volante zurdo de los 60 o los 70, pachorriento, romántico, preciso, lanzador, talentoso. Pero Central Córdoba jugaba en Primera C, a veces en la B”. Jorge Barraza en su libro, Fútbol de Ayer y de Hoy.
“Yo creía que era el mejor, pero desde que llegué a Rosario escuché maravillas de un tal Carlovich, así que ya no sé”. Diego Maradona, en 1993.
“Siempre fui igual. Jugando en un potrero o con 30 mil personas. Para mí jugar en Central Córdoba fue como estar en el Real Madrid”. Tomás Felipe Carlovich, cuatro años de morir.
Ojalá YouTube hubiera sido inventado en 1970.